Para hablar del trabajo de Conor Oberst se debe hacer énfasis en su capacidad lírica. No por nada alguna reconocida revista británica hace algunos años lo etiquetó como «El Bob Dylan del Siglo XXI», y quien les escribe ahora, como uno de los mejores letristas de todos los tiempos. Por otro lado su sonido no varía mucho a pesar de las diferentes etapas por las que ha pasado el músico oriundo de Nebraska. Salvo un par de trabajos con Bright Eyes (Fever and Mirrors y Digital Ash in A Digital Urn, lo más experimental), su música siempre ha pasado por esos procesos austeros del folk y los amigables del rock-pop acústico, con uno que otro grito impetuoso.
Hace unos días vio la luz Upside Down Mountain, otro de esos trabajos discográficos en los que Oberst prescindió de cualquier ayuda en los ejercicios de composición para así llevarse todos los créditos, pero no por ello dejó de contar con valiosas colaboraciones en el estudio como las del dúo First Aid Kit, por ejemplo. Y aunque su primer avance «Hundreds of Ways» no prometía mucho, «Kick», el segundo de ellos fue más convencedor sobre todo si tomamos en cuenta ese picante extra con el que todo tema político suele aderezarse (en este caso hablamos de una canción dedicada a Kathleen Kennedy, hija de Robert F. Kennedy Jr.).
Pero ya escuchando el tracklist completo podemos encontrar puntos igual de altos como bajos en 13 temas que no se alejan mucho de esa propuesta orgánica y tradicional pero que sí coquetean de vez en cuando con arreglos industrializados. Quizás esto nos lleva al referente sonoro más inmediato, The People’s Key (Bright Eyes, 2011).
Cuando transcurre la producción muchas dudas se disipan y vuelven a surgir; todo depende del nivel de exigencia que uno tenga. Por ejemplo «Time Forgot», el track inicial es para mí de lo más delicado y armonioso que se le conoce a Conor en su repertorio como solista. La construcción del tema es muy cuidadosa y afortunada, yendo desde contornos acústicos hasta un sereno beat popero con estribillos afables y una coqueta línea de bajo. Aquí recuerda sus días de ermitaño en la sana separación del mundo civilizado en esos viajes introspectivos que buscan respuestas, similar a su aventura en Tepoztlán, Morelos y el Valle Místico donde grabó su álbum homónimo (2008), cuando canta: «I wanna walk in that howling wind ‘til it scatters all my thoughts, sit all alone on the river bank ‘til I forget that I can talk. Just listen» para luego complementar con «They say everyone has a choice to make, to be loved or to be free. I told you once I felt invisible and I guess by now you see».
Y de ahí en adelante, salvo la agraciada «Artifact #1» que atrapa con sus percusiones y las cuerdas de nylon enmarañadas, el álbum avanza sin sorpresas. Al escalarla, la montaña no representa ningún peligro aunque eso signifique aburrimiento. Siendo así, déjenme regresar a la canción mencionada entonces, a esa parada en el camino donde sí encontramos un poco de diversión. Es otro de los momentos célebres del disco porque su ambiente es reconfortante y ese bonito coro de sonsonete pegadizo es pieza clave para ello, junto a las filosóficas frases como «This world is full of missing persons. All of these unsolved mysteries. If someone says they know for certain they’re selling something certainly». Por cierto, el trémolo del cierre es sublime.
En lo que resta de la subida a la cordillera nos damos cuenta que mirar hacia atrás, bajar y regresar a las zonas de confort también son opciones válidas. Pero son los espacios despejados como «Night at Lake Unknown» que de alguna manera te animan a seguir adelante. Esta es la típica balada acústica-folk de Oberst de letra sincera y emo-cional. Es un experto en estos campos y aquí vuelve a lucirse, sobre todo cuando canta «I don’t need a concentration to know when I’m in pain. When I lost myself I lost you by extension. I don’t know who would stand to gain».
Luego, no muy lejano en distancia pero sí cerca de la cúspide, del final, se genera un poco de esa adrenalina que hizo falta por un buen intervalo. Me refiero a la optimista «Governor’s Ball» y que da paso a la enérgica, inteligentísima y reveladora «Desert Island Questionnaire», o debería decir el nuevo manifiesto de Oberst, porque aunque su título y sus primeras líneas sugieren un divertido juego de situaciones hipotéticas, después te lleva a escenarios oscuros y de cuestionamientos existenciales partiendo del reconocimiento a la vida artificial, banal y vacía que los seres humanos llevamos, preocupándonos tanto por cómo será el último suspiro sin darnos cuenta que veces nuestro estilo de vida es la propia muerte en un mundo que arde y muerde: «Staring at your phone at another party. Spend a lot on clothes got a lot of skin to show. People in the pool like the drowning army. Smoke along the moats and the hotel lobby glows (…) Pretend that you were stranded on a desert island, what would be the message that you’d spell out for the plane. Say the engine failed when that plane was flying. If you were the pilot would you curse or would you pray. No one’s gonna cry at this John Doe funeral. Not a lot to say didn’t even have a name. Light a candle just in case he was someone’s friend. Throw some flowers on the grave». Genial. No duden en darle una concienzuda revisada a toda la letra de esta canción.
Cuando termina el álbum nos damos cuenta de lo inestable que llega a ser, como la superficie accidentada de una montaña de cabeza que subimos -o bajamos- sin contratiempos pero en la que sí podemos encontrar bellos y familiares paisajes que roban suspiros mientras se contemplan. Estos son, desde luego, los momentos que Conor Oberst siempre entrega incluso en sus trabajos más flojos. Es como si siempre guardara sus ases bajo la manga y los usa cuando olfatea el riesgo de la monotonía, como lo hizo aquí, en puntos claves del tracklist: al principio, en medio y al final… sobre todo al final.
Me gusta resumir Upside Down Mountain -y casi podría decir que también la esencia de la propuesta emocional en la carrera de Conor Oberst– en otra de las líneas de «Artifact #1» que dice: «If I had tried to make you mine, you would have walked away. Life can’t compete with memories, they never have to change»; todo se basa en pequeños momentos, los reales y trascendentes, esos que duran poco y que no vale la pena perdérselos por no despertar de nuestras placenteras pesadillas. Hay que subir o bajar, partir lejos, verlo todo al revés para comprenderlo si es necesario, pero hay que volver siempre al estado natural, a nuestras raíces… aunque sea por un instante.
Tracklist:
- Time Forgot
- Zigzagging Toward the Light
- Hundreds of Ways
- Artifact #1
- Lonely at the Top
- Enola Gay
- Double Life
- Kick
- Night at Lake Unknown
- You Are Your Mother’s Child
- Governor’s Ball
- Deser Island Questionaire
- Common Knowledge
Me suena a: Andrew Bird, Marissa Nadler, Elliott Smith
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