En Australia hay un lugar en el que la nostalgia, el amor y las guitarras jangle se funden en un solo sentimiento que recorre tu cuerpo, desde los tímpanos hasta el mismísimo corazón. Este escenario musical es itinerante, acompaña a English Summer a donde quiera que se encierra para producir su indie pop de ingluencias noventeras.

Hasta ahora esta hermoso proyecto solista (de Caleb Carr) ha coleccionado una buena cantidad de singles de manera regular en los últimos dos años; de hecho, ya tiene registrado un EP, pero no ha alcanzado a lanzar propiamente un disco de larga duración. Es decir, nos encontramos en los pininos todavía de una propuesta que va creciendo emocionalmente, colmando de campanas eléctricas que suenan sutilmente en el aire, como anunciando la llegada de la dulzura hecha canción.

Piensen en Brighter, Another Sunny Day, Felt y The Smiths metidos en una licuadora, dando vueltas en el volumen más bajo de intensidad pero por largas horas sin parar. Dentro parecerá todo un festín de colores de verano y sentimientos otoñales entrelazados en una paleta de sonidos y melodías que conformarán el soundtrack de la juventud eterna.

En alguna ocasiones, el propio Caleb ha reconocido que las fuentes de inspiración de sus canciones son momentos muy bajos que conforman el andar de su vida personal; desde situaciones o reflexiones suicidas hasta la desolación y la desilusión. Comprenderemos entonces que además de música tan humana por su propio eco, también cuenta con una lírica directa en ese sentido.

Ahora que podemos sumergirnos en su húmeda propuesta, no queda más que invitarlos a la ola de emociones que conmueven de manera serena a través de estas dulces canciones. Podríamos ser tan afortunados de estar, sin saberlo, en la antesala de ese gran salto que English Summer tiene por dar con la edición de una producción que amalgame lo mejor de su portafolio, aunado a nuevas piezas que aun no conocemos pero sabemos que nos removerán las fibras.

 


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