Fiction, 2014


Banda favorita del indie de los 2000 y una de las de más convocatoria al lado de Franz Ferdinand y Arctic Monkeys, Kaiser Chiefs se hizo un nombre con su debut de 2005, Employment. Desde el principio la combinación de ganchos new wave, la fuerza del punk setentero y el componente britpop (aportado por el productor Stephen Street, colaborador de Morrissey, Blur, The Cranberries y Babyshambles previamente) le dio la aclamación de la crítica por no tener pretensiones de ser más que una banda que buscaba divertirse y divertir en el escenario.

Hits como «I Predict A Riot», «Oh My God» o «Everyday I Love You Less And Less» junto a la presencia vocal de Ricky Wilson y los buenos guitarrazos de Andrew White les permitieron pegar hasta en los Estados Unidos, al extremo de presentarse en el Live Earth en la ciudad de Filadelfia, así como hacer de teloneros de U2 en varias presentaciones del Vertigo Tour por Europa. Desafortunadamente la dicha no duro demasiado, pues su siguiente trabajo, Yours Truly, Angry Mob fue calificado como predecible y carente de chispa, a pesar de contener el hit más grande de su trayectoria, «Ruby», y canciones como «Thank You Very Much», «Everything Is Average Nowadays» o «The Angry Mob». Para el tercer álbum, Off With Their Heads, decidieron cambiar de productor, aunque mantuvieron el enfoque más consciente -socialmente hablando- que habían explorado en Yours Truly, Angry Mob. «Never Miss A Beat» y «Good Days, «Bad Days» sonaron con fuerza pero no se acercaron ni de asomo a los buenos tiempos de Employment.

Es en ese punto cuando deciden hacer el cambio más drástico en su sonido para The Future Is Medieval, lanzado en 2011 y producido por Tony Visconti, productor habitual de David Bowie en su periodo glam. La parte de «no tener más ambición que divertirse» cedió paso a un proyecto donde el sonido se hizo más complejo y maduro, las letras eran notablemente más serias que las de sus trabajos anteriores y en cierta forma mucha de la explosividad y frescura se perdían frente a la búsqueda de validez ante los críticos. A pesar de tener buenas canciones en su interior como «Little Shocks», «Kinda Girl You Are» o «Man On Mars» (que bien o mal cumplieron su cometido), se sintió una pérdida en el rumbo creativo  que pudo haber contribuido al abandono del baterista Nick Hodgson en 2012.

Por eso mis expectativas con la banda de Leeds eran que podía pasar cualquier cosa; o los encontrabas tan autoritarios como cuando hicieron su cover de «Pinball Wizard» de The Who en la Clausura de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, o tan arrodillados como Ricky Wilson haciendo parte del jurado de The Voice. Por fortuna lanzaron el primer adelanto en diciembre de 2013, «Misery Company» y las dudas quedaron despejadas: nos devolvieron a los Kaiser Chiefs que nunca debieron quitarnos.

«Bows & Arrows» y «Coming Home» le sucederían en las siguientes semanas y el camino quedaba despejado para saber qué seguía luego de haber probado (parcialmente al menos) que podían ser tan sencillos como elaborados en su sonido.

Un arranque al mejor estilo de «I Predict A Riot» en «The Factory Gates»; teclados pegadizos, batería típicamente indie, y un ambiente de Camden Town al mejor estilo de «Parklife» (que Liam Gallagher los haya tachado de ser unos «Blur malos» no es de gratis). La declaración de intenciones es clara: será una lucha por ver si se pueden reencontrar consigo mismos. Bajan las revoluciones en «Coming Home»; los teclados sostenidos asumen el mando, Simon Rix en el bajo adquiere más protagonismo y Wilson se pone más melancólico en un tema cargado de nostalgia y triunfalismo a partes iguales, donde el solo de guitara da lo mejor de sí mismo. No es desatinado comparar esto con U2. Tiene tanto de «Nikita» de Elton John como de «Learning To Fly» de Pink Floyd.

Aparece «Misery Company» con la que ocurre algo muy simple: no me habría tomado tantas molestias en escuchar este disco si no fuese por esta canción. Hecha para patear críticas a la estratósfera, con un trabajo en guitarras asombroso, y la batería de su nuevo miembro, Vijay Mistry, que en cada instante parece golpear tu cabeza en vez de los tarros. «Ruffians On Parade» mantiene el momento de inspiración sumándole un piano y armonías vocales suficientemente convincentes y precisas. Los cambios de ritmo y (de nuevo) un riff muy inspirado de White son los elementos que contribuyen a darle garantía de fija en los conciertos de la inminente gira. «Meanwhile Up In Heaven» es la que más se siente conectada con The Future Is Medieval por el titulo y por el hecho de ser un poco más elaborada que las canciones que se han podido escuchar hasta este punto. Pura inspiración new wave, y un sencillo a ojo cerrado, principalmente por la letra. La power balada del disco. Vuelven al máximo voltaje en «One More Last Song», aunque más emparentados con el post punk. Buena sección de teclado de Nick Baines, y con otro buen riff de guitarra que lo sostiene maravillosamente. De nuevo son claves los cambios de ritmo para hacerla memorable y perfecta para sus conciertos.

Pasado el ecuador de Education, Education, Education & War, aparece «My Life», un número britpop hasta la médula. Con el aura de los himnos que no pasan de moda, pero sin duda bastante cargado de clichés. Pero ojo, eso no quita que es tremenda. Tiene ímpetu para encender estadios, o mínimo para hacer corear borrachos en cantina. En «Bows & Arrows» vuelve a reflejarse la tónica de sus inicios con los teclados y la forma apasionada de Wilson al cantar. A eso se le debe sumar una línea de bajo autoritaria de Rix y, no sobra decirlo por enésima vez, una buena guitarra al fondo. El contenido social de la canción salta a la vista desde un primer momento. El coro recuerda a Bowie en «The Stars (Are Out Tonight)». Lo único que le falta al cóctel antiguerra del álbum es hablar de armamentismo. Y ahí aparece «Cannons». El ritmo evoca en la mente del oyente una banda marcial y bombardeos. Es su «Run Like Hell». Me cuesta un poco situarla en un contexto dado por la misma banda, pero no neguemos que es un tema que le pega perfecto a la tensión actual en Crimea. Las voces del tema escondido al final de la canción incrementan el nivel de seriedad que querían alcanzar.

«Roses» cierra brillantemente el disco y la lucha de los Chiefs contra ellos mismos. Parece que la guerra con su cuota acostumbrada de destrucción ha terminado. Es momento de hacer el balance de ganancias y pérdidas en ese cruce armado sin sentido. Y hay que decirlo, el tono de balada les sienta maravillosamente. Capturan con precisión el drama de post-guerra. Cierre con broche de oro y medalla al mérito por parte de la Armada Británica a Ricky Wilson y a su valiente compañía de soldados.

Es el disco más ochentero de sus carreras. Constituye un regreso a sus raíces tomando como punto de partida el aprendizaje de The Future Is Medieval. Se me ocurren influencias de Pink Floyd y hasta Green Day en el concepto y las letras, y de la new wave en el aspecto meramente musical. Con las tendencias actuales, muy distintas a las de hace 10 años, es complicado que logren remontar posiciones en popularidad o relevancia, pero queda claro que es un esfuerzo que en todas y cada una de las canciones vale totalmente la pena. Es su mejor trabajo desde Yours Truly, Angry Mob. Sin ninguna duda.

Tracklist:

  1. The Factory Gates
  2. Coming Home
  3. Misery Company
  4. Ruffians on Parade
  5. Meanwhile Up in Heaven
  6. One More Last Song
  7. My Life
  8. Bows & Arrows
  9. Cannons
  10. Roses

Me suena a: David Bowie, Wire, White Lies