Innovative Leisure, 2013


Nothing is Real es la tercera entrega de los Crystal Antlers, conjunto oriundo de Long Beach, California, con una carrera que comenzó allá a mediados de los 2000’s. Me sorprende bastante cómo esta LP me recuerda precisamente a esa época y también un poco a los 90’s por el característico sonido a banda escolar que no tiene mucho más que las ganas de tocar para darse a conocer con un sonido explotado al extremo por cientos de conjuntos de esa vena, el punk.

 

Entonces, ¿qué hace interesante a Crystal Antlers?, ¿por qué estoy dedicando una noche de mi vida a escribir sobre un disco que no va a cambiar nada?, y ya no digamos eso; ni si quiera va a encabezar ninguna lista de “Lo mejor del año”. Bueno, la respuesta es porque, a decir verdad, no soy escritor, ni si quiera me considero un chingón en cuanto a gustos musicales, sólo intento mantenerlo real compartiendo cosas que me conmueven y mueven un poco con ustedes,  queridos lectores.  Esta banda combina ese característico sonido punk que me recuerda a bandas que pudieron haber sido fichadas como “emocore” hace apenas un lustro, o poco más como Thursday o At the Drive In, en especial por ese sonido lo-fi que  nunca falla en evocan las viejas andadas y desmadres de cuando rondábamos los 16 años. Si rascamos más en el sonido de los Antlers, nos vamos a topar con claras influencias a la Dinosaur Jr. y claro, a la banda de la cual casi nadie escapa, los Pixies.

 

Aquí viene algo interesante, y es que los de Long Beach no se quedan con ese sonido solamente, el extra que tenemos es un  toque psicodélico, garagero, claro ejemplo son los cambios de ritmo en varios de los tracks. Hablemos pues  de ellos.

 

El disco abre con «Pray», canción que tiene un ritmo rápido en la batería sumado a un órgano, que me recuerda por instantes a la ya mítica «The Rat» de The Walkmen. El tema luego da un giro a un pasaje mucho más tranquilo pero lleno al tope de una emotividad, de esa que provoca un vacío en el estómago, para volver de súbito a la batería acompañada de un solo sin pizca alguna de virtuosismo pero lleno de un feeling innegable. Le sigue «Rattlesnake», la que es probablemente la joya de este álbum; con un ritmo sólido en el bajo que sirve como introducción a un tipo de clímax que logran los himnos juveniles con todos los locos alzando el puño y coreando al unísono una sola palabra. Me remite un poco a lo que vienen haciendo bandas como Foo Fighters en algunos de sus tracks más recientes, preparando el terreno con una introducción que te llena de nostalgia y te hace estallar en coraje mientras abrazas del hombro a tu mejor amigo y gritan juntos. Este track es imperdible.

 

Viene «Licorice Pizza», con un sonido mucho más garage e incluso hasta grunge. De esta pieza se estrenó video hace poco y bien pudiera haber sido programado en el MTV de los 90’s junto con esos clips que te sacaban de onda cuando eras un niño de secundaria y te dejaban náuseas y dolor de cabeza.  Toca turno luego a «We All Gotta Die», una pista con la cual me imagino bajo el efecto de algún vicio prohibido, en la azotea de un edificio mientras uso mis gafas oscuras. Aquí es donde puedo experimentar que esta banda no está casada con un solo sonido, que quizá su creatividad o su búsqueda de un sonido propio los hace brincar de plano en plano, y en este track no se han equivocado, ya que es otro de los highlights.

 

En canciones como «Paper Thin» y «Anywhere But Here» vemos a unos Crystal Antlers en su punto más agresivo y enfadoso, imagino casi de inmediato los clásicos moshpits mientras vuelan vasos llenos de cualquier clase de líquido. Vuelvo a recordar a At the Drive In coqueteando con la psicodelia que los llevó a sonidos como los de The Mars Volta, influencias que se vuelven evidentes en otra grande bajo el título «Don’t Think of the Stone», que quizás junto con «We All Gotta Die» forma el par de canciones en las que se dejan sentir más esas ganas de jugar con la psicodelia.  Por su lado, «Persephone» seguramente será de esos tracks por los que todos ubicarán a su autor, tiene una frase simple pero que dan ganas de gritar: “My mind controls my body” que suena en el coro acompañado de un ritmo que evoca totalmente a bandas del post hardcore de inicios de los dos miles. «Wrong Side» es otra obra que me lleva en extremo a ese sonido, además de que viene cargada con un solo de guitarra altamente disfrutable, agregando algo de grunge.

 

Las últimas dos canciones hacen un contraste interesante: por un lado «Better Things», donde se siente de nuevo la energía punk de secundaria, ofrecie mucho más que un buen pretexto para mover la cabeza. Por su parte, «Prisoner Song» es tranquila y llena de emotividad, se deja sentir en las vocales y en el ritmo del bajo y la batería, incluso tiene unos efectos de piano/órgano que parecieran difuminar y desvanecer poco a poco al álbum, dando pie a la siempre presente característica de este sonido punk nostálgico de una juventud que extraña el ayer a gritos.

 

Concluyo esta vez recordando lo ya dicho, este álbum no va a cambiar nada y es sólo otra ventana para transportarnos al siempre entrañable pasado. Es un disco que puede ser fácilmente olvidable, excepto para aquellos que vivimos en esa búsqueda de ruidos que nos recuerdan aunque sea un poco y en algún sentido esos ayeres.

 

 

Tracklist:

 

1. Pray 
2. Rattlesnake 
3. Licorice Pizza 
4. We All Gotta Die 
5. Paper Thin 
6. Persephone 
7. Anywhere But Here 
8. Don’t Think of the Stone 
9. Wrong Side 
10. Better Things 
11. Prisoner Song 

 

Me suena a: Pixies, At the Drive In, Dinosaur Jr.

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