SQE, 2014


Este año no pude ver el Coachella por streaming, como acostumbro desde hace un tiempo. Las vacaciones y un viaje con el que no esperaba desconectarme del mundo de forma tan radical me lo hicieron imposible. Por fortuna, durante la semana pude terminar varias reseñas que tenía represadas, así como escuchar varios discos por los cuales sentía emoción por conocer su contenido. Entre estos últimos se encuadra el séptimo trabajo de The Faint, agrupación de Omaha, Nebraska, que tuve la oportunidad de conocer, justamente, por Coachella en 2013. 

 

Si la memoria no me falla, ese día estaban cruzados con unos Red Hot Chili Peppers que tocaron de manera insufrible. Cambié de canal para ver qué más había y me encontré con estos personajes. Fue un flechazo inmediato, eran la irreverencia hecha dance punk, un pandemonium que al principio pensaba que era no sólo europeo, sino una promesa a punto de concretarse. Y no, resulta que son estadounidenses y veteranos con varios discos a sus espaldas. Por la energía que desplegaban frente a la pantalla de mi computador y ante los miles que los observaban en el festival, parecían niños insolentes con ganas de tragarse al mundo con un sonido que justificaba la idea.

 

Siendo honestos, me sorprende que la banda liderada por Todd Fink no tenga un mayor reconocimiento en Estados Unidos, pero eso tiene fácil explicación: son demasiado suicidas (creativamente) para ser nortemaericanos promedio, demasiado rasposos para ser europeos promedio, y demasiado frikis para el mismo indie. Tal vez adquirieron algo de reconocimiento en los últimos tiempos cuando se supo que Conor Oberst (Bright Eyes) estuvo previamente en The Faint. De cualquier forma, sencillos como «I Dissapear», «The Geeks Were Right» y «Desperate Guys» les dieron una buena atención en el underground norteamericano.

 

Cuando en S&V hicimos el consejo de redacción para escoger los tres discos con los que aportaría este mes, me sorprendí muchísimo al enterarme de que The Faint lanzaba nuevo trabajo, puesto que no los tenía en mente para nada este año. Tomando en cuenta que no conocíamos nada nuevo desde su Fasciinatiion de 2008, fue una sorpresa bastante agradable que no dejé pasar.

 

Inició rabioso con «Help In The Head»; línea de bajo precisa y batería con sobredosis de adrenalina fiel a su costumbre. Las distorsiones de los teclados le dan ese toque más rebelde y descontrolado. Tiene tanta potencia que no extrañaría si se hubiese grabado en vivo. Seguimos con «Mental Radio»; recuerdo que la escuchaba por primera vez en el transporte público, un día, a todo volumen en mis audífonos y, literalmente, bailaba y saltaba en la fila como si los estuviese viendo en directo al extremo que una señora me detuvo, preocupada, para ver si estaba bien. Pensaba que yo tenía un ataque de epilepsia o algo por el estilo. De ese tamaño lo pongo, es realmente irresistible. Es como Joy Division conociendo a Devo.

 

«Evil Voices» (previamente lanzada en un EP del mismo nombre en 2012) y «Salt My Doom» son pura rabia punk condensada en estribillos directos y teclados sencillos pero despojados, agresivos y que sólo incitan a bailar y golpear cual pogo sin remedio. Luego aparece «Animal Needs», más en la linea de «I Dissapear». Ramonesca en su estructura lírica. Es la que se pega con más facilidad en los oídos; recuerda en algo a los primeros Kasabian o a los Primal Scream de XTRMNTR. Pinta para ser himno anticonsumista, como mínimoSe mantiene esa línea sonora en «Loss Of Head», pero la letra aborda ahora terrenos mentalmente más confusos. El toque discotequero la hace particularmente atractiva. En «Dress Code» dan la sensación de que cualquier cosa puede pasar en esos casi dos minutos que dura el tema, con un sintetizador que parece extraído de «Mario Bross». Podemos definirlo como la transición de Doom Abuse.

 

El pulso punk del inicio regresa en «Scapegoat«, con ruidos en el teclado que hacen avanzar la canción. Podrían usarla en un anime tipo Naruto o en Power Rangers para iniciar el programa. En «Your Stranger» aunque se sigue en general la idea de «Scapegoat», ya se percibe una dinámica más centrada en los teclados, como si Johnny Ramone cambiara la guitarra por los mismos.

 

Y es con esa idea que se cierra el álbum, pues para «Lesson From The Darkness» profundizan en la onda synthpop, en una modalidad mas ochentera y más emparentada con The Human League, Gary Numan, OMD o los primeros Depeche Mode. El riff del teclado es bastante efectivo, los cambios de ritmo son precisos y la guitarra aunque discreta, mantiene el pulso que te hace mover la cabeza, firme y constante. Seguimos con «Unseen Hand». Más oscura, con algo de industrial, y mucha deuda a Gary Numan y la música jungle. El bajo parece un taladro por la forma en que puede despedazar oídos sin esfuerzo aparente. El final es bien new wave con «Damage Control», creada y ejecutada al mejor estilo de «Drive» de The Cars. Baja el tempo y consigue un efecto más profundo que muchas de las canciones en el disco que tenían el frenesí y la adrenalina como compañeras de viaje. En lo que va del 2014, es sin duda de las mejores canciones que se han lanzado.

 

Es el mejor final posible para un disco atemporal, fuera de lugar, fuera de contexto y que no cuenta con una escena al lado que lo apoye. Pero ese es el atractivo de Doom Abuse y a la larga, de The Faint: no necesitan nada de eso para sorprendernos con cada álbum o canción que pasa. Sólo necesitan estar en el lugar correcto, como hace un año en Coachella, para cautivar un nuevo seguidor cada vez.

 

 

Tracklist:

  1. Help In The Head
  2. Mental Radio
  3. Evil Voices
  4. Salt My Doom
  5. Animal Needs
  6. Loss Of Head
  7. Dress Code
  8. Scapegoat
  9. Your Stranger
  10. Lesson From The Darkness
  11. Unseen Hand
  12. Damage Control

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Me suena a: Wire, Panic! At the Disco, Kaiser Chiefs