Autor: Rob Leno
Me llamaron Luis como mi abuelo y Roberto como mi padre. No me considero un experto musical ni pretendo serlo, así que me limitaré a compartir mis opiniones de la manera más honesta posible. Mi trabajo actual no tiene nada que ver con la industria musical ni con ciencias de la comunicación, periodismo o alguna profesión que pueda considerarse como “creativa”, así que no esperen que vaya a canonizar pomposamente a algún artista y mucho menos si es contemporáneo. Es sólo que pienso que cada camada nueva, por más creatividad que pueda presumirse, carece casi siempre de algo simple pero siempre irremplazable: esencia. Claro, siempre hay excepciones. Amante de la psicodelia para los viajes largos, el shoegaze para saborear la tristeza y el noise para las ganas de romper una vajilla, así como de todos esos sonidos iguales de oscuros como sexuales para sentir el abrazo de un escalofrío. Admiro a Bowie, Reed, Stones, Zeppelin, Dylan y Barret, por mencionar algunos. Pero no se equivoquen, yo le entro a todo mientras tenga esa chispa. También soy romántico y me gustan los Drifters y la barbershop music. Ya pedo no bailo porque no sé hacerlo, pero también la salsa es sabrosa de oír.