Hubo un antes y un después con The Prodigy. Antes de ellos, las raves eran una experiencia que cambiaba la vida ya fuese por las drogas o por el nacimiento del house. Con ellos, se convirtieron en una terapia primal que despertaba ese demonio interno que tenemos todos al ritmo de beats rotos y ritmos cargados de furia y poder.
Reseña: «The Day Is My Enemy» de The Prodigy
Liam Howlett, Keith Flint y Maxim Reality fueron responsables de darle al big beat la dosis de riesgo que necesitaba para un nuevo impulso a la electrónica de los noventa con su aclamado álbum The Fat Of The Land; desafiante, crudo, pegadizo y con una línea genérica bastante borrosa entre rock y electrónica. Desde ese momento han lanzado discos de manera esporádica, en una parte para priorizar sus shows en vivo y en otra para dosificar su creatividad.
The Day Is My Enemy es el sexto trabajo de la banda de Essex y fue descrito en la previa como un álbum más agresivo que su antecesor de 2009, Invaders Must Die. Incluso Liam Howlett lo definió como un trabajo «no muy amigable para la radio» que además no se orientaba exclusivamente a las guitarras o los sintetizadores, sino que cruzaba ambos. Y a pesar de algunas dudas que quedaron entre los seguidores cuando lanzaron el primer adelanto, «Nasty», al final The Prodigy lo vuelve a hacer.
Es un trabajo por encima de todo, autoreferencial. ¿Y quién puede culparlos? Es un estilo que todavía tiene potencial por sí solo. «The Day Is My Enemy» marca la pauta de todo el disco: uno bien nocturno, más homogéneo en los ritmos que el anterior y tan agresivo como de costumbre. «Nasty», «Rise Of The Eagles» y «Rebel Radio» siguen la típica pauta rítmica de The Prodigy ya sea que prioricen las guitarras o los sintetizadores, tal vez reflejando la experiencia acumulada por Liam Howlett en todos estos años.
Dentro de las canciones que van más allá del estilo propio y nos hacen rememorar momentos concretos de la banda, «Get Your Fight On» y «Medicine» nos llevan a los tiempos de Music For Gilted Generation. «Wild Frontier« tira más al estilo de The Fat Of The Land, emulando concretamente a su clásica «Firestarter». Aun así, imprimen algo de experimentación. Por ejemplo, el paréntesis del disco en «Beyond The Deathray» tiene cierto toque de psicodelia, otros coqueteos con el jungle en «Roadblox» o la tónica más atmosférica y lenta de «Invisible Sun». Luego, «Rok-Weiler» y «Wall Of Death» suenan a sendos híbridos entre dubstep y trance.
Las colaboraciones dieron buen resultado también. «Ibiza» con Sleaford Mods refuerza el lado hip hop guitarrero de la banda; de hecho me sentí un poco reivindicado al saber que era una crítica a la cultura del DJ de la actualidad que en palabras de Howlett «conecta una USB y agita sus manos en el aire a una mezcla pre-programada». Es bueno saber que todavía tienen la lengua bien afilada, aun cuando sea para cosas tan elementales como esas. Por otro lado, el aporte de Flux Pavillion en «Rhythm Bomb» resulta determinante para equilibrar un poco el estilo original de la agrupación con algo del drum and bass que maneja el productor. Era una de las colaboraciones que mas expectativa generaba y no me ha decepcionado.
Nunca he encontrado que The Prodigy tuviera un bajón importante en su trayectoria como para decir que es «su mejor álbum desde…», o un «regreso a sus raíces» pues jamás las han traicionado de forma especialmente radical. Más bien este disco es otra brillante incorporación a un catálogo impecable y contestatario. Seguramente dos o tres canciones se mantendrán fijas en sus próximas giras.
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Tracklist:
- The Day is My Enemy
- Nasty
- Rebel Radio
- Ibiza feat. Sleaford Mods
- Destroy
- Wild Frontier
- Rok-Weiler
- Beyond the Deathray
- Rhythm Bomb feat. Flux Pavilion
- Roadblox
- Get Your Fight On
- Medicine
- Invisible Sun
- Wall Of Death
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Me suena a: Flux Pavillion, The Crystal Method, Atari Teenage Riot
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