De lo áspero y lo sucio del sonido puede surgir cierta belleza melódica que, con una gélida atmósfera y una sedosa instrumentación, puede devenir en una aleación de elementos tan oscuros y densos como oníricos y románticos. Tal es el caso de MUMBLE, un proyecto independiente de San Diego, California que se mece entre los dominios del darkwave y el shoegaze, sobre una base sintética que apenas llega a rozar.
Apenas en 2020 apareció en el radar de los escrutadores más clavados de los diamantes en bruto subterráneos, cuando lanzaron un sofisticado EP (homónimo) de cuatro rolas que registraron influencias claras del dreampop de los Slowdive en la era Pygamlyon y de la estética estática de Mahogany haciendo de su blisspop una oda al ruido rosa de sombras oscuras. Así, y desde entonces, poco a poco este acto comandado por Michael y Krista Cuthbertson ha ido generando nuevas grabaciones de cortes minimalistas, igualmente adictivas.
Como si de un encuentro amoroso entre fantasmas se tratara, las secuencias de este dúo parecen tentar la melancolía y la serenidad con la misma energía celestial que hechiza los sentidos, bajo un encanto de halos irreales. Las distorsiones difusas y penetrantes, las voces angelicales y la instrumentación flotante (sobre todo en sus tracks instrumentales) nos estimulan la mente para viajar a spots que solo existen en los mundos que MUMBLE crea, y en los que impera la serenidad y la paz, aun con el ruido abrasivo que no quiere soltarnos los pies.
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