Estridentes sintetizadores, abisales atmósferas, ruidosos riffs eléctricos y angelicales voces femeninas son los elementos que Pinkshinyultrablast reúne para conquistar a los fans del dreampop y el shoegazer del nuevo milenio, a esos que más específicamente se dejan vencer por el virtuosismo de A Sunny Day in Glasgow y/o Panda Riot.

 

Nombrada así en honor a Astrobrite (de Scott Cortez), la banda rusa soltó su primer álbum de larga duración de nombre Everything Else Matters el pasado 20 de enero vía Club AC30 (Reino Unido) y Shelflife (América). Es un melódico y poderoso trabajo el que tenemos aquí, con muchas secuencias que se repiten una y otra vez (como en el post-rock), y crescendos interesantes, toda vez que la electrónica se asoma irreverente y constantemente para formar parte del juego.

 

 

 

El influjo sobre los etéreos momentos del dream-pop en el pasado es notable; humedeciendo cada track y llevándolo a los más altos techos visibles, cerca de atmosféricos cielos y antes de rebotar en las sólidas paredes de ruido distorsionado que lo sostienen todo. Hay variedad y complejidad en ritmos a tal punto que en algunos episodios es imposible predecir qué viene, así que además de seducir con introspección y melancolía, Everything Else Matters también es divertido y optimista… y hasta bailable, si quieren.

 

 

 

Sin duda alguna Pinkshinyultrablast ha entrado en escena con un afortunado álbum que, a pesar de que aún nos queda mucho por recorrer, deberíamos comenzar a considerar como un aspirante serio al mejor debut del año.

 

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