Elefant, 2015


Siempre he encontrado cierta similitud entre McEnroe y sus compatriotas Duncan Dhu. Sobre todo en sus letras, Ricardo Lezón recurre a muchas de las costumbres de Mikel Erentxun y Diego Vasallo para adornar sus versos con las más hermosas nimiedades de la vida y revivir las emociones que emergen en los paisajes naturales y urbanos que frecuentemente recorremos, despertando sensaciones que con música y letra logran que respiremos el aire frío de una ciudad en invierno, que miremos las luces de los semáforos resplandecer en el cristal de los autos y olamos la sal de la arena que reposa en las playas más nubladas durante el otoño.

Desde luego que en lo que a sonido se refiere hay diferencias más marcadas y eso podría adjudicárselo a los tiempos en los que ambas bandas surgieron con diferentes influencias y modas en la música. En ese sentido, creo que McEnroe está un paso adelante con una instrumentación más abundante e inteligente, pero al mismo tiempo sonando familiar a otros actos de ese indie pop en el que las guitarras juegan un papel esencial, alcanzando incluso timbres jangle que le dan a su obra un especial toque de frescura. Esta última premisa es una de las características principales en Rugen Las Flores.

Después de un breve periodo de descanso entre sus integrantes que dio oportunidad a Ricardo de formar Viento Smith, en McEnroe decidieron que en este 2015 debían reunirse para echar la maquinaría a andar otra vez, primero en Sevilla para el proceso de grabación y luego en Phoenix para la masterización de este nuevo álbum, uno que al final se traduce en una exquisita colección de 11 tracks que caminan entre el pop y el romanticismo con una refinada instrumentación y detalles meticulosos en las cuerdas; incluso ahora se le ha dado mayor peso y protagonismo a las percusiones como se percibe tempranamente en «Cae La Noche».

Vemos entonces que, en términos generales, este breve receso les sentó bien a todos, pero sobre todo a Lezón que cuenta con una voz más madura y cada vez más sensata; justo como era necesario que sonara en la canción estrella de la producción: «Rugen Las Flores», la más linda declaración de amor de McEnroe desde «Los Valientes». Su letra, llena de frases maestras, evoca esa búsqueda utópica de la relación perfecta, de los escenarios emocionales más gloriosos por experimentar; una ilusión tenaz de llegar al momento excelso del afecto como «el día en que por fin descansen nuestros corazones». Musicalmente hablando es una pieza redonda y compleja con una digna instrumentación en la que resaltan las guitarras que parecen hablar por sí solas, diciendo lo que la voz humana no alcanza a decir -vaya, como si la hermosa lírica no fuera suficiente. En ese y en todos los sentidos estamos hablando de un poema hecho canción… y con ella la escucha del disco ya ha valido la pena.

«De Madrugada» y «La Electricidad» cuentan con un hilo conductor que hace lógico el hecho de que estén unidas en el tracklist. En la primera, se plasman los momentos más bajos de los efectos del desamor en las noches (y madrugadas) de soledad cuando se valora lo que se tuvo y se lamenta que se haya ido, meditándolo en compañía de los sonidos de lo cotidiano, y al final cerrando el doloroso capítulo con una cinemática y casi desgarradora pirámide instrumental. Luego, en la segunda, llegan cuatro minutos de mesura perfecta para los desprendimientos, como asimilando que has perdido pero dejando pendientes los reencuentros posteriores con las heridas a medio sanar; y aunque la insinuación sea consecuencia de los fuegos pasionales no hay duda que siempre «cabe la posibilidad de que te vuelva a encontrar en algún incendio».

A estas alturas ya es merecimiento de admiración la fragilidad interpretativa con la que Lezón y sus compañeros dan vida a sus composiciones. El trabajo instrumental da como resultado un clima fresco que acoraza estos tracks eléctricos pero que de alguna manera se sienten orgánicos. En estos, los cantos son dedicados a las hojas que caen de los árboles y a la espuma de las olas curveadas en el agua; como un recital a la luz del sol que dibuja tu silueta o al canto de los pájaros que le ponen soundtrack a las mañanas frías de la gran ciudad. Estos cantos constantemente invitan a pensar en el pasado e idealizar el futuro, pero rara vez a centrarse en el presente.

Claro ejemplo de lo anterior es «Como Las Ballenas», otro de los puntos álgidos del álbum. Una elegante pieza en la que han dejado el alma para plasmar a la desgracia y la esperanza luchando entre sí, construyendo un largo camino que se recorre a paso semilento con ganas de no mirar hacia atrás y esperando que llegue lo anhelado. Es casi simbólico el hecho de que justo al cantar «Lentamente…» el ritmo de los beats se acelera sutilmente; un pequeño y gran detalle.

Ya al final, como poniendo la cereza al pastel nos entregan «Vendaval», o como a mí me gusta llamarle: el día en que McEnroe recorrió los senderos del post-rock (como ya lo habían intentado en De Madrugada). Esta canción nos engaña al inicio con su serenidad sonora y una narrativa desmoralizada, pero aun en los momentos más oscuros se puede alcanzar la luminosidad (o como dicen en La Electricidad: incluso en la hora más oscura puede aparecer de pronto la electricidad ) y es por eso que inesperadamente llega una hermosa explosión que lo cambia absolutamente todo, irradiando optimismo, certidumbre y poderosa energía. A pesar de la corriente en contra, la decisión se ha tomado y es tiempo de seguir adelante, juntos tomados de la mano; las luces se encienden, el aire se intensifica y solo hay armonía abrazando los sentidos. Las sonrisas se dibujan en los rostros con los ojos cerrados y el destino de repente está en nuestras manos. Y así nos vamos…

En Rugen las Flores, McEnroe le sacan provecho a las más bellas tragedias del amor y saben esperar con optimismo mejores capítulos por vivir; dibujan con suaves pinceladas la cara de la derrota pero nunca pierden la maldita esperanza. Ellos siguen buscando respuestas en el viento y entre la brisa del mar, debajo de los pétalos de las flores y detrás de alguna puerta abierta. Y sin saber con certeza si esta búsqueda a la que le son fieles les recompensará con un final feliz, en el recorrido se están topando con las más sofisticadas y lindas trivialidades de la vida que los entusiasma a seguir adelante concibiendo la música más refinada. De esto nosotros, los que escuchamos, somos los que sacamos la mejor parte, deleitándonos con los bellos frutos que están sembrando en cada aventura. Pero por su bien, espero que pronto llegue el día en que encuentren eso que tanto desean y por fin puedan descansar para posar «como en las ramas los gorriones», aunque para nuestro infortunio eso signifique que esta melodramática travesía habrá terminado.

Tracklist:

  1. Cae la Noche
  2. Coney Island
  3. Rugen las Flores
  4. Caballos y Palmeras
  5. De Madrugada
  6. La Electricidad
  7. Como las Ballenas
  8. El Puente
  9. Esta Misma Sensación de Soledad
  10. La Luz
  11. Vendaval

 

 

Me suena a: Duncan Dhu, Mikel Eretnxun, Eels