La esencia del dreampop ya tiene suficientes aristas, tesoros y figuras que sería casi imposible enumerarlas todas. Vaya, es un género que viene ampliándose desde hace ya varios años y es fácil distinguir cuando un proyecto es totalmente “clásico” a otro que ha sido modificado por corrientes, sonidos y superficies. El dreampop de antaño es bien característico, pero es difícil de enunciar. Simplemente lo encuentras: ese paisaje cianótico de guitarrazos llenos de reverb y distorsión acompañados de una nostalgia impecable y dura.
Por otro lado, también existen ramas del género que tiran más hacia el lado indie. Guiado desde una propuesta más “refinada” y experimentando en sonidos apacibles y alternativos, el dreampop ha dado pasos agigantados hacia una estética meliflua y encantadora. Cada sección tiene lo suyo pero debemos reconocer que su nuevo estilo, emulado desde la sensibilidad instrumental y las abstracciones diáfanas, ha sido foco de atención y vanguardia en los últimos años. Algo de eso podemos encontrar en Tales of Adolescence, el nuevo y primer álbum de la banda holandesa Maida Rose.
Con apenas un puñado de producciones que oscilan entre lo psicodélico y lo indie, Maida Rose resulta una banda fácil de digerir, sobre todo para quienes están más acostumbrados a las baladas nostálgicas o los encuentros de teclados armoniosos y sinfonías juguetonas. El grupo formado por Roos Meijer y Javier den Leeuw es un caso singular porque, a pesar de incursionar en un género ya establecido por usuarios del viejo continente y sus malviajes etéreos, han sabido mantener una estética propia que recae en destellos y saturaciones idílicas.
Este es un álbum que florece con tranquilidad. Lejos de ese pop “agresivo” que busca la calamidad entre ambientes fugaces, sus melodías se desarrollan mediante la armonía de espacios inmersivos y empalagosos. Desde el comienzo del álbum con «Harmony of Heartache» hasta «Whitin II», las canciones avanzan entre bajeos imperceptibles, riffs arcanos, teclados contemplativos, ritmos pasajeros y voces relucientes, todo ello mezclado en un tiempo que avanza con calma, paso a paso.
Podríamos decir que, en esencia, este es un material extremadamente contemplativo. No hay ni un solo minuto donde se rompa esa fórmula de luminosidad permanente, logrando momentos de iridiscencia que bien podrían representarse con la portada del álbum o con algún otro momento de distorsión contenida. El disco posee los momentos justos para desencadenar un poder innato del dreampop, presentándonos varios oleajes de un sonido cálido y esperanzador.
Algunas rolas como «Whitin» y «Wherever I Am» son la excepción a la regla. El bajo y la batería se activan en contraataques mucho más marcados, catapultando al LP hacia sonidos dinámicos y excesivos pero siempre manteniendo esa línea de nostalgia y quietud premeditada que le va de maravilla a este tipo de bandas y producciones. Con ello, estas rolas le dan buen balance a un álbum que por momentos se siente extremadamente pasivo.
Para aquellos amantes de un rock alternativo situado en la periferia de la tranquilidad y lo indie, esta obra será un deleite. No llega a tales puntos de distorsión espacial como en otras agrupaciones del género, y eso quizá es el toque mágico de esta banda: reencontrar el reverb en voces angelicales, anécdotas de la juventud y una instrumentalización paulatina, que vislumbra su camino a través de la pasividad amorosa y las levitaciones acogedoras. Maida Rose logra en Tales of Adolescence un trabajo repleto de momentos fluorescentes y apoteósicos, creado meticulosamente gracias a un cariño incondicional hacia los sonidos seductores y melancólicos de un género en constante evolución.
TRACKLIST:
Harmony of Heartache
Where Do We Go
Fallen
Every Day Is Blue
Luna’s Lullaby
I Remember
Within
Murakami In His Mind
Wherever I Am
We Both Know
Within II
Me suena a: