El comienzo de una nueva década trae consigo residuos esporádicos musicales que se van entretejiendo a los ecosistemas de vanguardias para generar propuestas transitorias (que si bien pueden mantenerse en terrenos de lo under y conservar una esencia de culto, o en contraparte, convertirse en clásicos de la nueva escena) transcribirán su hecho.
A finales del 2019 se propagaba un virus que movilizaría a todo el mundo, se anunciaba una movida en el nuevo orden mundial y una serie de eventos más llegarían para iniciar la década del 20, 20. Los estragos y las constipaciones en ese momento fueron arduos, y hasta la fecha parecieran no tener límites. Entre toda esta maraña de encierros, claustrofobia y miedo, la música siempre ha manifestado la osadía en el plano existencial.
El Reino Unido ha presenciado momentos cumbre a inicios de esta década, desde la entrada en vigor del acuerdo del Brexit y el deceso del duque de Edimburgo, hasta la muerte de la Reina Isabel II. Sin embargo, en los esquemas musicales, el mantenimiento de la escena post, así como la amalgama de sonidos eclécticos por parte de algunos artistas hasta la adaptación de estos mismos en la música pop, han hecho que estemos experimentando una etapa que se vive de manera más aceptada; no obstante, la escena independiente sigue permeando un interés especial para seguir siendo de nicho, y esto es justamente lo que hace estar entre la línea de lo mainstream o conservar una añejez hacia el lado fiel del sonido, pero, ¿no es acaso que en los terrenos del under, brota aquello que posteriormente será descubierto para ir definiendo una época musical?
La banda inglesa, bdrmm, vuelve para volcar el sonido que solo pasaba como un secreto a voces en la Gran Bretaña. Desde aquel single debut del 2018 (Kare) así como su álbum homónimo del 2020 (Bedroom), los liderados por Ryan Smith se han ido consolidando como las joyas que Inglaterra tiene para sacudirnos los oídos. Algunas de las principales discográficas trataron de apostar por ellos; no obstante, la escena independiente, así como la propia banda han negado tal oferta. Ante esto, los de Hull han experimentado por sí solos los momentos que su música expresa, pero la participación del sello Rock Action, (sello de Mogwai) ha tenido un gran peso para la realización de su segundo disco de larga duración, I Dom’t Know; un trabajo con el que se encuentran en un momento cúspide para admirar y captar la atención de los medios y a todo aquel que sea capaz de apreciar una obra que podría encapsularse para la posteridad.
Si bien la banda en un inicio tenía un sonido más casero con apego hacia el shoegaze, dream pop y el post punk, con el poco tiempo que lleva ha expandido sus experimentaciones sonoras a un límite creativo de paisajes eclécticos refinados. Este LP expresa la soltura de un momento en el que resonaron con tristeza en un mundo enfermo y contagiado, encerrados en su propia habitación. Y ahora salen para resonar los ecos profundos de una producción que se ha llevado la admiración de todos aquellos a quienes nos estremece el ruido melódico hacia una amalgama de sonidos vibrantes, cada vez más esperanzadores.
Este disco representa todo aquello que se podría desear. Nada es forzado y existe una fluidez muy bien ejecutada en cada uno de los tracks que lo componen de manera excelsa. En ningún momento parece que hayan cedido ante una presión mediática, sino que utilizan el estímulo de los Mogwai, así como la motivación de sus fans para profundizar en lo realmente clavado de su paleta creativa. Si bien la agrupación ya había tenido un acercamiento a composiciones con un lenguaje más electrónico con singles como «Port» y «Three», para esta nueva obra lo matizan de manera sutil, a la par que integran de manera ocasional un piano con clásicas guitarras cargadas de efectos en pedales, así como ese motorik que le da una solidez a su sonido; no obstante, el acercamiento de entender su música progresiva es más que alentador.
El álbum abre con «Alps» y en seguida se aprecia un sonido a la distancia que se interpone como una cercanía hacia lo que pareciera un remix, pero pasando los primeros arreglos se convierte en una canción etérea y compuesta de capas que se interpolan una a otra en un paseo onírico. «Be Careful» llega como un dreampop de trasfondo, y con ello, la armonía de una balada cierra el compás del track. En seguida se deja oír un eco en «It´s Just A Bit Of Blood» y la resonancia eléctrica se va diseñando entre un post rock que moldea un momento súbito. Para «We Fall Apart» se hace un momento hipnótico, en el que las voces conservan una suavidad en medio de un kraut sonoro. El viaje sigue con «Advertisement One»,incorporándose un piano, mientras delgadas capas de sintetizadores coexisten entre frágiles voces en la lejanía; es un track orgánico que mantiene los esquemas de lo etéreo.
«Hidden Cinema» pasa por un momento de psicodelia electrónica cargada de vacíos melancólicos que fluyen en un ritmo latente, y esa misma latencia viene acompañada de guitarrazos más pulidos en «Pulling Stitches», movimientos que se dejan embriagar en una nostalgia de dosis ruidosas y sonidos catárticos que se dejarán reposar en «A Final Movement», la última canción de este LP: un sentimentalismo abrasivo y lleno de finos matices que la vuelven conmovedora.
Entonces, bdrmm crea con I Don’t Know un álbum de contrastes post, y de reencarnaciones etéreas. Es un diseño que logra homogenizar el sonido hacia un lado vanguardista; una transformación de lo ecléctico en composiciones peculiarmente atemporales; un post- shoegaze que se adapta al sonido actual y futuro de la música.
TRACKLIST:
Alps
Be Careful
It’s Just a Bit of Blood
We Fall Apart
Advertisement One
Hidden Cinema
Pulling Stitches
A Final Movement
Me suena a:
CATEGORÍAS