Seguramente la siguiente historia -si es que no la habían escuchado antes- les provocará la misma extrañeza que a nosotros cada vez que la recordamos. Es sobre lo que tuvo que ocurrir para que existieran una de las canciones más emblemáticas de los 90s: «Teardrop» de Massive Attack con Elizabeth Fraser. Todos nos hemos regocijado al menos una vez con esa exótica balada de trip-hop cuyos beats nos recuerdan los latidos de un tranquilo corazón, pero pocos conocen la historia no solo detrás de su lanzamiento o sus sesiones de grabación, sino también de su idea original.

Por allá del año 1997, cuando surgió la pista y se grabó en su versión demo, Andrew Bowles tenía en mente a Madonna para vocalizarla, incluso ya había titulado el track como «No Don’t». Por el contrario, Grant Marshall y Robert Del Naja no estaban del todo convencidos con la propuesta de su compañero y pensaron en la vocalista de Cocteau Twins como la única opción viable para esta tarea, y además descartaron el título de la canción aunque por el momento no tenían ninguno que les convenciera.

Esta disputa se volvió más seria de lo que se esperaba debido a que Bowles desafío a sus compañeros al invitar, sin previo consenso, a Madonna para iniciar las grabaciones, por lo que Marshall se vio obligado a hablar con ella para decirle que todo había sido un error. Esto llevó posteriormente a Bowles a grabar su propia versión de «No Don’t» en solitario, permitiendo así que Massive Attack concretara su misión con La Voz de Dios (como la prensa británica ya había apodado a Liz Fraser), perfeccionando aun más esta canción que ya en su versión de estudio. Luego, fue con aquél mítico video dirigido por Walter Stern y en el que un feto canta sus letras, que la magia hizo efecto y el mundo contemplo esta refinada obra que sonaba tan humana como electrónica en dosis iguales.

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Pero, ¿por qué un tema aparentemente tan sencillo en estructura y moderadamente experimental pudo crear un aura tan especial y remover tanta emociones? La respuesta está en la interpretación de Liz. En ese entonces, mientras las sesiones se llevaban a cabo ella pasaba por momentos muy difíciles (lamentablemente una constante en su vida). No sólo asimilaba la separación definitiva de Cocteau Twins, sino también la ruptura con su ex novio Jeff Buckley. De hecho, confiesa que en esos días que recibió la invitación formal de la banda de Bristol para participar en estas sesiones, ella se encontraba en una etapa muy deprimente, en la que solía leer muchas de las cartas de amor que se escribían ella y Jeff. Pero sin duda el golpe más brutal vino tan solo meses después, cuando le informaron que él había muerto (mayo de 1997); fue entonces que la canción tomó su nombre casi de forma natural: «Teardrop» (como fue publicada en abril de 1998).

No es que nos alegre que Liz se encontrara en una situación emocional así de desafortunada cuando aceptó darle vida a este clásico, ni mucho menos, pero es evidente que su alma desquebrajada hizo palpable la melancolía y el dolor en cada una de sus notas. De lo que sí podemos estar no solo felices sino agradecidos eternamente con Marshall y Del Naja es por oponerse al capricho de Bowles y no permitir que se estropeara lo que en aquél entonces era un diamante en bruto, pues estamos seguros que Madonna nunca, jamás al menos en este plano universal hubiera logrado una interpretación de este nivel:

 


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