Recuerdo todavía el día que compré el Keys to the World (hace ya diez años), que en mi caso definió el concepto de álbum de tres estrellas, o cinco de diez puntos. Lo escuché y no me impresionó nada; pero ya había gastado en él mi precioso dinero, así que lo puse una y otra y otra vez. Y no es que al final aprendiera a amarlo —definitivamente no es ninguna obra maestra—, pero hasta la fecha hay cuatro canciones de él que aparecen frecuentemente en mis listas de reproducción. Canciones de las que me hubiera perdido, de no darles la oportunidad que merecían.
Seis años después de su último proyecto musical, Richard Ashcroft sale de su retiro y nos presenta su nuevo material: These People. ¿Qué lo hizo regresar? En las entrevistas que ha dado en estos últimos meses, cuenta la epifanía que ha experimentado; un deseo incontenible de denunciar los males de este mundo, sacado de su estasis por los horrores que observaba en la televisión, el periódico y el internet. Ahora se describe a sí mismo como un trovador moderno, destinado a ser la voz del oprimido y a denunciar a los cuatro vientos los males de la guerra y el capitalismo.
El camino de regreso del ex-vocalista de The Verve al centro del escenario no es sencillo. En estos tiempos de grandes reuniones y regresos, resulta que él ya usó esa carta (en 2008) y de todas las bandas esenciales de los noventa, la suya es la que menos beneficiada se ha visto con el paso del tiempo. Su obra maestra Urban Hymns ha caído un tanto en el olvido, recordada sólo por aquel ubicuo y genial sencillo. United Nations Of Sound, su anterior proyecto, fue tan mal recibido que se vio forzado a abandonar el negocio de la música por un tiempo.
Nadie, al menos de este lado del Atlántico, esperaba con ansias su regreso; pero el prospecto de encontrarnos con un nuevo Richard, rejuvenecido y sobre todo con su enojo y motivación de vuelta, despertó la curiosidad de algunos. Estamos hablando del autor de “Lucky Man” y “Drugs Don’t Work”, himnos definitorios del brit pop. Richard Paul Ashcroft era la mejor voz de su generación.
Oh, decepción. Aun después de las promesas de cambio, reinvención y redención, en estos años no ha existido una notoria evolución por parte del cantautor. El álbum es todo lo que podríamos esperar de él, con todos sus aciertos y fallas. Himnos para hacerte levantar el puño mientras grandilocuentes cuerdas suenan en el fondo; canciones con adornos electrónicos completamente caducos —porque quién no sigue amando el europop—; analogías básicas y metáforas nada sutiles. Ni siquiera leyendo las letras con detenimiento podemos llegar a vislumbrar el concepto que se nos había prometido.
Cuando el cantautor no se preocupa por llevar su mensaje a toda la raza humana, cuando pareciera que le canta a otra alma perdida en un íntimo intercambio emocional, entonces todo funciona. Canciones como “Picture of You” y “They Don’t Own Me” están llenas de la convicción que impulsaron su mejor trabajo; mientras que “Black Lines” con su coro ascendente, perfectamente complementado por los arreglos orquestales de Wil Malone, nos hace recordar por qué “Mad Richard” era considerado como un genio por sus propios contemporáneos. Una vez más, cuatro canciones geniales en medio de todo lo demás.
Tracklist:
- Out of My Body
- This Is How It Feels
- They Don’t Own Me
- Hold On
- These People
- Everybody Needs Somebody to Hurt
- Picture of You
- Black Lines
- Ain’t the Future so Bright
- Songs of Experience
Me suena a: The Verve, Starsailor, Blur
CATEGORÍAS