Blankenberge (nombre tomado de una pequeña localidad de Bélgica) es una banda proveniente de San Petesburgo, Rusia y llevan unos años sonando en la red y algunas bocinas de melómanos estudiosos del nuevo shoegaze.

El quinteto formado por Yana Guselnikova (voz, guitarra) Dmitriy Marakov (bajo), Dayan Ayzyatow (guitarra), Sergey Voronstov (batería) y Daniil Levshin (guitarra) debutó en el año 2016 con un EP homónimo que los presentó en la escena como un grupo con pesadas paredes de ruido saturadas de distorsión en sus guitarras, generando un ruido blanco que escondía las sofocadas voces detrás. Tenían una instrumentación sólida y orgánica en cierto punto, y melodías emotivas en slow tempo.

Años, singles y LPs después la banda ha ido mutando su sonido a uno mucho más ligero y nítido, sin salirse del shoegaze pero sí buscando vertientes etéreas en el dreampop. Digamos que si antes podían ser relacionados más con My Boody Valentine ahora se miran más cercanos a Pinkshinyultrablast, por ponerlo de alguna manera. Sin embargo, la fuerza de sus guitarras eléctricas se dejan sentir en algunos puntos cuando llegan en requintos dentro de pequeños interludios instrumentales, intercaladas con guitarras acústicas incluso. Este cambio más hacia la luz y las texturas más sedosas lo podemos casi palpar en su más reciente álbum de larga duración, More (2019):

Es como si Blankenberge estuviera buscando la perfección en su sonido y en los experimentos va dejando momentos de belleza emocional y trozos de delicado pop que en su presentación podemos denominar ethereal shoegazer. Lo cierto es que desde los extremos más ruidosos y densos de su primer dronegaze hasta los más refulgentes y pigmentados de su dreampop se siente a una banda que tiene bien definida la senda que quiere transitar, mirando nostálgicamente hacia los otros 90s y parándose firmemente en el presente en los ensoñadores dominios del nugaze.

 

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