The Swan Thief ciertamente no es una banda «nueva» en la escena del post-rock norteamericano. En 2013 debutaron con su primer larga duración intitulado (y por lo que nos encontramos en la red, ya se subían a los escenarios desde muchos años antes de eso) pero dejaron pasar mucho tiempo para sacar su sucesor. Ahora, en 2017 es que editaron II y por ello este nombre podría apenas estar sonando por primera vez en sus oídos. Y las comparaciones, desde luego, no tardaron en llegar: Immanu El, I Like Trains, Alcest.

 

Su música, aunque poderosa y explosiva, se siente fresca e instrumentalmente limpia. Es rock lúcido hecho con el corazón y que irradia energía y vitalidad. Y lo llevan hasta las últimas consecuencias emocionalmente hablando. La agresividad de la ejecución de sus instrumentos (sobre todo batería y guitarra) se domestica con esas melodías melancólicas y cinemáticas que se unifican en siete tracks de mediana y larga duración, y la voz de Gabriel Ulibarri que se escucha suave. De esta manera se le ofrece al escucha un álbum magistral y teatral con un balance de componentes casi perfecto.

 

Si aun no estás involucrado con The Swan Thief ahora es el momento preciso de comenzar. Están en un buen punto de su carrera, en el camino ascendente con clímax constantes y sin techo visible aún. No hay post-rock pasional y melodramático que no le venga bien a una vida allá afuera; ya sea para los episodios de tormento o bien para la búsqueda de la armonía con lo que rodea. Y aquí tienes una «nueva» banda que te lo ofrece.

 

 


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