The Native Sound, 2016


Kristina Esfandiari necesitaba darse un respiro entre el sofocante y poderoso post-metal de King Woman y el caos melódico del shoegaze en Whirr (banda a la que ya no pertenece, por cierto). Estos dos proyectos por los que originalmente fue reconocida en la escena alternativa tienen algo en común: distorsiones y ruido; y batacas bien solidas. Fue por eso que cuando escuché por primera vez su nuevo proyecto en solitario, Miserable, lo entendí como un escape en un respiro que se tomó en el salto desde una instrumentación titánica hasta unas estructuras más sencillas y un sonido más frío y delicado, prescindiendo en algunos episodios de las percusiones.

 

Sus primeros EPs, pero sobre todo Halloween (su debut) mecía a Kristina en una resonancia muchísimo más oscura y ambiental, cargada al darkwave y por momentos a los vals ojivales. Pero aun con esta cosmovisión gótica, había rastros de la electricidad contundente y rasposa en sus cuerdas, «shoegazeras» si se vale la expresión, que le daban una carga pesada que respaldaba su aparente simplicidad instrumental. Y en Uncontrollable, su primer larga duración, la propuesta parece la misma pero perfeccionada.

 

Es incómodo tratar de describir conceptualmente una obra artística cuando sabes que fue concebida a través de emociones depresivas y sentimientos de desolación. Debe haber cierto dilema moral en el fan que disfruta de la belleza que emanó del dolor en los momentos más bajos del artista que admira, ¿cierto? Este es el caso de este álbum, pues Kristina confesó para SPIN que su título proviene precisamente de una reciente etapa «incontrolable» en su vida en la que no encontraba la luz al final de un túnel al que fue sometida por las traiciones, el rechazo y una profunda tristeza que la envolvía. Dice incluso que mientras grababa este material, hubo momentos muy críticos en los que estuvo a punto de echarse atrás y dejarlo todo inconcluso: «Me sentía enferma, sin gracia», comentó. Sin embargo, el hecho de terminar la producción se convirtió en una meta que se propuso a sí misma como la prueba de fuego ante una encrucijada vital, prometiéndose dejar atrás todo lo que la atormentaba una vez que la terminara.

 

El proyecto de Miserable en su LP debut se inspira a partir de la fascinación por la oscuridad; e inmersa en ella, Esfandiari comienza por atrapar oídos amantes tanto del goth como del shoegaze, moldeando más que sus composiciones el tracklist completo con un equilibrio casi perfecto que juega a jalar y aflojar la cuerda en puntos claves. Los arrebatos salvajes y los lamentos en el aislamiento se abrazan a lo largo de aproximadamente 40 minutos. Les mentiría si les dijera que esta forma de seducción artística no la había percibido antes, de hecho fue hace muy poco o sucede actualmente con Chelsea Wolfe, el referente más inmediato que encuentro y a quien no me extrañaría que Kristina le reconociera su admiración algún día (si no es que ya se ha declarado su fan antes). Así como la oriunda de Sacramento (Chelsea) hizo rugir sus industriales guitarras para distorsionar un poco la realidad en su última obra Abyss, la hija de Oakland (Kristina) juega con los mismos hechizos en un lenguaje muy propio que nos invita a divagar entre la magia de la cadencia y una pesadilla.

 

Una voz doblada, ecoica y fantasmal, débil o incluso derrotada, y una atmósfera depresiva que nos traslada a una pintura de bosques surrealistas en blanco y negro. Algunas canciones verdaderamente desgarradoras como «Oven» y «Violet» parecen proyectar en cámara súper lenta una escena de un espíritu abatido en un salto suicida desde lo más alto de un precipicio, cayendo lentamente y arriba suyo las nubes negras anunciando tormentas que sacudirán aquél mar de aguas tranquilas que espera abajo. Podrían sentirse pesadas pero irónicamente flotan ligeramente en el aire.

 

Por otro lado, episodios más frágiles y ambientales los encontramos con «Stay Cold» (video)«Stranger» y «Endless» (con influencias más darkwave en las tres), y en ellos la cantautora parece encontrar la gracia anhelada a partir de sus encantos que decoran el desconsuelo; como trascender en un estado de auto aflicción que conduce a la limpieza del alma. Pero es en la instrumental «Saudade», pieza que cierra la producción, en donde el ambient minimalista y tétrico parece prolongar el trance hasta un punto catártico que parece no tener fin. Es tan sólo el último esfuerzo antes de la redención, la misma que poco antes ya se podía saborear como gloria en la neo-folkera «Best Friend» y un poco más atrás en «Salt Water» que dicho sea de paso, presenta la mayor complejidad instrumental del disco traducida en un acto en el que pareciera que el dreampop quiere convivir íntimamente con el goth; y su construcción melódica es extrañamente adictiva, desfigurando un poco esa percepción estética de una melodía digerible que podamos tener.

 

Es raro pero al mismo tiempo tiene sentido: Kristina entiende que para aprender a construir antes es necesario conocer la perspectiva de la destrucción. Cada vez que una de sus notas lloran y ella se lamenta en un canto una de sus profundas heridas deja de arder, sus propias lágrimas limpian su alma y las flores marchitas alrededor vuelven a sus tonos originales. Esta terapia no le ha dejado más opción que refugiarse en esas sombras donde ha divagado por un tiempo y convertir el lugar en un cálido hogar donde debía encontrar su zona de confort. Ahí descubrió el antídoto más eficaz para eliminar de su sistema ese veneno que la consumía.

 

Al final, se siente como si al haber concluido la producción Kristina pudo desprenderse de todo aquello que la atormentaba. Luego lo guardó ahí, en Uncontrollable, como una profunda caja de recuerdos a la que puede volver cuando ella quiera y que para el que escucha servirá como una especie de museo de emociones que son exhibidas en trágicos episodios narrados de la manera más bella con melodías y letras compuestas con una honestidad brutal.

 

 

Tracklist:

  1. Unontrollable
  2. Oven
  3. Stay Cold
  4. Violet
  5. Stranger
  6. Salt Water
  7. Endless
  8. Best Friend
  9. Saudade

 

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Me suena a: Chelsea Wolfe, Black Wing, Have A Nice Life