Nuclear Blast, 2017


Yo que andaba buscando nuevo rock para la noche, para las tinieblas, he encontrado una propuesta fresca y recién salida de los pantanos con el más reciente álbum de Then Comes Sielnce, Blood. Como lo han venido haciendo regularmente, los suecos han ido perfeccionando (¿o ensuciando?) su sonido orgánico y se alimentan del miedo de otros al adentrarse en la oscuridad. Y hoy pretenden comerse al mundo con sus gafas oscuras y pintura en sus uñas, con cierta rebeldía consumida por sus años de experiencia.

Esta es una producción de 14 temas  (bonus tracks incluidos) que siguen, ciertamente, el ABC de la composición, limitándose en la mayoría de los casos a lo seguro con sus versos-estribillos-versos-puente-estribillos. Sin embargo, en el aire que se respira alrededor se percibe una atmósfera macabra; y cada una de las notas parecen entonar las melodías que acompañan un culto a la nigromancia. El aura del álbum es siniestra sin duda alguna.

Todo arranca de lleno con las guitarras soberbias de «The Dead Cry for No One»,  salvaje e indomable, y esta tónica sigue fácilmente durante los siguientes 3-4 tracks. Ya saben, rock a lo post-punk al más puro estilo de Bauhaus. Ahí entra el single «Good Friday» que está inspirado en la muerte del padre del vocalista Alex Svensons. Es verdad que en esta primera mitad los suecos no suenan tan vampirescos como uno esperaría en este rubro, pero vaya que sí van en busca de la sangre todo el tiempo como asesinos mortales, y esa es una amenaza presente en cada nota.

Ya acercándonos al final, la propuesta se torna un poco más interesante. Podría decir que esta segunda ronda inicia con «Warm Like Blood» que es uno de los mejores momentos del álbum. Encaja perfecto con cualquier de las facetas sonoras que un amante del post-punk está dispuesto a digerir, es decir, reúne lo más básico del revival del género y luego va del por el rock gótico moderno pero en el ambiente hay algo de polvo de antaño que pudo haber generado Tones on Tail. Luego, «For the Wicked» exhibe la faceta experimental de la banda; y suena como si Trent Reznor estuviera detrás moviendo los hilos. Por otro lado, «Into Dead Alone» se extiende como lo más cinemático o melodramático de su repertorio, para luego finalizar con la instrumental y agitada «Blood Beast» en la que parece le tomaron prestados algunos trucos de guitarra a Robin Guthrie (Cocteau Twins).

Pero debo decir algo: es una lástima realmente que dos de estos capítulos no fueron tomados en cuenta para el set oficial, y solo pueden encontrarse en la versión de lujo. Tache ahí.

En Blood, Then Comes Sielence tiene un disco audaz y frenético. Cada canción lleva las garras por delante y no busca ni siquiera la seducción fatal como antesala de un crimen, sino que van directo a la provocación. Son agresivos y pueden oler la sangre a kilómetros de su estudio o a minutos de un riff. No tengo la menor duda que Christian Death y Field of the Nephilim se sentirían orgullosos de ellos.

Tracklist:

1. The Dead Cry For No One
2. Flashing Pangs Of Love
3. Strange Kicks
4. My Bones
5. In Leash
6. Choose Your Poison
7. Good Friday
8. The Rest Will Follow
9. Magnetic
10. Warm Like Blood
11. Mercury
12. Into Death Alone

Me suena a: Bauhaus, Peter Murphy, Principe Valiente