Para 1989, Primal Scream era una banda indie por debajo del promedio. A pesar de su participación en el compilado C86 con la canción “Velocity Girl”, ninguno de sus dos primeros LPs gozó de una buena recepción. Por el contrario, desembocaron en una crisis de identidad al ser trabajos tan distintos entre sí. El primero, Sonic Flower Groove, se orientaba al sonido jangle de la mencionada tendencia del C86 pero sin destacar realmente entre sus contemporáneos como The Wedding Present o The Pastels. Por su parte, el segundo (titulado de forma homónima Primal Scream) dio un giro hacia un estilo más rocanrolero que alejó a los pocos fans obtenidos con su debut.

Esa situación resultaba frustrante para el cantante y líder Bobby Gillespie. Insatisfecho por no poder hacer de su banda una que pudiera grabar discos tan grandiosos como aquellos clásicos que los habían influido, comenzó a interesarse en el house y las raves, gracias a su amigo y jefe en Creation Records, Alan McGee. Luego del segundo álbum y fascinado con la nueva moda que arrasaba las discotecas de Gran Bretaña, Gillespie trató de convencer a sus compañeros de banda para salir de fiesta con él y así introducirlos en la materia. Al principio se resistieron -sobre todo el guitarrista Robert Young– pero con el tiempo todos compartieron la misma fascinación con esa música que surgió en Chicago y Detroit, y de la que Gran Bretaña se apropiaba tal y como hicieron con el rock and roll y el blues estadounidenses en su día. Como en los días del Swinging London, el house no sólo le dio a los ingleses la oportunidad para desarrollar toda una nueva identidad musical alrededor, sino también de reinventar la cultura de su tiempo con el éxtasis como combustible.

En una de esas raves los Primal Scream conocieron a Andrew Weatherall, un DJ con una reputación emergente en dicha escena que ocasionalmente escribía artículos para fanzines y llegó a realizar contribuciones al NME. La banda le hizo escuchar su segundo álbum con la esperanza de mejorar las ventas o la recepción del grupo entre el público y la prensa. En uno de sus artículos, Weatherall incluyó un tema de ese segundo disco, “I’m Losing More Than I’ll Ever Have” en su reseña de un concierto que ofreció la banda. Al notar que era la primera persona que mostraba un entusiasmo genuino por ellos, le pidieron a Weatherall que, por 500 libras, hiciera una remezcla de esa canción.

Aunque tenía reputación como DJ, Weatherall todavía no estaba muy fogueado en la labor de producción en estudio (de hecho odiaba verse a sí mismo como productor) ni tenía una formación musical convencional. Antes de conocer a Primal Scream solo había trabajado con Paul Oakenfold en una remezcla de “Hallelujah”, el clásico de los Happy Mondays, y una que otra remezcla sin mayor impacto.

Él envió una primera versión de la remezcla de “I’m Losing More Than I’ll Ever Have” al grupo, que la sintió floja y todavía demasiado apegada a la original. El mismo Weatherall reconoció que, por respeto, ese primer intento “consistió apenas en sumarle un bombo a la canción original”. Andrew Innes, el otro guitarrista de Primal Scream le dijo a Weatherall que volviera a intentarlo con la instrucción de que esta vez “destruyera la jodida canción”. Curiosamente, la inexperiencia de Weatherall en el estudio resultó a fin de cuentas positiva. Puesto que las únicas reglas que seguía eran aquellas relacionadas con pinchar hasta las nubes de éxtasis en cualquier club de los alrededores de Lóndres, en lo demás podía romper esquemas tanto como lo deseara. Su visión como DJ hacía que no pensase en posicionar a Primal Scream en la radio sin más, sino en hacer que sonaran bien en la discoteca.

Con eso en mente decidió hacer lo que todo DJ suele hacer en un remix: tomar el elemento básico de la canción y trabajar a partir de él. Para el caso, sólo tomó el bajo, el piano y los vientos de la canción original, y agregó un loop de batería muy propio del house para conformar la base instrumental. Para las voces utilizó primero un diálogo de Peter Fonda y Frank Maxwell en la película The Wild Angels:

 

Just what is it that you want to do?

We wanna be free

We wanna be free to do what we wanna do

And we wanna get loaded

And we wanna have a good time

That’s what we’re gonna do

(No way, baby, let’s go!)

We’re gonna have a good time

We’re gonna have a party

 

Adicionalmente tomó un sampleo vocal de “I Don’t Wanna Lose Your Love” de The Emotions para imprimirle a la pista una vibra gospel, y para terminar le pidió a Gillespie que cantara una línea de “Terraplane Blues” de Robert Johnson. El resultado fue, en palabras de Alan McGee “el shock más grande de mi vida”. Es decir, “Loaded”.

Weatherall la pinchó en sus sets y pronto fue ganando una buena recepción entre el público. Cuando Bobby Gillespie le rindió tributo al DJ tras su fallecimiento en febrero de 2020, recordó cuando Andrew Innes lo llamó una madrugada tras ir a uno de los sets de Weatherall y ser testigo de la locura que desataba “Loaded” en toda la pista de baile. Esa misma noche, Innes tuvo la suerte de recibir la aprobación personal de Mick Jones de The Clash y Kevin Rowland de Dexys Midnight Runners.

Mezclando dos espíritus: el del rock y el de la cultura rave, “Loaded” se hizo habitual en las pistas de baile en todo el Reino Unido a partir de febrero de 1990. Con su publicación un mes más tarde y su llegada al #16 en las listas, llegó la oportunidad de ir a Top Of The Pops. En esa presentación podría resultar chocante el contraste estético entre Bobby, Andrew y Robert Young, con pelos largos, chaquetas de cuero y una onda bien 70s encarnando el lado más clásico del rock, frente al aspecto típicamente baggy de Martin Duffy en los teclados y Philip “Toby” Tomanov en la percusión, encarnando la tendencia dominante del momento en el indie. Pero es que de eso se trataba: de hacer colisionar dos mundos hasta entonces muy alejados entre sí y contemplar los resultados.

Gillespie se refiere a “Loaded” en términos de “un blues extasiado”. Se ganó muchas comparaciones con los Rolling Stones, al punto de que se hablaba mucho de ella como una forma dub de “Sympathy For The Devil”. Eso no es casualidad, puesto que esa vibra descarnada de Jagger y Richards se percibía ya en “I’m Losing More Than I’ll Ever Have”. Pero lo que originalmente era un tema desolador ahora se convertía en un grito de guerra para salir a divertirse y a bailar en tiempos donde eso era un abierto desafío a la sociedad británica (¿o “no sociedad”?) que construyó el gobierno de Margaret Thatcher durante los ochentas, a costa de privatizar y especular con todo lo que representase dinero.

Semejante éxito convenció a Gillespie y compañía de que el sonido de su siguiente álbum debía orientarse en esa dirección. Y por supuesto, Weatherall tendría que estar allí para guiarlos. Con el paso de los meses y los años quedará claro que “Loaded” no fue solo un remix o un hit discotequero; era el primer capítulo en la construcción de una identidad apostando por el futuro pero a la vez por influencias retro. En consecuencia, grabar un LP y consolidar una imagen como banda los llevaron a seguir los mismos pasos que ya habían funcionado, tomando un poco de algún lado y permitiendo que la casualidad y la apertura de miras se hicieran un espacio durante todo el proceso.

Para agosto de 1990 el sencillo “Come Together” reafirmaba el talento de Weatherall, este productor improvisado, para samplear y dar forma con los aportes de Primal Scream a este híbrido rave n roll a la vez que ponía al quinteto en la boca de toda Gran Bretaña. Pronto se acercaron otros productores a participar, fascinados con lo que estaban haciendo en el estudio. Jimmy Miller (el responsable de producir entre otros, Exile On Main St de los Rolling Stones) se sumó para la mezcla de “Movin’ On Up” y “”Damaged”, mientras que los pioneros del ambient house The Orb se encargaron de darle ese acabado dub a “Higher Than The Sun” (inclusive Jah Wobble aportó su bajo en una versión extendida de dicha canción, también incluida en el tracklist).

Y cuando terminaron de grabar todas las canciones pensaron en varias ideas para la portada. Alan McGee le pidió ayuda al diseñador de planta de Creation Records, Paul Cannell, un autodidacta formado en la ética del do it yourself con el que compartieron tragos en más de una ocasión. Tras hablar con Gillespie sobre lo que este tenía en mente para la portada, Cannell tomó una decisión artística que sin quererlo partió en dos la historia de la música. Por esos días Cannell estaba harto de pintar como el zurdo que era porque sentía que a esas alturas su estilo era demasiado técnico. Entonces decidió usar más la mano derecha para conseguir dibujos más abstractos. No había escuchado un solo minuto de este nuevo disco pero tenía en su mente el título de “Higher Than The Sun” y con eso dejó fluir la inspiración. Un día Gillespie fue al estudio de Cannell para ver los dibujos y vio un sol dibujado de forma casi infantil pero que al usar solamente los colores primarios le daban una cualidad muy extraña de realismo. El cantante le pidió a Cannell que trabajara en esa imagen, tras lo cual se inspiró en el “smiley” tan popular por esos días en la cultura rave, pero variando un poco la fórmula. Ahora el sol era una cara que no tenía boca y los ojos parecían representar algo o alguien fuera de sí mismo. Andrew Innes dijo que la portada era “como si el sol se hubiese tomado una pastilla de éxtasis”. Tenía razón.

Muchas melodías en bruto, muchos sampleos, muchas fiestas, muchas pastillas y mucho procesamiento en estudio después dieron como lugar Screamadelica, un juego de palabras ideado por Weatherall aprovechando el nombre de la banda y el de Parliament/Funkadelic, y también una de las placas más brillantes, emocionantes e innovadoras de todos los tiempos. Con la psicodelia como punto predominante, los ritmos irresistibles tomaron nota de lo ocurrido en cada noche de fiesta para, al día siguiente, documentarlo con sus instrumentos mientras Weatherall supervisaba todo desde la consola. Esa simbiosis básica entre house y rock se vio complementada por ideas de artistas y estilos tan aparentemente incompatibles como Parliament/Funkadelic, Captain Beefheart, el dub, el krautrock, los Beach Boys o Nico. Con todo eso plasmaron de forma astuta un equilibrio de fuerzas entre pasado, presente y futuro que no dejó indiferente a nadie.

Todo eso resulta revelador si tomamos en cuenta que 1991 fue marcado por el ascenso del rock alternativo en el panorama internacional con, entre otros, Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Smashing Pumpkins, R.E.M., U2, My Bloody Valentine, Slowdive, Teenage Fanclub o Red Hot Chili Peppers, marcando la parada en distintos momentos del año. Que Primal Scream estuviese en ese mismo saco cuando apenas dos años atrás no eran nada (y para colmo fuese de los pocos que proponía algo cercano al baile desde el rock) es algo digno de admiración. Recordemos que todavía entonces se miraba con recelo que el rock “bailara” o que el house “rockeara”. Eran prejuicios recurrentes a pesar de (o alimentador por) el pico del movimiento baggy que lideraban Stone Roses y Happy Mondays con su rescate de la psicodelia de los 60s, en pleno “verano del amor” en Gran Bretaña a raíz del éxito de la música house y el apogeo de clubes como la Hacienda en Mánchester o Shoom en Lóndres. Ni siquiera los antecedentes de ambas cosas en la historia de la música podían disimularlo y eso favoreció el impacto de Screamadelica al momento de su lanzamiento.

Y todo inició con un remix de “I’m Losing More Than I’ll Ever Have”.

 

Independiente de si fue un golpe de suerte o resultado de algo más que documentar sus salidas de fin de semana y sus experiencias con las drogas, “Loaded” derivó en un LP muy adelantado a su tiempo; uno que encarnó la fuerte necesidad de cambio en un Reino Unido que se debatía entre la añoranza de su grandeza perdida y las secuelas naturales de los años del neoliberalismo. Sin embargo, no lo hicieron desde la confrontación violenta (eso lo haría Primal Scream en discos posteriores) sino entendiendo la juventud, la pista de baile y el éxtasis como una revolución auténtica y perdurable en el tiempo. Cuando se prohibieron las raves en Gran Bretaña, al poco tiempo ese ideal se había roto, pero al menos fue divertido mientras duró. Especialmente porque fue un ideal que hizo escuela.

Poco después de Primal Scream, gente como The Chemical Brothers, Asian Dub Foundation o Death In Vegas aparecían en escena fusionando ritmos house y rock con una propiedad y un éxito todavía mayor. Daft Punk no dudaba en aprovechar la fuerza de las guitarras y ponerlas al servicio de hits discotequeros implacables. El nuevo siglo verá a Kasabian, Klaxons, The Horrors o Cut Copy como los obligados referentes de esa tendencia a unificar la electrónica, la psicodelia y las guitarras. Más evidente aún, con la llegada del nuevo milenio y la aparición de los revivals, quedó claro que ahora todos miraban hacia atrás para encontrar inspiración, aunque sin ese componente de “futuro” que si tenía Primal Scream. Precisamente ese elemento de futuro hace de “Loaded” y de Screamadelica, todavía hoy, una referencia ineludible para hablar de los clásicos de la música. Esos mismos con los que quería equipararse Bobby Gillespie.

 

NOTA: Los videos promocionales de Screamadelica fueron re lanzados en formato HD con motivo de su 30 aniversario.

 

 

[EN 7 FRASES] Primal Scream


RECOMENDADO