El post rock es uno de los géneros musicales (relativamente nuevos) más emotivos hoy en día. Y, como en todas las etiquetas musicales, existen sub-etiquetas que otorgan diversidad a sus registros. Hay bandas más relajadas que sueñan cerca de los campos del ambient, otras van más desenfrenadas en el black metal, incluso hay unas más experimentales que mezclan elementos del jazz con música electrónica, pero la característica prominente en la mayoría de estos casos es que se prescinde de las voces, quedando a cargo los instrumentos de la enorme responsabilidad de estimular la imaginación y los sentidos a través de sus melodías.

Hay, además, una vertiente en el post-rock más profunda e intelectual que algunas bandas se han atrevido a explorar y que remueve más fibras que el resto; se trata de la conjugación de elementos básicos de la música clásica que derivan sobre una base compuesta principalmente por instrumentos de rock, y en la que guitarras y violines conviven en perfecta armonía con una vibración tan orgánica como surrealista. En este rubro podemos identificar algunos casos emblemáticos, unos cuantos gigantes de la escena como Godspeed You! Black Emperor, Mogwai, Explosions in the Sky, MONO o Sigur Rós.  Pero hoy hablaremos de un grupo menos conocido proveniente de Suiza, que en su paso fugaz por la escena, a inicios de este milenio, dejó tan solo dos firmas discográficas y una obra maestra para la posteridad. Nos referimos a The Evpatoria Report y particularmente su escalofriante odisea espacial “Taijin Kyofusho”.

El nombre Evpatoria proviene de una ciudad en Crimena, Ucrania, en donde se encuentra una antena parabólica que envía mensajes al espacio exterior en los que se describe la vida en La Tierra, con el fin de establecer contacto con algún tipo de inteligencia. Por otro lado, Taijin Kyofusho es un trastorno mental derivado de la ansiedad o la fobia social; en Asia,  principalmente en Japón y Corea, se considera un síndrome y se caracteriza por la inseguridad y timidez ante las relaciones sociales, producto del miedo a ser juzgado.

La relación entre estos dos orígenes nos la propone esta banda con una de las más grandes desgracias en la comunidad aeroespacial: la misión fallida STS-107, en la que el transbordador Columbia fue enviado al espacio exterior durante 15 días (del 16 de enero al 01 de febrero de 2003) y que culminó en tragedia al ser desintegrado por la atmósfera terrestre cuando emprendía su retorno, terminando con la vida de sus siete tripulantes, según la versión oficial de la NASA. Este fue un suceso de tal impacto que todas las operaciones de vuelo fueron suspendidas por más de dos años; la construcción de la nueva Estación Espacial Internacional (ISS) también tuvo que esperar. Sin duda fue un acontecimiento vestido de luto y desdicha.

Dos años después, The Evpatoria Report se encontraba grabando su primer LP, Golevka (nombre que hace referencia a un asteroide que forma parte de los planetoides Apolo), cuya médula creativa fue esta conmovedora composición que decidieron acompañar precisamente con las últimas interacciones en la comunicación entre el Centro de Misión y el transbordador Columbia, cuando este último se encontraba a más de 60 km de altura y unos 50 minutos de su aterrizaje. Esos instantes del dialogo acompañan el inicio de la canción y se escuchan dramáticamente entre suaves arpegios en un sobrecogedor y repetitivo riff que empieza a musicalizar esta fatal historia y que, de paso, le hacen cobrar un nuevo sentido ante la sugerencia de una versión alterna y “extraoficial” de lo que ocurrió.

 

CAPCOM: And Columbia, the Hyd Fluid Thermal Conditioning will not be required today… We’ll meet you on the cards.

 

PLT: We copy Houston, Hyd Fluid Thermal Conditioning not required and we copy going to the cards.

 

CAPCOM: And Rick, don’t wanna lead you astray, and don’t forget the stuff on page 3-44.

 

CDR (Rick Husband): Alright we’re checking that, we got the flight controller power on and we’re working through the rest of it as well, thanks.

 

CAPCOM: Sounds good.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, for Rick we’ll take another ITEM 27, please.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, comm check.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, comm check.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, UHF comm check.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, UHF comm check.

 

CAPCOM: Columbia, Houston, UHF comm check…

 

Técnicamente hablando, el track por sí solo es estremecedor. Si bien no hay secuencias muy complejas ni mutaciones tan radicales, sí tiene la intensidad emocional necesaria para originar un cúmulo creciente de sentimientos en el que predominan la melancolía y la nostalgia. El sampler de este extracto de la conversación otorga un aliciente palpitante al escucharse de fondo, cuando la travesía comienza, y luego se desvanece en el momento más doloroso, es decir, cuando se pierde la comunicación, y es entonces cuando progresivamente se levanta el vuelo sonoro hacia el cosmos.

Lo escuchamos es un magnífico ejemplo de lo mucho que se puede lograr en la música cuando se apela a la perfecta combinación de todo tipo de componentes, por más simples que sean. Las desgarradoras notas se repiten una y otra vez en una aleación de elementos de viento y electricidad, llevándote en total vulnerabilidad a la construcción de algo monumental que sabes va a terminar inevitablemente en una catarsis colosal.

Lo anterior, decíamos, sugiere una perspectiva distinta de este relato. Quizá las lecturas anómalas de temperatura que se detectaron en los sensores del transbordador antes de dejar de emitir señal alguna no fue lo que ocasionó este terrible accidente. Quizá no fue el ingreso de plasma con gases ionizados al interior del panel lo que selló el funesto desenlace para sus tripulantes. Tal vez fue otra cosa la que ocurrió. Tal vez hubo algo allá afuera, en la oscuridad y desolación de la estratósfera, que estos astronautas no quisieron dejar atrás. Tal vez ellos, o algunos de ellos sufrían del síndrome Taijin Kyofusho y observaron en la vía láctea su refugio eterno para escapar de sus alteraciones mentales. Probablemente este miedo irracional hacia el contacto humano los determinó de último momento a dar marcha atrás y no volver nunca más a la Tierra, para regresar a su lugar de origen y no tener que seguir lidiando con su inestabilidad social ni hacer daño a los demás.

Después de todo, no somos más que polvo de estrellas, y tal vez ellos simplemente decidieron regresar a casa.

 


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