Ya nos comían las ansias por escuchar el primer disco de larga duración de Tapeworms. A esta exquisita banda la escuchamos por primera vez en 2018, cuando sacaron el EP Everything Will Be Fine y de inmediato detectamos algo «diferente» en su propuesta de shoegaze. Algo más allá de un simple intento genérico.

Ahora que Funtastic vio la luz podemos corroborarlo. La prueba de fuego fue superada, con acuáticos y coloridos riffs que se sumergen en reverb y una atmósfera jovial como para anunciar buenas nuevas en el verano. El trío francés se mece del indie al dreampop, con voces igual de dulces que sofocadas. Todo se pinta rosa, luego azul, de repente violeta y los destellos de luz iluminan el horizonte. Lo galvánico se vuelve romántico, y el optimismo se respira en el aire.

Las texturas tersas de cada rola son bien afianzadas con la implementación de elementos electrónicos a su instrumentación, la cual es predominantemente orgánica, por lo que el equilibrio debe ser uno de los atributos más destacados de la producción. Los synths y las guitarras se encuentran pero jamás se funden; ambos se acompañan en las melodías pop. Bien podrían por momentos recordar a Ringo Deathstarr y en otros episodios a Venera 4, pero no se equivoquen: Tapeworms al final alcanza su propia etiqueta, esa que ahora con su primer LP y de manera prematura le ha hecho ganarse nuestro respeto y estima. Están dando su primer paso pero podrían también estar dándole al nu-gaze el siguiente gran paso en su evolución.

 

[Amor & Reverb] Canciones para shoegazers enamorados: PARTE 2


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