¿Cómo llevar los elementos orquestales viscerales entre el caos y la brillantez de un álbum ecléctico que se vuelve progresivamente atemporal, y trae consigo una alegoría hilarante del mismo infierno?
La jovial banda black midi se ha caracterizado por traer paisajes disociados con una extraña mezcla musical bajo esquemas de un rock progresivo con matices math para realizar composiciones brutalmente frenéticas e irreverentes, y ahora los liderados por Geordie Greep vuelven para entregarnos Hellfire, su tercer LP bajo la mano del sello Rough Trade Records. Es un disco punzante pero extrañamente armonioso que se encamina al frenesí de lo sinfónico; una obra conceptual que refleja guiños de un Dante Aligheri cuando se trata de hablar del destino temporal y eterno del ser humano dentro de un pasaje llamado infierno; irónicamente una producción que es hasta el momento el más apaciguado de sus trabajos y, sin embargo, mantiene la esencia caótica de sus orígenes de aquel explosivo Schlagenheim del 2019 (con el que fueron acreedores a un Mercury Prize), y el Covalcade del 2021.
Este es un álbum que impregna la idea de maldad a través de una narrativa de personajes que van representando las facetas mas oscuras de la humanidad, es decir, personajes viles. Así que podríamos decir que aquí se pasean proxenetas, adictos, asesinos, y maldades asiduas que Geordie Greep logra narrar en historias complejas con un spoken word acelerado mientras los contrastes musicales recrean escenarios que sirven como imágenes figuradas, para darle sentido a lo que pareciera ser irracional; un dramatismo elevado a una acción voraz donde inclusive pudiese ser llevado a la pantalla para así entender la complejidad del lenguaje en su forma visual. Lo escénico se hace presente y esto mismo hace que el salvajismo del elepé esté a un nivel brutal, complejo. Y hablando de complejidad, Hellfire pareciera ser hasta ahora una obra mayúsculamente minuciosa; si ya de por si la agrupación se ha caracterizado por disonancias musicales y altos contrastes caóticos en compases poco comunes que le dan un atasque sincronizado, acá no se alejan de esa línea, sin embargo, es una obra más progresiva por los tracks que lo conforman y por el cómo se encuentran acomodados: pareciera que estamos presenciando una ópera muy ad hoc a nuestra época, una concepción clavadísima entre las ocho canciones y dos que sirven como interludios o, mejor dicho, transiciones («Half Time» y «The Defence») para darle esa suma integrada de un solo elemento musical. Las exploraciones son concebidas a partir de paisajes sonoros que ponen al escucha a indagar en ellos, llevándolo como si de una montaña rusa se tratase.
El grupo se mantiene fiel a su estilo y eso es algo que pocas bandas han logrado de manera madura y constante. El salvajismo hace movimientos musicales complejos, lo volvemos a repetir porque es claro que la paleta de sonidos, así como los instrumentos que aparecen en cada uno de las piezas que conforman un todo de manera unida, marcan la diferencia con sus álbumes anteriores. Ahora encontramos guitarras flamencas que se diluyen en percusiones arrítmicas mientras los cambios drásticos bien ejecutados se combinan con elementos jazzísticos y voces que van de tonalidades neutras, hasta voces chirriantes sin frenesí y un caos que se ameniza con ligeras transiciones acústicas entre un track a otro. Los efectos le dan un contraste marcado, y son estos los que dan lectura a la obra y marcan un lado sarcástico al disco, metiendo varios ambientes sonoros, el ring de una pelea de box, transmisiones radiofónicas y hasta una guerra. Esta obra entonces ironiza sobre el mundo y da crítica de ello.
Temas como «Still», «Eat Men Eat» y «The Defence» muestran esta nueva cara de black midi, con un sentido dramático que combina ambientes tranquilos, y que después de algunos minutos emanan poderío. Otros temas como «Sugar/Tzu», «Welcome To Hell» y «The Race Is About To Begin» apuestan por el caos, por una línea y un sello característico de la banda, pero ahora más sofisticados y minuciosos.
La música de black midi es la gracia del error que la da el sentido humano, un algoritmo que es capaz de consagrar la realidad distorsionándola atrevidamente en un vaivén amenazador, pero al mismo tiempo esperanzador. Por ello aplaudo la grandeza de esta agrupación que puede ser capaz de llevar la instrumentación a un nivel altísimo de composición; blackers que le dan cabida a todo lo permitido posible para llevarlo súbitamente a terrenos atemporales.
TRACKLIST:
Hellfire
Sugar/Tzu
Welcome to Hell
Still
Half Time
The Race is About to Begin
Dangerous Liaisons
The Defence
27 Questions
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