Dead Oceans, 2017


Para las bandas de culto siempre existirán al menos dos tipos de fans. Uno es de los que, sin importar qué tan bueno o malo sea el nuevo material, lo alabarán de manera apasionada en una rutina que muchas veces los hacen lucir más como porristas que oyentes críticos. Y el otro es de los que, queriendo alejarse de los primeros, elevan sus expectativas en demasía y encuentran una línea rígida de exigencia, inflexible, cayendo regularmente en un punto en el que nada que no se parezca a los trabajos anteriores les complacerá. En ambos casos, estos fans encuentran estas actitudes motivados por las grandes glorias que la banda les ha entregado en el pasado.

 

Es por eso que con una banda como Slowdive hay que tener un cuidado especial para no caer en ninguno de esos extremos. Sobre todo si tomamos en cuenta que están editando su primer álbum en nada menos que 22 años y que realmente los extrañábamos. Las emociones pueden ponerse a flor de piel incluso antes de escuchar el primer acorde, o bien podríamos ser injustos al demandar escuchar la misma banda que claudicó por allá de 1996. Hagamos un esfuerzo para encontrar el punto medio, entonces.

 

Dicho esto, y alcanzando ese mood de equilibrio idóneo, debe sonar «Slomo» que por breves instantes en su intro nos hace pensar que escucharemos la continuación propia del Pygmalion (1995). Pero no es así. Los beats mesurados hacen acto de presencia inmediatamente y acompañan en una atmósfera celestial los gélidos y sencillos arpegios típicos del dreampop de los británicos. Y el primer gran acierto (como si lo anterior no lo fuera) lo podemos entender en las voces ecoicas, dobladas y revestidas de Neil Halstead porque, seamos honestos, mientras menos natural él suene es mejor (ya que no estamos hablando del mejor vocalista del mundo precisamente). La canción es delicada, flota y avanza lentamente hacia un cierre donde la cereza del pastel llega con el relevo angelical de Rachel Goswell que le da una nueva dimensión a ese estribillo que se repite una y otra vez, y que además divierte con un marcado redoble en la caja de ritmos (un recurso que nunca antes habíamos escuchado en Slowdive). Es una pena que no hayan prolongado esta parte un poco más pues justo al final -durante el fade out– aparece otro cambio de tono e intensidad que prometía mucho.

 

Después de aquél controlado éxtasis nos entregan «Star Roving» como una canción shoegaze promedio y con los ritmos de batería más agitados en toda su trayectoria. Es aquí más que en ningún otro punto de la producción en el que Slowdive suena, para bien o para mal, como una más de las buenas bandas del relevo generacional del género en esta segunda década del milenio. Pero es una sensación que no perdura mucho, pues «Don’t Know Why» -que por cierto también se da vida con unos redobles atípicos en su batería- parece reforzar ese nuevo sello característico en su resonancia que la banda presentó en el primer track. Dicho en otras palabras, tempranamente en el álbum nos queda claro que el nuevo Slowdive no quiere sonar más al viejo Slowdive pero tampoco pretende sonar por mucho tiempo a una banda nueva ni joven. Y en esa compleja contradicción, mejor descrita como dualidad, se desenvuelven con experiencia después de haber bebido el elixir del rejuvenecimiento, marcando pasos distintos y propios en su evolución.

 

Y como avalando dicha condición llega el cuarto track, «Sugar for the Pill» en una nueva faceta pop que se acerca al new wave al menos desde su inherente y romántica perspectiva. Lo mejor de estos cuatro minutos y medio, además de sus arreglos de cuerda es esa dinámica línea de bajo que parece marcar nuevos parámetros para la banda si es que piensa prolongar este regreso con más lanzamientos en los años por venir. A pesar de ser una balada tranquila, Nick Chaplin realmente se divirtió aquí en este sentido. Y por otro lado, Neil dejó su voz al total descubierto; y no sé si eso sea tan malo pero, insisto, con tanta tecnología hoy en día no le hubiera venido nada mal un arreglo a su timbre que no es el más agraciado en la escena que digamos.

 

Luego llegan las ofrendas por los años perdidos, «Everyone Knows» (con la voz de Rachel al mando) y «No Longer Making Time» (con cierta suerte de «When the Sun Hits», guardando proporciones, claro). Son como la compensación de la banda a sus leales fans que se refugiaron una y otra vez en sus antiguas obras maestras durante todos estos años, ya que recuperan un poco de la esencia nostálgica de ese shoegaze etéreo, sólido pero suave a la vez. Aunque ciertamente el sonido no es el mismo. Y entendámoslo de una buena vez: tratando de alcanzar su eco original esto es lo más cercano que Slowdive está dispuesta a llegar. Así que lo tomas o lo dejas. Y más vale tomarlo pues podrías lamentarlo años más tarde, en retrospectiva, ya que con ellas dan un guiño al pasado y al mismo tiempo podrían estar firmando una nueva patente para el futuro próximo.

 

Y ya para la recta final trataron de construir una nueva «estación espacial» con «Go Get It»; y aunque no es tan explosiva como podría esperarse ni llegan tan lejos allá en el cosmos, se agradece el corto viaje fuera de órbita. Por eso no es tan difícil volver y aterrizar en campos más terrenales y ambientales con «Falling Ashes», una canción en la que el cuasi melódico estribillo que Neil encima y repite apresuradamente recuerda por momentos (y solo en ese aspecto) a «Crazy for You».

 

Y como lo dijo la banda cuando confirmaron que volvían al estudio de grabación, lo último que habían hecho en 1995 les dejó una sensación como de una escena final de una película que no les convenció mucho, y eso fue lo que les motivó a regresar. Ahora cambiaron sutilmente algunas dinámicas en los roles de sus miembros, por ejemplo, pusieron a chambear más a Simon Scott en la batería, Neil Halstead volvió a ser tan protagonista vocalmente como no se le escuchaba desde el LP debut Just for a Day y en cambio Rachel Goswell se quedó un poco más en la sombra utilizando sus cuerdas vocales como un súper lujo reservado para ocasiones especiales, mientras que Nick Chaplin experimentó algunos nuevos trucos con esas cuatro cuerdas. Y por eso, de cierta manera, este homónimo a pesar de tantos años de inactividad en el grupo sí se siente como un paso hacia adelante, innovador y fresco, lo que debe ser un buen augurio para todos los tipos de fans (incluidos porristas y pesimistas) pues la prueba más difícil fue superada con creces y todo apunta a que más entregas podrían llegar en una nueva etapa para Slowdive.

 

 

Tracklist:

  1. Slomo
  2. Star Roving
  3. Don’t Know Why
  4. Sugar for the Pill
  5. Everyone Knows
  6. No Longer Making Time
  7. Go Get It
  8. Falling Ashes

 

 

 

Me suena a: Still CornersTears Run Rings, Aerofall