Aunque ellos mismos se definen como una colección de idiotas del norte, bdrmm es algo mucho más que eso: más bien entusiastas y estudiosos del dreampop más sofisticado. Bueno, también les vamos a otorgar la etiqueta shoegaze a estos británicos, porque han sabido reinterpretar con éxito ese sonido tan nostálgico y emblemático del underground noventero, pero también marcan su propio sello con letras estridentes.

El sonido de estos chicos es como una bocanada suave de viento acompañado de sereno que se posa sobre tu piel, de día, tarde o media noche, no importa. La sensación siempre es la misma… romántica y sublime tal vez. Sus composiciones son propulsivas, dinámicas pero también orgánicas y ligeras. Se divierten y se tornan melancólicos en un santiamén, mientras guitarras a-la DIIV se mueven garigoleadas por sus ondas a través de nuestros tímpanos.


Además de fresco, algo en bdrmm se siente jovial y enérgico. No es rebeldía, precisamente, tampoco valemadrismo, pero quizá haya algo de inocencia adolescente contagiada en cada nota sonora de su obra, al menos de la que ha registrado en sus primeros pasos de carrera. Este es un acto presumible de la nueva etiqueta indie y pop de guitarras; nos encanta.

 


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