Los primeros albores que se asoman para este nuevo LP de Melody’s Echo Chamber son destellos de una primavera radiante de madurez que nos sucumben entre melodías mágicas cargadas de frecuencias dulcemente hipnóticas, y una calidez ensoñadora que solamente Melody Prochet podría regalarnos de manera profundamente humana y natural.
Después de aquel turbulento e hiriente álbum Bon Voyage de 2018, la cantante parisina ha regresado para encontrarse nuevamente con la vida, sobre un camino de fertilidad y vitalidad sosegada bajo una incipiente poética que convergen en estímulos de rencarnaciones, y una oda al reencuentro con la paz de sí misma. Prochet se recuperó de un accidente que la dejó con un aneurisma cerebral y algunas vértebras rotas; se mudó a los Alpes y, después de una larga recuperación, dio luz a una niña (Alma) y quizá por ello que el tema central de este disco sea en gran medida la dicha de ser madre y recuperar el sentido después de las confrontaciones de un camino rocoso, las dificultades de las estabilizaciones, pero con el objetivo de ver una claridad al final del todo y así llegar con Emotinal Eternal, una producción cargada de una sofisticada paleta de sonidos de júbilo psicodélicos, entre capas de un eco pop y finas líneas de una voz con diásporas de auto tune.
El álbum fue producido en Estocolmo por Reine Fiske y Fredrik Swahn, el mismo equipo que trabajó para su disco antecesor. Las melodías casi orquestales fueron un trabajo de experimentar con técnicas de guitarra con efectos “ebow” -como Sigur Rós- y composiciones instrumentales que van de una meditación con laúdes (baglamas) y efectos sonoros con un mellotron que yacían de una curiosidad reivindicativa. Si comparamos su álbum debut, el Bon Voyage y esta tercera entrega, podemos decir que nos encontramos frente a una obra de madurez y autorreflexión: un LP ligero y sin rodeos, un arco iris entre la neblina. Y la naturalidad de escenarios orgánicos que fluyen a través de una voz que Prochet exuda satisfactoriamente para dar una relajante sensación de fluidez emotiva. Sus melodías son extrañamente enérgicas, como si transmitieran una paz más profunda que las palabras mismas; podríamos incluso decir que hay un alma mater llamado Brodcast para este trabajo.
El álbum empieza abrirse con su título homónimo. Dentro los primeros segundos podemos percibir una floreciente postal de paisajes naturales, una respiración dentro una atmósfera de santuarios bellamente caóticos de fragilidad resonante en los que se conlleva a encontrar consuelo y frustrar la desilusión. El segundo track, “Looking Backward” que ya había fungido como un adelanto previo, Melody nos muestra una desgarrante dulzura entre un juego meticuloso de un tipo en el aeropuerto que usa su reloj para reflejar la luz del sol de manera creativa, y quizás hasta molesta, haciéndole saber con la frase “I need the space of mind” que es mejor no tener un interés de algo conocido. Es esta atención a la sutileza lo que hace que su música sea lapáctica, directa, pues la combinación de escenarios cotidianos redirige el sentido de la vida hacia los detalles sin complicaciones.
En “Pyramids in the Clouds” tenemos una melodía bastante dulce, un stoner suave. Es un track con aires de un synth tropical caleidoscópico que va permeando un ambiente etéreo de musicalidades festivas: una flora que yace en un clima soleado.
Aquí quiero hacer una pausa para mencionar que los trabajos de Melody Prochet pueden ser tan tangibles como ella quiera, por esto nos recuerda a Stereolab y esa sensual voz de Lætitia Sadier, que al igual que en el lenguaje compositivo hay una oscilación entre el inglés y el francés, lo cual permite manifestar una profundidad en sentimientos más personales e imágenes experimentales en su obra.
“The Hypnotist” es una canción que mantiene una línea constante, una conversación de casi cuatro minutos donde despliega una onírica que puede traducirse de esta manera: “Diez, nueve, ocho, cierras los ojos, respiras… Siete, seis, desciendes las escaleras hacia la obscuridad… Cinco, estás en un bosque de cedros, estás bien“. Así damos pie para continuar con otro tema que se desprendió como sencillo, “Personal Message” y un refugio introspectivo para la búsqueda de paz en una armonía gloriosa, mientras que “Where The Water Clears The Ilusion” se mueve en un oleaje de balada psicodélica que se vuelve digerible; un espectro encantador. En “A Slow Dawning of Peace” nos encontramos un track que mantiene respiraciones latentes sobre meditaciones vertiginosas antes del amanecer. “Alma_ The Voyage”, es el último track con el que cierra el el disco y es una bella fertilidad que va floreciendo, mientras avanza a los puntos más románticos y frágiles de un renacer encarnado en el júbilo de la felicidad y orgullo de Prochet. Es una suave pero radiante composición sonora para mostrar la sutileza entre acompañamientos de violines que le dan un gesto sinfónico, un “chanson” francés de carácter triunfante.
Melody Prochet está motivada por la mejora con la naturaleza, el amor, la tranquilidad. No está interesada en convertir su consuelo sónico en una negociación. Este enfoque nos invita a reducir la velocidad y vivir de manera más deliberada. Es bueno tener santuarios donde sanar, y la maternidad es una fuerza con la que la glorificación es un triunfo para quitar la neblina de los bellos paisajes que la naturaleza muestra cuando hay un sol que ilumina y guía un camino que creíamos desviado.
TRACKLIST:
Emotional Eternal
Looking Backward
Pyramids in the Clouds
The Hypnotist
Personal Message
Where the Water Clears the Illusion
A Slow Dawning of Pace
Alma_The Voyage
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