En el argot más generalizado de la música alternativa, quizás la palabra Cranes no nos dice mucho en la actualidad ni a los melómanos más jóvenes. Para ser justos, tampoco decía mucho en la superficie sonora de las décadas pasadas. La banda oriunda de Postsmouth, Inglaterra no se caracterizó por ser tendencia de masas ni por liderar los charts anuales en sus buenos tiempos, pero una cosa muy distinta sucedía al cerrar los filtros en el panorama musical para entrar en la oscura escena subterránea de la segunda mitad de los 80s y de todos los 90s, en esa donde parece que tras las etiquetas goth y post-punk un nuevo mundo se abría.

Los hermanos Alison y Jim Shaw formaron el grupo en 1985, y desde entonces hasta su eventual separación a mediados de la primera década del milenio, fueron los únicos miembros activos como pilares de un proyecto que fue reinventándose en su sonido conforme pasaron los años, gracias también a las incorporaciones de distintos miembros en el camino como Kevin Dunford (’84 a ’94),  Mark Francombe y Matt Cope (’89 a ’97), Paul Smith (’95 en adelante), así como Ben Baxter y John Callender (’00 en adelante). Ya fuera desde los humosos terrenos del post-punk (dándole sus propios matices), los del minimalismo gótico (etiqueta que nunca les gustó, por cierto) y los de una línea más etérea y vinculada fugazmente con el dreampop, hasta sus incursiones en la música electrónica y experimental del trip-hop el común denominador entre todas siempre fue la delicadeza y frialdad con las que se desenvolvían en las tinieblas, dejando como únicos destellos de luz la extraordinaria voz de Alison: una de las más tiernamente sensuales y seductoras de todos los tiempos, y que en sus mejores momentos la prensa usó expresiones como «la voz de una muñeca», «susurros como maullidos infantiles» o «imaginen a una pequeña niña cantando canciones de cuna en el fondo de un pozo con guitarras puliéndose detrás» para describir ese hermoso registro vocal. Y así como se reconocía el trabajo de cuerdas (acústicas y eléctricas), también hay que darle crédito a las sólidas percusiones (ya sean orgánicas o programadas) y ese sombrío piano que fueron los atributos más constantes que le dieron un eco único a esta banda que, para los más clavados, tiene hoy bien merecido su grado de culto.

Por eso en S&V le vamos a dedicar esta nota especial a su prestigiosa trayectoria que dejó al menos nueve álbumes de estudio y una basta lista de singles, EPs, compilados y directos que conforman un catalogo digno de colección. Sabemos que tan solo nueve canciones son insuficientes para rendir el tributo que un nombre de la magnificencia de Cranes se merece, pero como decimos casi siempre en esta categoría: nueve son mejor que ninguna, ¿cierto? Así que aquí vamos.

 

1. Inescapable

(Inescapable EP, 1990)

Estas fue una de las primeras cartas de presentación con las que la banda surgió entre las sombras, dándole al post-punk de su tiempo mucho más halo y profundidad; y las cuerdas vocales de Alison ayudaban a despejar el miedo en la oscuridad. Desde un inicio su propuesta fue una fina dualidad entre tenebrosidad instrumental y luminiscencia vocal.

 

2. Tomorrow’s Tears

(Wings of Joy LP, 1991)

Uno de los riff en piano más afortunados de Jim Shaw y una melodía repetitiva que envuelve. Las letras que canta Alison (casi incomprensibles) son de las más románticas en su repertorio. Aun así, hay algo de melancolía y aflicción en su registro de niña mimada en la desolación, y canta con tanto requiebro que llega a ablandarnos el corazón.

 

3. Adrift

(Forever LP, 1993)

Quizás por temas como Adrift es que a Cranes le fue designada la label «minimalismo gótico» por parte de la prensa a inicios de los 90s. Estos estribillos instrumentales dicen más de lo que parece: las percusiones son como golpes a algo que está a punto de romperse para dejar salir una bestia en la oscuridad; las guitarras rasposas parecen desgarrarse y ese keyboard eclesiástico anuncia una catarsis que lo hará reventar todo. Aun así, Alison Shaw siempre nos regresa a un lugar seguro, sin importar qué tan sometidos vayamos en la intensidad de la ejecución de los instrumentos.

 

4. Beautiful Friend

(Loved LP, 1994)

Mística y erótica. Sin duda es una de sus composiciones más especiales, llena de simples pero afortunados atributos en medio de una atmósfera inusual. Reliquias como ésta hicieron de Loved uno de los álbumes más queridos por los fans y uno entre las mejores producciones del goth durante los 90s (y en la historia). Esta es una canción perfecta para desconectarse en la noche entre los humos y el frío de la montaña, o entre la brisa y la calidez del mar, despertando los bajos instintos para seguir una letra que hace añorar lo que se dejó atrás.

You said go back to your dream,  back to your wilderness,  go back along the walk maybe you’ll find some happiness…

 

5. Paris and Rome

(Loved LP, 1994)

Casi en la misma tónica de Beautiful Friend pero más romántica que erótica y más, digamos, abisal. Y es que todo el Loved es así: magistralmente equilibrado en emociones e intensidad. Este es uno de los tracks consentidos de los fans, tanto por su hermosa letra como por su envolvente melodía; y qué más decir de ese estribillo instrumental que parece llevarte a los más profundo de un lugar del que no querrás salir jamás. Hay otra versión al final del álbum, llamada Flood Mix, que le da una reverberación más enigmática a los teclados desde el principio. Ambas versiones son hermosas.

 

6. Future Song

(Future Songs LP, 2001)

Future Songs es un disco esencial en la carrera de Cranes, pues marcó precisamente el punto medio de la mutación sonora que experimentaron en el nuevo milenio. Todavía se regían por el minimalismo en el goth aunque ciertamente dejaban entrar mucho más destellos de luz en sus canciones, pero al mismo tiempo comenzaban sus primeras prácticas en la electrónica, al menos en sus percusiones (después de esto llegó un disco de remixes, por cierto). Pero es este temazo que abre la producción el que sirvió como el último suspiro en la oscuridad antes de salir a buscar nuevos horizontes. Por eso, como si se tratara de una despedida, lo dejaron todo en ese ascético cierre con unas guitarras que parecen rendile homenaje al Disintegration de The Cure.

 

7. Here Comes the Snow

(Particles & Waves LP, 2004)

Cuando llegó Partciles & Waves, el LP más experimental en su catalogo, casi todo cambió por completo en la propuesta de Cranes. Muchos de los temas podrían caber en la etiqueta trip-hop si se quiere, pero los hermanos Shaw nunca fueron rehenes de las tendencias y acá no sería la excepción, por lo que marcaron una senda y un sonido únicos que les dio, una vez más, su propio registro. Lo que siguió ahí, igual que siempre fue el delicado timbre vocal de Alison que en esta fase te hacía volar entre la lisérgica y agridulce instrumentación de célicos actos como Here Comes the Snow.

 

8. Wonderful Things

(Cranes LP, 2008)

Escuchar este tipo de perlas en lo que hasta hoy es el último álbum de Cranes (así es, no perdemos la esperanza de un regreso) nos confirma que aún tenían mucho que ofrecernos cuando se separaron. Pero viéndolo de otra manera, es proeza de grandes despedirse en estos niveles, en una cumbre creativa que se mantuvo siempre hasta el final. Esa pulcritud con la que crearon sus más sencillas y refinadas baladas volvió a surtir un efecto enternecedor en esta ocasión. La voz de Alison es increíblemente angelical, para variar. Y hay que destacar esas guitarras secas que se rasguean en un solo sentido, dando vueltas a veces sí y a veces no (cuando termina el círculo), es decir, sin seguir ningún patrón específico lo que le da ese grado de espontaneidad y de ser única e irrepetible hasta para ellos mismos. Son los pequeños grandes detalles como estos los que hacen de este grupo uno tan, pero tan especial.

 

9. Adoration

(Wings of Joy LP, 1991)

No diremos que es su canción más abatida, pero si una de las más. Y dentro de ellas, quizás la mejor construida, la más teatral. En su venturoso trayecto habrá espacio para el desapego; es como el doloroso proceso de desprenderse de algo que se está dejando atrás: una adictiva mezcla de congoja y consuelo que te llevan hasta el final porque la creciente de emociones no te suelta jamás. Sin duda, es una de sus baladas más bellas, editadas en los primeros pasos en la música de una agrupación que desde el inicio trascendió en muchas almas atormentadas que buscaban un refugio sonoro tan especial como este.

 

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