Bella Union, 2012


Hablar de Beach House es hablar de una de las bandas más finas y originales en la actualidad; es hablar de una de las voces femeninas más auténticas de la historia y de texturas de guitarras fuera de la realidad. Es hablar del Teen Dream, uno de los mejores álbumes del 2010. También es, de forma general, hablar del moderno dreampop, etiqueta con la cual no estaba del todo de acuerdo para referirme al sonido de esta dupla norteamericana.

Es por ello que la espera de Bloom estaba llena de expectativas por descubrir, primero, si podría superar su pasada obra maestra y, segundo, si se confirmarían como una de las bandas más respetables dentro de la escena pop alternativa de la actualidad. ¿Lo lograron? Veamos:

La producción abre con “Myth”, el primer sencillo oficial que de inmediato nos muestra a unos Beach House renovados y al mismo tiempo respetando sus influencias shoegazer-pop de los 90’s. El tema es cinemático desde su introducción con arpegios cristalinos junto a esa secuencia de batería que por momentos confunde. La voz de Victoria Legrand maneja, como ya es costumbre, tonos bajos sin igual y en los estribillos unos altos casi angelicales. El cierre es sin duda su mejor parte: ¿recuerdan haber presenciado un paisaje en el horizonte y no saber dónde termina el mar y dónde comienza el cielo?; bueno, aquí podemos comparar esa sensación visual con una auditiva en la que no podemos especificar en qué momento terminan los sublimes coros y en cuál comienzan los celestiales requintos en trémolos etéreos, fusionándose ambos en un momento casi mágico.

Lo que viene después, con “Wild”, puede ser un argumento contundente contra mi negativa de catalogar a la Beach House como una banda dreampopera. Aquí por fin se definen a sí mismos y llegaron a crear una de la piezas más etéreas en todo su repertorio. Si alguien se pregunta cómo hubieran sonado los Cocteau Twins en el siglo XXI si no se hubieran desintegrado, creo que esta canción es la respuesta más acertada. En capítulo fue cuando comprendí que no es casualidad que Simon Raymonde (Bella Union, ex-Cocteau Twins) los haya reclutado para editar este álbum.

Luego vienen tracks en la misma línea sonora: “Lazuli”“Other People” con un indie pop digerible en donde la competencia entre teclados y guitarras por tomar el liderazgo es bien asimilada. Por su parte, “The Hours” puede ser identificada hasta hoy como su canción más agresiva, pues la introducción eléctrica se sale de los parámetros establecidos anteriormente por la misma banda, aunque en poco tiempo reaparecen las estridentes guitarras de Alex Scally simulando campanas de hielo dentro de campos llenos de luz.

El sexto tema es “Troublemaker” y en el que se escuchan los fantasmas de su primer álbum homónimo; casi nostálgica y por momentos romántica. Hermosa la frase en su coro que refleja en pocas líneas los matices de su sonido: “Someday out of the blue it will find you. Always. Always a place to remind me someone like you”. Luego viene “New Year”, celestial, inocente y llena de esperanza como en un cuento de hadas: arpegios delicados y un ritmo optimista en la batería. La melodía en los versos iniciales (que se repetirá a lo largo de la canción) invita a cerrar los ojos para soñar en días mejores.

Hasta el momento todo parece correr por el camino indicado con ninguna decepción de por medio, aunque tampoco hemos encontrado desde «Myth» un punto tan alto que llegue a poner las emociones a flor de piel; esto gracias a esa sensación que nos dejan todos los temas de querer más y más.

Es por lo anterior que “Wishes” se convierte en ese clímax tan esperado dentro del álbum, marcando una diferencia notable con los demás tracks y convirtiéndose, desde mi punto de vista, en lo mejor de Bloom. Es lo más sensato e inspirador que la banda ha hecho desde “10 Mile Stereo” (Teen Dream). Una introducción sublime, una letra hermosa, luego unos puentes desgarradores –en el buen sentido de la expresión- antes de cada estribillo. Pero eso no es todo. En su segunda mitad llega un parte aguas que nos toma por sorpresa, con un soberbio solo de Scally que recuerda al Disintegration de The Cure y que parece no tendrá fin, hasta que Victoria llama con su voz a despertar del sueño en un quiebre sonoro donde todo cambia: poderosos y discordantes teclados que aparecen desde atrás, entrelazados con los redobles intensos de la batería que empujan sus cuerdas vocales convirtiendo todo aquello en un momento épico. No son los minutos más violentos del disco pero sí los más intensos.

Después llega una tierna balada llamada “On The Sea” en donde el piano se convierte en el principal guía a lo largo de los primeros versos que se repiten una y otra vez, abordando un estribillo muy emotivo y un crescendo que se une al cierre -en su mayor parte instrumental- donde los requintos, otra vez en trémolos, sobresalen ante todo lo demás. Todo terminará con “Irene”, un interludio en el álbum que al mismo tiempo se convierte en su conclusión. Baterías tímidas y en una misma dirección que conducen luego a un silencio casi eterno. Después, cuando pensamos que todo ha terminado, surge una nueva melodía como si fuera un track escondido. De alguna manera esto es lo más experimental que ha hecho Beach House; y así es como finalizan esta onírica producción.

Entonces, ¿el Bloom igualó o superó al Teen Dream? La respuesta es: ni una ni otra. Es un álbum diferente, ahora realizado desde senderos mucho más etéreos y ensoñadores que, más que un sucesor perfecto, lo han convertido en lo que toda banda desea obtener en algún punto de su carrera: una consagración.

Tracklist:

1. Myth
2. Wild
3. Lazuli
4. Other People
5. The Hours
6. Troublemaker
7. New Year
8. Wishes
9. On the Sea
10. Irene

Me suena a: Warpaint, The Arrogants, Cocteau Twins

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=FuvWc3ToDHg]