Universal Music, 2013


Los simples mortales no deberíamos tener el derecho de llevar a cabo la osadía de criticar los discos de las grandes leyendas de la música, por más decepcionantes o impecables que resulten. Gary Numan es un artista que no necesita publicar un álbum super estrella ni venderlo a las masas, tampoco necesita de una pretenciosa campaña publicitaria para generarle altas expectativas al consumidor. Él por sí solo ya es noticia, y cualquiera de sus obras merecen por lo menos la atención para escucharla con deferencia. ¿Los veredictos? Es lo que menos le importan a él y a sus fans. Es irrelevante al final qué posición alcancen sus obras en las listas, qué tantas copias venda o qué tantas desilusiones genere, su legado permanecerá intacto de cualquier manera.

 

Así que aquí estoy yo, masoquista y diletante llevando a cabo la tarea de desglosar Splinter (songs from a broken mind), su nuevo álbum de estudio, el numero 20 en su carrera y el primero en dos años desde Dead Son Rising, el cual para muchos pasó desapercibido y para otros es considerado uno de sus trabajos más introspectivos y selectos (así de bipolares fueron las opiniones). Pero de algo estoy seguro: escuchar esta nueva entrega cuidadosamente para reseñarla, no hará más que implementar mi capacidad de apreciación del arte de la música, pues contemplaré un trabajo más de uno de los mejores en el negocio. Ya gané, cual sea el resultado.

 

Esta producción, desde el primer instante que emite un sonido irradia energía en demasía. Se siente sólida, y así lo es hasta su final. Está además perfectamente equilibrada en todos sus texturas resonantes y melódicas, a tal punto que ningún track grita o penetra en la memoria afectiva con más fuerza que otro. Su sonido industrializado satisface a sus seguidores de antaño (y a los de unos NIN noventeros, ¿quizás?), y serenamente se mantiene en el límite de la modernidad tecnológica. «I Am Dust», por ejemplo, es perfecta como anfitriona, la que da la bienvenida con un sonido que se reforma sin arriesgar absolutamente nada de la esencia de Numan, invita a bailar sutilmente con los temas sucesores «Here in the Black» y «Everything Comes Down to This».

 

A estas alturas es fácil percatarse ya de la intimidante línea de bajo que se carga este álbum, la cual seguirá seduciendo constantemente mientras se acompaña de los loops que parecen luchar de vez en cuando por ganarse el liderazgo. Bienvenidos sean todos ellos.

 

«The Calling», «Splinter» y «Lost» llegan justo en el momento para sorprender con un nuevo rostro en la producción, que bien podría distinguirse ya como una “grower”, de esas que conforme avanzan gradualmente van atrapando más a quien escucha. Gary Numan demuestra aquí una vez más que una de sus grandes virtudes consiste en ser poco predecible, así que rompe con la intensidad tempranamente establecida y propone apagar las luces y disfrutar de estas experimentales y atmosféricas piezas, disfrutables desde diversos estados de ánimo y estimaciones.

 

Algo que llama la atención es que aquí, en Splinter no parece haber un esfuerzo por volver a sus raíces electrónicas ni synth-poperas, simplemente ese sonido surge de forma natural y lo logra sin siquiera sacrificar su integridad musical. Su alternancia limitada a las curvas que él mismo crea en la línea de su música lo sostiene en un interesante juego en donde lo innovador disputa con lo clásico, y probablemente esta premisa queda demostrada en «Love Hurt Bleed» y «Where I Can Never Be», dos de los temas más relevantes, muy opuestos entre sí pero igual de ricos líricamente hablando; juntos exhiben además a un Gary Numan rejuvenecido y muy cómodo con su actual posición en su vida-carrera musical.

 

Cerca de su final, el disco vuelve a morder con «We’re the Unforgiven», pieza suave en su inicio pero casi punzocortante en su cierre y que expone al máximo esa capacidad vocal única en su género. «My Last Day» (uno de mis preferidos) es el track sónicamente más ambiental y el de más reminiscencias al darkwave. Es perfecto para decir adiós con una última impresión gótica, justo como para muchos este músico será recordado.

 

A pesar de una aparente ausencia en los últimos años, Gary Numan nunca se fue realmente, sólo que ahora lleva un paso más moderado, respira tranquilidad imperturbable que proyecta una gran seguridad en sí mismo al momento de componer. Es por ello que en la última década ha sido poca la regularidad con la que nos ofrece nuevas entregas, sin embargo no queda duda alguna que los periodos de espera bien valen la pena. Al final su ruido, por más coloreado con nuevas y más luminosas tintas, siempre resulta familiar.

 

Splinter (songs from a broken mind), mientras es difícil de descifrar es muy fácil de disfrutar, y esa es la particularidad con la que un artista como Numan ofrece lo que ofrece como terapia ante sus trastornos autistas, ya que es evidente que allá afuera, en eso que llaman «mundo real» lo que no puede expresar por miedo a combatir y ser derrotado por sus propios demonios, es acumulado para gritarlo en notas musicales en su muy personal, oscura y especial realidad en donde esos seres espectrales se convierten en sus mejores aliados. Esta estrategia siempre ha probado su efectividad, y en este caso no hay excepción.

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Tracklist:

1. I Am Dust
2. Here In The Black
3. Everything Comes Down To This
4. The Calling
5. Splinter
6. Lost
7. Love Hurt Bleed
8. A Shadow Falls On Me
9. Where I Can Never Be
10. We’re The Unforgiven
11. Who Are You
12. My Last Day

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Me suena a: Nine Inch Nails, Clan of Xymox, Cold Cave

 

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