La leyenda no solo era músico y poeta; Lou Reed también era fotógrafo. Quizá no muchos lo considerarían un «profesional» en este rubro pero sí contaba con los atributos necesarios, sobre todo su don artístico que nunca ha estado en tela de juicio. No por nada llegó a publicar nada menos que tres foto-libros con su obra en el lente.

A partir de los 60s y a lo largo de su vida, en sus tiempos libres el artista neoyorquino -quizá influenciado por su relación con Andy Warhol, ¿cierto?- se dedicó a tomar cualquier cantidad de tomas urbanas y naturales (sin personas enteramente y muy rara vez con algún vestigio humano). Eran rincones y paisajes que recorría por todo el mundo durante sus giras como músico, todas en blanco y negro (o sepia), siempre buscando la luz y la tranquilidad. Y cuando tenía que hacer la selección de sus mejores capturas para organizar sus libros pasaba por procesos similares a los de ordenar el tracklist de un disco, decía, armando secuencias de modo intuitivo.

En algunos de sus libros (como en el último que publicó, Romanticism de 2009) habla brevemente de sus máximas motivaciones, como su esposa Laurie Anderson, aunque no deja mucho detalle de las fechas o lugares específicos donde hizo las tomas (solo agrega de manera general «España, Italia, China, Dinamarca…», etc.). Tampoco hay títulos, como pueden suponer. Y de esta forma se justificaba:

 

No hay nada que decir. Una imagen vale más que mil palabras. Para citar un lugar común ¿qué voy a decir? ¿»Ahí tienen un árbol en una tormenta en enero»? La respuesta es emocional. Eso es todo lo que quiero.

 

A continuación te dejamos algunas de sus fotos. Parte de una colección no muy valorada o conocida en un personaje revolucionario del arte en todos los sentidos.

 

 

La escena Punk de Nueva York en los 80s, en imprescindibles fotos de «la chica entre la multitud»


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