The Psychedelic Furs, viejos conocidos y maestros del post-punk en décadas muy lejanas, torturaron a sus fans por 29 años al refugiarse en el exilio y permanecer en absoluto silencio. Con tanto tiempo, muchos pensamos que su historia había llegado a su fin y francamente se les tenía ya en el olvido. Pero vaya sorpresa agradable a inicios de este 2020, antes del caos del coronavirus, cuando los británicos se posaron frente a los reflectores una vez más con material inédito, recién salido del estudio y confirmándolo en un nuevo álbum de larga duración: Made of Rain.
El título surgió a partir de un poema que habla de la muerte (The Man Made of Rain de Brendan Kennelly), aunque las propias circunstancias en el hecho de volver de esta manera hacen de este acto uno más parecido a una resurrección. Pero escuchando el LP de pi a pa quizá ni eso, sino algo totalmente distinto. Veamos…
El ahora sexteto (con los hermanos Butler todavía al frente) ciertamente retoman las cosas donde las dejaron en World Outside (1991) pero conforme avanza el tracklist, poco a poco parecen ir forjando un nuevo sonido o, digamos de otra manera, actualizando su característico sonido. «The Boy that Invented the Rock & Roll» inicia en los 80s y nos lleva disimuladamente a los 90s con un emotivo coro que presume la voz de Richard Butler todavía anclada en su mejor tono. El sax y los keyboards le dan mucho, pero muchísimo porte al tema, y por ahí las batacas escatiman en sus ritmos para no desbordar todas las buenas nuevas de un solo golpe.
Con la mesa servida y una bienvenida al más puro estilo de este icono del after-punk, llega uno de los singles más pegadizos de la producción, «Don’t Believe» que nos recuerda esa fascinación por la psicodelia que los Butler y compañía siempre mostraron en sus guitarras. En su timbre Richard suena maduro, con una voz sobria y oscura, muy adecuada a la atmósfera que comienza a respirarse en el disco a partir de este punto. «You’ll Be Mine» nos mantiene ahí, en el pasado, pero con una sensación de ir avanzando en el tiempo con trucos electrónicos sutiles y las frías percusiones detrás, sosteniendo todo en tempos lentos. Los keyboards dan versatilidad a la melodía y la electricidad de las guitarras van tomando cada vez más protagonismo.
Cuando la melancolía y la nostalgia chocan suavemente por aquellas canciones es tiempo de que llegue «Wrong Train» con su cadencia súper emotiva y un estilo de balada optimista. Demos 10,000 puntos para esas guitarras, tanto acústicas como eléctricas que marcan el sello distintivo de este track que ya habían tcoado años atrás en sus directos pero nunca la habían grabado en el estudio. Mientras tanto se abre camino para la sacudida que representa al instante «This’ll Never Be Like Love» que, si me apuran, podría presumir como la mejor rola del álbum y la composición de romanticismo afligido más pulcro en su repertorio gracias a un distinguido sax que, por brillar elegantemente en el post-punk, parece evocar a los Love and Rockets en un solo que nos deja con la boca abierta. Luego, en la segunda vuelta del mismo solo se entrelazan trompeta y guitarra y bueno, aquello termina en algo monumental que uno quisiera que durara para siempre.
Y sin darnos cuenta salimos del pasado y nos posamos ya en el presente con «Ash Wednesday» que pone a los Furs en la vanguardia con ritmos y construcciones más experimentales; y rápidamente nos vamos al futuro con tracks como «Come All Ye Faithful» y su camuflajeado trip-hop, o «Tiny Hands» y su fresco pop (lo más digerible o «comercial» del LP). En medio se cuela «No-One» con una estimulante manifestación de dark-pop en su vertiente más alternativa. Es en este tramo del álbum es donde se puede percibir a una banda ciertamente veterana pero muy rejuvenecida, retomando viejos trucos al mismo tiempo que refresca su sonido, atreviéndose un poco más y dando pasos súper calculados exhibiendo ese colmillo retorcido.
Al final del tracklist se despiden de la aventura con «Stars», una canción que podría estar parando a la banda en miras a su siguiente paso en la música (no lo sabemos hasta que llegue su próximo disco). Apelan aquí a ganchos melódicos efectivoss y otra vez a sensaciones de melancolía y romanticismo para remover alguna que otra fibra o alborotar las mariposas en el estómago. Es también la mayor apuesta psicodélica que hacen en su nuevo pop, o lo que en su cosmovisión entienden por pop, mejor dicho, y le dan un poco de más luz a su resonancia para que no se queden inmersos en la oscuridad, dejando además que la guitarra tome vuelo y expanda sus ondas como rechinidos corrosivos en los tímpanos. Nada mal.
A excepción de esta última pista, las sombras son otra vez refugio de The Psychedelic Furs en su nuevo álbum. Made of Rain es tan oscuro y psicodélico como cualquiera de sus discos pasados, sin embargo se siente extrañamente más nostálgico que ninguno por alguna especial razón. Conmueve en sus puntos más vulnerables, tanto líricos como instrumentales. Pero hay algo más, esencialmente hablando, que nos genera una impresión especial, un efecto particular en la agrupación. Y es que más que un regreso este trabajo se siente como una mutación calculada, como una catarsis en la que se están desprendiendo de algo importante para irlo dejando atrás, y cada track es una ceremonia particular con la que se despiden de estos elementos. Simultáneamente apuntan su mirada a un horizonte nuevo, deciden explorar sendas distintas aunque familiares en la música sin aún estar seguros a dónde van, pero sí dejando por claro que es otro lugar.
Tracklist:
- The Boy that Invented Rock & Roll
- Don’t Believe
- You’ll Be Mine
- Wrong Train
- This’ll Never Be Like Love
- Ash Wednesday
- Come All Ye Faithful
- No-One
- Tiny Hands
- Hide the Medicine
- Turn Your Back on Me
- Stars
Me suena a: Love and Rockets, Picture One, Close Lobsters
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