Antes de entrar en materia con The Universal Want, el primer álbum de Doves en 11 años creo que es necesario precisar algunas premisas con los de Mánchester, solo para poner en contexto la crítica. No son muchas; basta decir que los hermanos Williams y Jimi Godwon surgieron desde un rincón más oscuro del britpop a finales del siglo pasado, y lanzaron su primer y soberbio larga duración, Lost Souls justo al inicio del nuevo milenio. La prensa no les puso la misma atención que a unos Suede o Blur, por ejemplo, pero estoy seguro que en la fanaticada de la ola británica se pudo apreciar esa apuesta vanguardista para evolucionar el sonido con un mood aun más alternativo. No sonaban a nadie, no se les podía comparar con otro grupo en la misma etiqueta musical. Luego, en 2002 The Last Broadcast llegó y ahí se mostraron más accesibles con la crítica y las radio emisoras, y se valieron de más luz, pero su sello sonoro ya se había patentado. Esos fueron los puntos creativos y cualitativos más altos de su historia, sin duda. Lo que vino después fueron dos discos sucesores buenos, sin duda, en los que nunca traicionaron su esencia.
Dicho lo anterior, tener de vuelta en pleno año 2020 a una de las bandas del britpop «underground» más importantes de su generación, es decir, de los chavos que llegaron después del clímax de los 90s, es algo que no hace más que brindarle cosas buenas a a la música en este momento. Y tenemos ciertamente a los fans que esperaban después de 11 años un nuevo Lost Souls o un nuevo The Last Broadcast, así como a otro grupo de seguidores que no se animaban mucho después de ver una tímida pero igualmente significativa cuesta abajo en las últimas producciones de la banda antes de separarse por primera vez. Pero vaya que ni una ni otra…
Con esta producción la tripleta británica demuestra que no quiere vivir más de su pasado y que una década después sabrá reinventarse para seguir vigente. Por eso no retoman las cosas donde las dejaron (Kingdom of Rust, 2009) pero tampoco es que pretendían hacerlo. Más bien, como si se tratara de un siguiente paso se siente este trabajo como una continuación natural a lo que ya venían haciendo no solo la banda sino también Jimi Goodwin en solitario, por ejemplo. No abandonan su viejo sendero pero sí lo caminan a un ritmo distinto, sus horizontes probablemente son los mismos pero los tiempos y la edad de sus caminantes sí cambiaron. Así que en este punto de sus carreras Andy, Jez y Jimi optaron por refinar aun más su instrumentación y poner a prueba su intelecto al momento de construir estructuras complejas para que las melodías se sostengan. Como contraparte, quizá dejaron del lado el interés por los garfios melódicos y los clichés. Así que estos 10 tracks aunque sí son muy sofisticados en composición y producción, no pretenden agradar a nadie que busque solo hits.
Entonces, es verdad que aquí no tenemos el punch de un himno de dimensiones épicas que nos haga destacar el disco por ese track particular -como sí ocurrió con «Sea Song» o «The Man who Told Everything» en Lost Souls por ejemplo, o con «There Goes the Fear» en The Last Broadcast o la homónima en The Kingdom of Rust– pero en esta ocasión la propuesta es no jugar tanto con la adrenalina ni remover fibras peligrosamente. Tampoco están buscando las sombras ni los niveles subterráneos. Acá las palomas más bien apuestan por llamar a sus viejos fans que habrán crecido y madurado como ellos, y a entender su música como pasajes que podrían analizarse más que disfrutarse; que no cuenta más con puntos emotivos álgidos o sorpresas que distraigan la atención, pero de alguna manera se las ingenian para que no se sienta la obra plana ni monótona (para nada monótona).
Al final del día The Universal Want representa la vuelta de los mismos Doves 11 años después, avanzando fieles a su estilo pero sin mirar atrás. Lo aprendido en todo este tiempo en otros rubros servirá sin duda para brindarle nuevos matices a su resonancia pero sin traicionar el género que les motiva. No tenemos aquí nuevos himnos que recordaremos por siempre, es verdad, pero tampoco tenemos canciones que con las repetidas reproducciones van a cansar pronto. Este ya no es un disco que funciona como montaña rusa pero sí uno que invita a subir el volumen y degustar uno a uno sus elementos que lo componen. La nitidez es casi perfecta y la tecnología se usa tan bien que no se siente para nada una obra sintética ni electrónica.
No están cerca de su mejor producción pero tampoco esta será recordada como la peor. Este regreso debe ser entendido mejor como el nuevo respiro para un nuevo punto de partida para una banda que nos confirma hoy que seguirá honesta consigo misma, sin importar el tiempo que haya transcurrido.
Tracklist:
- Carousels
- I Will Not Hide
- Broken Eyes
- For Tomorrow
- Cathedrals of the Mind
- Prisoners
- Cycle of Hurt
- Mother Silver Lake
- Universal Want
- Forest House
Me suena a: Blur, Radiohead, Kashmir
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