Whirlpool es un álbum muy significativo desde diferentes puntos de vista. Primero, se trata de la carta de presentación de Stare Records, ya que es el primer lanzamiento en la historia de este nuevo sello. Y segundo porque, a diferencia de su disco anterior, para esta ocasión Alexander Shields decidió ir en contra de sus costumbres para dejar de grabar música desde su habitación y así meterse de lleno a un estudio; además, esta vez no lo hizo solo, sino con la ayuda de al menos 12 músicos invitados (Alanna McArdle de Ides, Akiko Matsuura de Comanechi y Linda Jarvis de Echo Lake, entre otros).
A Grave with No Name es una más de esas propuestas que confunden por su nombre, pues es fácil pensar que se trata de una banda con varios integrantes, sin embargo es el seudónimo que Shields prefiere usar y el proyecto es en solitario. Sabiendo esto, y escuchando su nueva entrega, no debe ser tarea difícil suponer la total libertad creativa con la que cuenta, así como descifrar sus influencias sonoras plagadas del más elegante dreampop y el más inteligente alt rock contemporáneos.
¿Les gusta Wild Nothing? ¿Disfrutan de Beach Fossils? ¿Encuentran algo extrañamente seductor en la música de Wavves? ¿Añoran esos momentos frágiles de The Smashing Pumpkins? Están entonces en la nota indicada. En Whirlpool encontrarán un poco de todos ellos y hasta más, si se animan a descubrirlo.
La constante en este álbum es el reverb junto a atmósferas frías. Las sorpresas son los cambios de baterías programadas a las orgánicas, así como los de refinados arpegios cristalinos a rasgueos sucios. Lo demás, moderados sintetizadores, esporádicos violines, una buena línea de bajo y segundas guitarras son el acompañamiento conveniente para terminar de construir las delicadas piezas. Sin embargo, aun con todos esos atributos, hay algo que sobresale de manera muy particular: la suave –y a veces andrógina- voz de Alex (casi siempre doblada) que de forma única le da a cada track una profunda resonancia emocional.
“Aurora”, “Float” y “’73” son parte de ese rostro pop del que hablaba al inicio; son canciones tan digeribles para el oído como nostálgicas para la mente. “Dig Me Out”, “Bored Again” y “Origami” representan el lado siniestro de la producción, y aunque en las primeras dos se encuentran lo sutil con lo áspero, sí es en la tercera donde se percibe total agresividad provocada por unas guitarras casi grungeras, si me permiten la expresión. “Bones”, “Streams” y “Steps” son de lo más ensoñador y romántico; como dulces baladas con ritmos pegajosos y un apropiado sonido electro-acústico. Así entonces, en su totalidad (y agregando los tracks ambientales como interludios) se siente una producción bien equilibrada y con un mood bastante fresco.
Whirlpool es el experimento que necesitaba Alex para probarse a sí mismo que grandes cosas pueden resultar del hecho de profesionalizar más su trabajo y de rodearse de gente virtuosa. El riesgo que existía era el de perder ese sentimiento introspectivo que siempre da un toque personal a cada composición, cosa que no ocurrió; quizá por eso eligió una casa disquera independiente y virgen que le permitiera impregnarle al disco su esencia sin ningún tipo de presión. Así que estamos hablando de una obra emocional y sensual, con el cuidado del más mínimo detalle sonoro y con una diversidad moderada de influencias e inspiraciones, desde musicales hasta sentimentales. Un álbum para perderse en sí; para sonreír, cerrar los ojos, extrañar y soñar mientras emprendes el viaje de la vida misma.
Tracklist:
- (higher)
- Aurora
- Float
- Dig Me Out
- (lower)
- Six Months
- ’73
- Bored Again
- Origami
- Bones
- Streams
- (lower 2)
- Steps
- Balloons
Me suena a: Wild Nothing, Beach Fossils, Violens
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