Pop. 1280 (ó 1.280 almas) es el nombre de una de las novelas más aclamadas del escritor Jim Thompson por la forma en que confunde al lector con secretos y dualidades existenciales entre el crimen, la venganza, la muerte, las culpas y el odio sangriento. Entonces no es casualidad que la banda neoyorquina haya adoptado este nombre para presentar su descarnada y perturbadora propuesta musical.

Paradise es el nombre de su tercera y nueva placa discográfica, lanzada con Sacred Bone Records. La banda de cyberpunk va más allá del género, entra en las filas de la locura y la densa carga de un estado mental desvirtuado. Su vocalista Chris Bugg parece disfrutar el juego del acróbata parado con un solo pie al borde del precipicio, cantando letras con el potencial de partirle el corazón al loco más desquiciado, con ritmos entre el macabro death rock y un pulsante synthpunk que lo haría bailar hasta perder el conocimiento. Pero también hay lúcidos momentos de introspección y oda a todas las fobias, en silencio, en la oscuridad. Es, en otras palabras, uno de los discos más perturbadoramente equilibrados que escucharán en este 2016; con tópicos tan viscerales y espeluznantes inspirados en crímenes por mentes siniestras, y con música poderosa y tóxica para melómanos alcoholizados.

 


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