Dead Oceans, 2015


Oliver Ackermann pertenece a la alcurnia de músicos que buscan desfigurar todos los sonidos asociados con la guitarra. Para estos, el dominio de un músico sobre su instrumento no consiste necesariamente en su habilidad técnica. Poco les importa exhibir esa velocidad en donde las manos asumen una apariencia casi arácnida o de alardear de un virtuosismo frío y ostentoso. Tampoco pretenden mostrar una armonía total con los instrumentos. Al contrario; ven en la guitarra un adversario y, en el acto de colocar un dedo sobre una cuerda, la reanudación de una pugna. Por eso buscan experimentar y revitalizar el vocabulario de la guitarra mediante los pedales y el uso de la distorsión (piense en la barahúnda aterciopelada de My Bloody Valentine). En Transfixation, el cuarto álbum de A Place to Bury Strangers, Ackermann y compañía intentan reproducir el estrépito feroz y notorio de sus presentaciones en vivo. El resultado es, sin embargo, predecible y poco ambicioso.

Transfixation es un álbum que engaña. Es decir, la pólvora se consume rápidamente. Al comienzo la banda parece estar encaminada a cumplir su objetivo pero pronto se descarrila. Durante “Supermaster” y “Straight” APTBS exhibe todo el vigor prometido, pero pronto reluce la carencia de ideas. Las canciones giran en torno a la misma emoción y se desprenden de la misma dinámica; el resultado es una colección ensordecedora, pero incolora. Tome “Deeper” como ejemplo; la canción rebasa los seis minutos de duración y pretende crear un efecto tajante pero termina embotándose a sí misma con su monotonía desanimada. En poco tiempo se adivina que cada canción está a merced de Ackermann y las cinceladas que hace sobre el desorden.

Esto no quiere decir que el álbum es incapaz de provocar euforia en los seguidores del shoegaze y el noise-rock. Ackermann evidentemente distorsiona con destreza (por algo construye y fabrica pedales). En “What We Don’t See” y “We’ve Come So Far la banda aglomera texturas y detalles que nos recuerdan por qué resulta tan dulce sacrificar la membrana timpánica. En sus mejores momentos los miembros de APTBS llevan el espíritu de The Jesus and Mary Chain como un medallón de oro colgando del cuello. Pero hay algo inevitablemente alarmante cuando los pasajes más gratificantes de un disco son meros homenajes a sus ídolos.

En Transfixation la banda no prospera ni crece, sino que más bien confirma la firmeza de sus raíces. Hace menos de cinco años A Place to Bury Strangers fue catalogada como la “banda más estrepitosa de Nueva York”. Tal vez esta etiqueta sea acertada, pero esta dependencia en el volumen parece más bien una manera de ocultar un gran vacío.

Tracklist: 

  1. Supermaster
  2. Straight
  3. Love High
  4. What We Don’t See
  5. Deeper
  6. Lower Zone
  7. We’ve Come So Far
  8. Now It’s Over
  9. I’m So Clean
  10. Fill The Void
  11. I Will Die

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Me suena a: The Jesus and Mary Chain, The Vandelles, Pinkshinyultrablast