La crítica especializada se ha empeñado en catalogar a Mono como una de las bandas más representativas del post rock instrumental; incluso muchos consideran que después de sus últimas dos producciones (antes de la que hoy se reseña) se han ganado ya un lugar privilegiado dentro de las máximas referencias en este género.
Por otro lado, entre fanáticos alrededor del mundo y sitios alternativos hay quienes consideramos que pensar lo anterior es un error. Creo yo, por ejemplo, que adentrarse profundamente en la música de los nipones es experimentar sensaciones similares a las producidas por los grandes momentos de la música clásica de antaño, en una fusión con las producidas por los eruditos de la música clásica contemporánea, si estos últimos tan solo agregaran instrumentos eléctricos del rock en sus composiciones. En otras palabras, escuchando a Mono uno puede llegar a imaginarse cómo hubieran sonado Mozart, Morricone y John Williams juntos, complementando sus pianos, violines y cellos con baterías, bajos y guitarras eléctricas.
For My Parents es la sexta y nueva entrega de larga duración de los oriundos de Tokio. Hacer un álbum sucesor del Hymn to the Immortal Wind (2009) no es tarea fácil. Sin duda aquella producción es hasta ahora su máxima obra maestra, por lo que el reto de presentar un nuevo material en este año era mayúsculo. Sin embargo, lo han vuelto a hacer. Le han entregado al mundo una obra que, sobre todo, llega a ser una contundente confirmación, misma por la cual debemos sentirnos privilegiados por tener la oportunidad de poder escuchar en tiempo presente a unos verdaderos músicos de conservatorio. Eso es lo que son Taka, Yoda, Takada y Tamaki.
El mayor éxito de esta nueva producción es que logra mezclar la esencia espiritual, nostálgica y romántica del Hymn to the Immortal Wind con la melancolía y oscuridad del You Are There. Esto quiere decir que la rudeza y agresividad de sus primeras entregas han quedado atrás. Ahora escuchamos a una banda-orquesta mucho más madura y relajada, buscando antes que nada los repuntes emocionales en sus canciones.
Para quienes han seguido de cerca a Mono desde hace mucho tiempo, comprenderán que tratar de describir cada una de sus casi interminables canciones (ojalá sí fueran interminables) es prácticamente imposible, ya que tenemos que entender a todas ellas, juntas, como una gran obra que puede y debe escucharse de principio a fin. De hecho, no hay otra forma de comprender su música.
Desde la inicial y emocionante “Legend” ya comienzan esos suaves y cristalinos arpegios, opacados después por inconfundibles trémolos que juegan a la par con violines creando diferentes melodías sublimes que chocan entre ellas, como si estuviéramos escuchando varios temas en uno solo; pasando por “Nostalgia” que se compone por un círculo de tablaturas que se repite una y otra vez con esa batería de soberbios redobles que pretende hipnotizar al escucha en un vaivén de subidas y bajadas constantes en la intensidad; llegando a la romántica “Dream Odyssey”, llena de paz y pureza, con hermosos teclados, ritmo cautivador en la batería y un cierre realmente inspirador; paseándonos por la cinemática “Unseen Harbor” entre paisajes oscuros y casi cósmicos, con sus crescendos amenazantes y una explosión controlada que desprende cualquier sensación conocida menos la de serenidad, llevándonos a un interludio ambiental antes del cierre casi deprimente pero igual de poderoso; hasta concluir con “A Quiet Place (together we go)” que produce la sensación de encontrarse solo en el planeta, relajado, avanzando entre caminos desconocidos en busca de esas campanas que se escuchan a lo lejos junto a los arpegios eléctricos que invitan al refugio donde podremos finalmente encontrar nuestra propia luz interior; son todas en conjunto como una obra de teatro musicalizada.
Y al terminar, sentirán que todo aquello pasó tan rápido, como siempre ocurre en cualquier producción de Mono.
For my Parents es un álbum que vuelve a recordarnos lo que la tristeza es; cómo se siente el dolor, a qué huele el miedo, cuál es el sabor de la felicidad y cómo nos relacionamos con el universo. Nos ayuda a redescubrir qué somos y por qué somos como somos. Todo esto entre muros de ruido soportando los estridentes requintos eléctricos, la delicadeza de sus adornos orquestales dentro de un escenario inaudito en donde al final siempre encontraremos la paz que nos abraza.
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Tracklist:
1. Legend
2. Nostalgia
3. Dream Odyssey
4. Unseen Harbor
5. A Quiet Place (together we go)
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Me suena a: Godspeed You! Black Emperor, Anoice, Beethoven
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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=usHC-O1BPCM]
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