Merge Records, 2021

Calificación

Torres no es una banda-proyecto con el que yo esté muy familiarizado, pero vaya que cuando lo escuchas por primera vez reconsideras darle una oportunidad inmediata y casi indiscutible. Tuve que chutarme un par de sus rolas para armarles esta reseña, y vaya que no me arrepiento ni un momento; el proyecto de Mackenzie Scott es singular por donde quiera que lo escuchen, pero también proviene de un sonido familiar que a muchos seguidores de la alegría gótica nos encanta. Nacido en la jungla de concreto más representativa del mundo, Nueva York, parece a primera vista uno de los tantos proyectos de indie rock-electrónico con fuertes bases en los sampleos de sintetizador y las guitarras malviajadas, pero nada más alejado de su concepto abstracto y natural.

Con solo Scott al frente, quien por cierto realiza un trabajo impecable con todos los instrumentos (y sobre todo con su voz), Torres encuentra su propia fórmula en la creación de paisajes altamente adictivos y no por ello deja de tener una dulzura primigenia que se puede ver (y escuchar) a leguas. Es difícil explicar de qué va su sonido, pero creo que la mejor forma de evaluarlo es invitarlos a que escuchen todo su trabajo en plataformas y perciban las ondas y detonaciones de esta amalgama entre rock alternativo y música de sintetizador.

Ahora, la cantautora norteamericana regresa para mostrarnos una faceta movidona y casi neo-poética en Thirstier, un álbum por lo mucho incandescente, pero con sutiles toques de una melancolía profunda y una sed de histeria que se reflejan desde el primer segundo en que comenzamos a escucharlo. Podríamos decir que este LP tiene varios elementos curiosos, pero creo que lo primordial sería que es una obra ambiciosa y profundamente sincera.

A diferencia de las maquinaciones digitales en trabajos anteriores como Silver Tonge (2020) o Sprinter (2015), este trabajo se siente un paso más cercano a lo melifluo y lo afectivo. Ya no encontramos secuencias de colores industriales o una pasión ligada a lo “técnico” de la electrónica, sino que todo el álbum pareciera un himno intangible que inunda la propia figura de Mackenzie y las revoluciones lumínicas de su música. Y posee dos núcleos fundamentales en los que podríamos condensar su estilo. Por una parte, encontramos una secuencia ininterrumpida de sintetizadores apasionantes e inmersivos que caracterizan el paisaje más etéreo del proyecto, y por otra, una formulación clásica de instrumentos que muestran un sonido más cálido y en ocasiones enérgico del rock alternativo. Lejos de parecer una discordancia entre géneros o una jerarquía desproporcionada, cada una de estas facetas en Torres resulta extremadamente acogedora y memorable según su propia forma, tanto así que ambas circunstancias se complementan muy bien para hacer de la experiencia del álbum un horizonte que va de las armonías más templadas de la música electrónica a los guitarrazos y distorsiones del indie rock.

«Are You Sleepwalkin?»«Drive Me» y «Hugh From a Dinosaur» serían mis recomendaciones personales para que entiendan cómo Scott se transforma de un segundo a otro para mezclar ideas. Ninguna rola se parece entre sí y de ahí viene lo divertido de este proyecto; no sabremos qué esperar de cada pieza hasta que la escuchamos, permitiéndole que juegue con nuestras expectativas y nos arroje, de momentos, escenarios de cuento de hadas o un velo de amor que se rompe minuto a minuto. Todo depende de las circunstancias, pero en general el disco se disfruta si eres un rockero de hueso duro o un amante de la música abstracta; aquí hay para todos.

Pocas veces encontramos un proyecto que esté cimentado en la mutación constante y la paranoia sonora; sin embargo, Torres lo logra en Thirstier de formas muy significativas e ingeniosas. Sin dudarlo es de esas artistas que seguro hace bailar salvajemente al público en sus presentaciones en vivo, y este trabajo queda perfecto para desentrañar cómo algunos elementos como el baile, la hipnosis y el abatimiento se convierten en catalizadores del performance neo-electrónico en la música internacional. Yo no soy mucho de este tipo de proyectos, me late más cosillas medio punketas ligadas al Riot Grrrl, pero debo confesar que Torres me dejó picado desde su primera rola y seguro que todavía hay cosas que descubrir en el camino estético-sonoro de Mackenzie Scott mientras sigue en esta faceta liberal, atrevida y ansiosa por descubrir el placer interno de las rotaciones de la música.

Tracklist:
  1. Are You Sleepwalking?
  2. Don’t Go Puttin Wishes in My Head
  3. Constant Tomorrowland
  4. Drive Me
  5. Big Leap
  6. Hug From a Dinosaur
  7. Thirstier
  8. Kiss the Corners
  9. Hand in the Air
  10. Keep the Devil Out

Me suena a:

Silver Rose

Wild Pink

Garbage


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