En un siguiente nivel emocional y de madurez, los japoneses firmaron un álbum más luminoso que ‘For My Parents’, quizá más limpio que ‘The Last Dawn’ y sin duda más experimental que ‘Nowhere Now Here’. Además, esta es la vez que más optimistas se les ha escuchado, lo cual confirma que las terapias del duelo y las enseñanzas a partir de las reflexiones sobre el tiempo limitado que tenemos todos en esta vida tuvieron efectos de aliento y esperanza para afrontar el porvenir.
En la historia de la humanidad, el arte ha sido un poderoso canal de expresiones que tratan de explicar nuestras condiciones naturales, en algunos casos de tal manera que detonan procesos catárticos con profundas reflexiones sobre la comprensión de nuestra propia esencia. Con la música, estas experiencias abren un abanico de consecuencias en la interpretación y recepción de emociones con efectos purificadores para el alma, como sucede con MONO, uno de los grupos más especiales del post-rock (etiqueta que desde hace tiempo se le va quedando corta), que hace uso de fórmulas renovadas de la música clásica y orquestal más intensa que se ha escuchado en los últimos tiempos.
Por más de dos décadas, esta banda japonesa (con baterista estadounidense desde hace unos años) ha hecho de la dualidad un espectro fascinante que inspira estos procesos mediante sus monumentales piezas instrumentales. En sus primeros pasos (Under the Pipal Tree, 2001 y One Step More and You Die, 2002) fueron el silencio y el ruido los elementos de reiteración en su búsqueda por un sonido que no tardaría mucho en evolucionar. Más tarde (Walking Cloud and Deep Red Sky…, 2004 y You Are There, 2006) fueron la violencia y la belleza que definieron por completo su estilo igual de denso que fino, monumental y teatral.
Luego, en el periodo que muchos consideran que alcanzaron su cumbre creativa (Hymn to the Immortal Wind, 2009), cambiaron su dualidad por la de oscuridad y luz, y poco después (For My Parents, 2012) la mutaron al amor y la melancolía, firmando en este periodo los dos álbumes más filarmónicos de su catalogo.
Después de eso llegaron los experimentos (Rays of Darkness y The Last Dawn, ambos de 2014), con los que nuevamente se refugiaron en la oscuridad y la luz pero también en la angustia y la esperanza, apostando por la fuerza del minimalismo en piezas sinfónicas más cristalinas que terminaban por fundirse en ruido. Y no pasó mucho tiempo (Requiem for Hell, 2016) para que la vida y la muerte se convirtieran en los tópicos centrales que les motivaron a consagrar su sello sonoro tan distintivo.
Más recientemente, con nuevo baterista, la incorporación de los primeros elementos electrónicos y el debut vocal de Tamaki (Nowhere Now Here, 2019) el cuarteto buscó respuestas en la paz y el caos, sobrevivieron a la pandemia y llegaron a una zona (Pilgrimage of the Soul, 2021) en la que ascendieron picos y descendían a sus respectivos valles, cuestionándose sobre la relatividad del tiempo y el espacio.
Así hemos llegado a este punto, en 2024, año del 25 aniversario de la agrupación que decidió celebrarlo con el lanzamiento de un nuevo LP llamado OATH, un título solemne para reconocer la verdad detrás de las promesas o la sinceridad de nuestras intenciones. Un juramento, vaya. Y tenemos nuevo dualismo: tiempo y vida. Como lo explica Takaakira «Taka» Goto, esta obra se entiende a partir de las dudas, miedos y anhelos que surgen de la intelección de la estadía limitada que tenemos los seres humanos en este plano existencial, en esta escala del viaje llamada subsistencia.
Lo primero que llama la atención es ver un tracklist extenso, de 11 pistas, algo atípico en MONO. De hecho, es el set más largo en su discografía, lo cual significa que las canciones no son tan largas pero esto tiene sentido si entendemos lo efímero que es nuestro paso por este mundo, que en proporciones milenarias del universo ocurre en un abrir y cerrar de ojos. Estas canciones son como los fugaces momentos de la vida que de poco a poco van formando un cúmulo de experiencias que cuentan nuestra historia y formulan naturalmente las preguntas que Taka nos plantea: ¿Qué hacemos aquí? ¿Cuál es nuestro propósito, la razón por la que despertamos cada mañana?
Cuando vemos títulos como «Hourglass», «Run On» o «Times Goes By» entendemos que el tiempo apremia, o al menos esa parece ser la inquietud original de los nipones, sin embargo, en un set que se extiende hasta los 71 minutos vamos a avanzar hasta que cambiemos las preocupaciones por asimilaciones, las urgencia por la paciencia y el pesimismo por la euforia.
Los primeros tres tracks, «Us, Then», «Oath» y «Then, Us» conforman una serie conceptual como un voto temprano a la ilusión y una promesa eterna a la memoria de aquellos que se han ido, a partir de una instrumentación moderada (para los parámetros MONO, claro) con patrones que se repiten de manera sublime. Violines, trompetas, la línea de bajo de Tamaki mucho más serena y el timbre de batería de Dahm más cercano y luminoso que nunca (suena como si estuviera en vivo a veces) acompañan las clásicas guitarras de Taka y Yoda que no saturan el ambiente, sino que lo crean y lo alumbran.
El single «Run On», que debe ser uno de los más experimentales que ha hecho la banda, trata sobre modificar nuestra actitud respecto a la muerte, cambiando nuestro estado de ánimo, mirando hacia arriba o a través de los portales de nuestra dimensión para vislumbrar el siguiente puerto de la odisea. Luego, los temas «Reflection» y «Hear the Wind Sing», suaves y moderados en sus crescendos y envueltos en un clima tan fresco como el rocío de una mañana, nos invitan a contemplar las bellezas de lo mundano identificando los verdaderos encantos de la vida.
Debemos tener en cuenta que gran parte de la inspiración de este elepé nace de las muertes dolorosas que acompañaron a Taka en estos últimos cinco años. Su padre y muchos amigos se fueron, y por si fuera poco, justo después de terminar de producir este disco su entrañable cómplice en el estudio durante 22 años, Steve Albini, también falleció. De hecho, este fue uno de los últimos discos en los que este reputado productor trabajó, y ya se encontraba metiéndole mano -días antes de su muerte- a un soundtrack que MONO había grabado para un documental japonés. Entonces, parte de este duelo pero sobre todo la terapia de sanación de Goto fue aprender a admirar los milagros del día a día para desviar su atención de la tristeza. Y creo que esta primera parte del álbum se basa en eso, precisamente.
Luego, «Hourglass» aparece como la clásica canción sin percusión que tienen casi todos los discos de MONO, como el descanso de la travesía, y también goza del piano como protagonista pero ahora con un toque más electrónico y ambiental, entrelazado con las árticas guitarras que campanean en el interior de quien escucha con cuidado. Enseguida, «Moonlight Drawing» propone un levanto al vuelo con emocionantes redobles y unas cuerdas eléctricas chirriantes que se fusionan con los instrumentos de viento, dándole vida a un crescendo controlado mediante acordes intensos que, en lugar de generar una intensa explosión, nos ofrecen más bien un cúmulo vibrante de energía estática.
Algo similar ocurre con «Holy Winter», que también funde los pianos y las guitarras hasta que los emotivos violines acuden como domadores de un huracán que amenaza pero nunca llega. Si bien es cierto que en esta parte muy avanzada del disco confirmamos que los característicos trémolos en cascada de Taka no son aquí el principal conductor de emociones, sí identificamos sus nuevos torrentes de electricidad y viento que distorsionan sutilmente el ambiente como los nuevos canales para generar las catarsis en quien escucha.
En general, podemos decir que la sensación es similar a la de contemplar un mar aparentemente tranquilo en su superficie, sin oleaje ni corrientes tempestuosas visibles, aunque eso no significa que por debajo estén ocurriendo remolinos que sacuden las entrañas más profundas de este océano que esconde sus propios enigmas, así como los seres humanos ocultamos nuestros miedos y más oscuros secretos.
Entonces, como dicen por ahí, lo mejor se guarda para el final. Las dos canciones más conmovedoras del LP: «We All Shine On» y «Times Goes By». Sin ser turbulentas ni dinamitadas, son ejecutadas mucha pasión. La primera tiene en su intro uno de los riffs más soberbios de los años recientes de la banda, y su vigorosa percusión nos va empujando a afrontar algo realmente emocionante que esconde el borde de un abismo, generando la dosis perfecta de adrenalina para considerar seriamente saltar hacia él y alcanzarlo. El drama, los miedos y la nostalgia se estrechan para abrazarnos con fuerza y conmoción.
La segunda -con la que cierra el álbum- es similar al menos en lo relativo a los arreglos sinfónicos que vibran en la misma frecuencia de este cinemático ejemplar de post-rock. Sin embargo, el torbellino emocional jala de la melancolía y el júbilo, una extraordinaria confusión que adormece el cuerpo y ablanda el corazón. No es una pieza bulliciosa ni oscura propiamente, pero sí nos vence y lleva a un estado de vulnerabilidad impactante. Al final de la experiencia sólo queda una luz resplandeciente en frente que abre un portal de manera triunfante. Y quién sabe, tal vez en su próxima obra Taka y compañía nos tomen de la mano para atravesarlo.
De esta manera, MONO marcan nuevos parámetros porque su constante evolución no cesa. En un siguiente nivel emocional y de madurez, firmaron en OATH un álbum más luminoso que For My Parents, quizá más limpio que The Last Dawn y sin duda alguna más experimental que Nowhere Now Here. Además, esta es la vez que más optimistas se les ha escuchado, lo cual confirma que las terapias del duelo y las enseñanzas a partir de las reflexiones sobre el tiempo limitado que tenemos todos en esta vida tuvieron efectos de aliento y esperanza para afrontar el porvenir.
Siguen con tanto que ofrecernos como lo han hecho desde hace dos décadas, siempre con una nueva experiencia y un nuevo enfoque. Nadie en el siglo XXI ha abrazado la dualidad como lo han hecho ellos. Su música es tan intensa que se tatúa en la piel, trasciende hasta las vísceras y colma de paz el alma. Ha sido un placer ser parte de este viaje por 25 años. Somos afortunados en el aquí y el ahora, y nos emociona pensar lo que depara el futuro.
TRACKLIST:
Us, Then
Oath
Then, Us
Run On
Reflection
Hear the Wind Sing
Hourglass
Moonlight Drawing
Holy Winter
We All Shine On
Times Goes By
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