Era 1992, en esa primavera en la que por primera vez Robert Smith cantaba que los viernes se enamoraba, comenzando la gira del álbum Wish que iba a ser dividida en dos ciclos: primero el tour «primaveral» por territorio inglés únicamente, y luego el tour mundial que iniciaría en América del Norte, pasaría por Oceanía y culminaría en Europa.
Aquellos también eran días en los que The Cure pasaba por episodios, digamos, no muy saludables en su convivencia interna. Acababan de ver marcharse de la alineación a Roger O’Donell, quien fue reemplazado rápidamente por Perry Bamonte; y algunos en el grupo compartían un pesimista sentimiento de incertidumbre propagado por un Robert Smith que, sin superar la guerra legal que mantenía con su ex compañero Lol Tolhurst, parecía cansado de la misma dinámica de disco-gira-disco y no vislumbraba un futuro cierto para la agrupación. Sin embargo, su álbum recién publicado fue un éxito inmediato y eso los ayudaba a mantenerse arriba anímicamente. Pensaban que quizá estas vueltas alrededor del mundo los volverían a meter en una coexistencia positiva después de todo. Así que, no obstante los altibajos, estaban listos para la aventura. Solo hacía falta buscar un cómplice como compañero de viaje, un coautor en la generación de vibraciones sonoras que se entrelazaran casi naturalmente en las atmósferas lúgubres de su música. Y ya tenían algunos nombres en mente.
¿Los candidatos? Puro peso pesado británico en ascenso: My Bloody Valentine, Curve y PJ Harvey. Los primeros venían de romper paradigmas con el álbum Loveless, los segundos venían de apenas debutar con el LP Doppelgänge, mientras que la tercera candidata también se daba a conocer con su primer disco Dry. Sin embargo, entre los nuevos gustos del bajista Simon Gallup y el vocalista Smith aparecía por ahí una nueva banda llamada Cranes que había lanzado un año atrás su primer disco Wings of Joy, uno que parece posteriormente terminó por cautivar al resto de los compañeros, pues de manera unánime declinaron por este último místico acto del post-punk que lideraban los hermanos Alison y Jim Shaw, acompañados en ese entonces del guitarro Mark Francombe, quien confesó que ellos fueron los más sorprendidos de la invitación que recibieron y por ningún motivo pensaron en rechazarla.
Así entonces, la maquinaría se echó a andar y la primera noche que The Cure y Cranes tocaron juntos fue un 23 de mayo del ’92, en Pittsburg. A partir de ahí los miembros de ambos grupos hicieron buenas migas y convivían igual dentro y fuera de camerinos, compartiendo incluso borracheras con champagne en los hoteles, como también Francombe platicó en diversas entrevistas de aquellos días. Dijo, incluso, que el mismo Smith una vez le confesó que la razón principal de haber decidido invitarlos en este tour era precisamente alimentar la convivencia y romper la monotonía del día a día entre los miembros de The Cure. Algo así como una terapia, vaya.
No obstante, una mala noticia llegó pronto. Desde el día #1 el malestar físico de Gallup se hizo notar. Él pasaba por una depresión según recuerdan sus compañeros. Avanzaron las noches y tuvo que hacerse a un lado para no afectar las actuaciones de la banda, y en su lugar dio un paso al frente Roberto Soave. Luego, ya cerca del final del tour, cuando pasaban por el Stade Couvert Regional de la comuna francesa Liévin, el 15 de noviembre otra baja aun más sensible llegó, debido a los problemas de salud de la cantante Alison Shaw, por lo que Cranes tuvo que tocar su set de cinco canciones (de poco menos de media hora de duración en total) de manera instrumental, pero con nada más y nada menos que Robert Smith y Porl Thompson de invitados en su alineación (ahora invirtiendo los papeles) como guitarristas con el fin de hacer notar menos la ausencia de aquella angelical voz de su frontwoman.
De esta gira conjunta quedó un saldo de 101 conciertos en 20 países distintos, incluyendo la primera visita en la historia de The Cure (y Cranes) a México, específicamente a Monterrey. También quedaron las ediciones de dos discos en vivo (Show y Paris, ambos del ’93) y las dos referidas retiradas por salud, claro. Lo más malo: también se cobró la primera ruptura temporal de la banda estelar, confirmando aquellas premoniciones de Robert Smith. En ese sentido, al final la terapia no sirvió de mucho que digamos.
Pero muchos años después -12 para ser exactos- unos reformados The Cure y unos ya consolidados Cranes volverían a encontrarse en los escenarios. Esto ocurrió mientras los hermanos Shaw promocionaban su disco Future Songs (2001), entonces Smith y compañía los invitaron otra vez, ahora para acompañarlos en su gig en el Hyde Park del 2002. Según recuerda la propia Alison en una entrevista otorgada al periodista Anthony Strutt, ellos de repente recibieron una llamada de sus viejos amigos, lo cual volvió a ser una sorpresa pues tenían años sin comunicarse, y sin dudarlo dijeron que sí nuevamente. Luego, cuando Cranes promocionaba el disco Partciles & Waves en 2004 nuevamente fueron reclutados por The Cure para tocar en el Move Festival en Mánchester, Inglaterra. Y adivinen qué: dijeron que sí por tercera vez. Pero ninguna ocasión como aquella noche tan especial en Francia, en la que lastimosamente por indisposición de Alison ambas bandas se fusionaron en una sola, sin distinción de trayectorias ni jerarquías del momento.
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