Existen en la historia muchas bandas cuyas carreras muchas veces concluyen antes de que les llegue el reconocimiento masivo, tanto de los fans como de la industria musical. En este apartado, sin duda Galaxie 500 es uno de los casos más especiales. Es, incluso, hasta insólito. Los testimonios de sus fans que han documentado en foros las cien maneras en las que la obra de Dean Wareham, Damon Kurkowski y Naomi Yang influyeron en sus vidas, así como los reconocimientos de músicos contemporáneos y otros que llegaron a la escena mucho tiempo después hacen difícil comprender cómo es que este trío no llegó más allá de solo tres LPs (además de un directo, una compilación de rarezas y otro disco de sesiones).

Sus orígenes se remontan a Nueva York a principios de los 80s, cuando Damon, Dean y Naomi estudiaban juntos en la preparatoria. Luego de que se graduaron, los primeros dos empezaron a hacer covers de punk mientras acudían a la Universidad de Harvard (y se hacían llamar Speedy and the Castanets). Yang los apoyaba primero como diseñadora de sus carteles y fotógrafa en sus jams, pero años más tarde incursionaría en el bajo y formaría parte de la alineación oficial en una nueva etapa en la que los tres juntos comenzaron a componer sus propias canciones. Fue entonces que, para grabar sus primeras maquetas y tocar puertas en los estudios, optaron por tomar el nombre de aquél vehículo famoso de la Ford que circulaba a mediados de los 60s. Luego, como no había de otra en aquellos días para una banda totalmente independiente o denominada «underground», el único gran salto al que podían aspirar era viajar a Inglaterra con sus propios recursos para buscar espacios en clubes o pubs por las noches.

Dando vueltas por la vida, en 1988 el destino los topó con Mark Kramer, el productor responsable de capturar esa esencia tan característica de estos chicos, apostando por ellos como nadie antes lo había hecho. Cuenta la leyenda que él fue el genio al que se le ocurrió la idea de respetar ese sonido rudimentario de sus demos, matizarlo un poco en la mezcla y además envolver las voces con una alta dosificación de reverb en prácticamente toda la instrumentación. Todo esto les dio una resonancia muy Velvet Underground con cables shoegazers cruzados (sobre todo en las guitarras), así como un estilo muy slowcore al momento de ejecutar sus rolas. Había que agregar además ese método medio jazzístico en sus batacas para obtener como resultado una exótica combinación de elementos que parecían fundirse con el polvo, para luego ofrecer sus primeros shows en Boston y Nueva York, cuando iba quedando claro que estaban fuera de las tendencias regionales de la época.

Mientras en Estados Unidos en lo que respecta a la música alternativa todo se enfocaba a lo que hacían nombres legendarios como Pixies, Sonic Youth o los Stooges (por mencionar solo algunos), G500 se alejó de ese eco pero sobre todo de ese mood. De hecho hoy, en retrospectiva, podríamos decir que es la banda de Boston menos «bostoniana» de todas.

Desde luego que en aquellos tiempos los halagos, aunque pocos, no se hicieron esperar y su primer LP (Today, 1988) fue considerado por el mismísimo Thurston Moore como el registro de «mis guitarras favoritas de ese año», por mencionar solo un ejemplo. Y es que hay algo de ensoñador y romántico en la música de Galaxie 500. Podrá ser ese ruido dosificado y estimulante, o quizá la psicodelia que somete lentamente, o que siempre encontramos en sus temas un componente conmovedor como alquimia que relaja, hipnotiza y luego condena a quien los escucha a no soltarlo fácilmente. Es una lástima que su camino haya sido tan corto, pero al menos el reconocimiento aunque tardío se ha extendido por las fronteras y prolongado en las generaciones de melómanos incondicionales al eco del «indie» original; y nosotros no podíamos dejar pasar esta oportunidad de recomendarles tan solo nueve de sus composiciones más interesantes:

 

1. Parking Lot

Today LP, 1988

Parking Lot es suave y medio dulce aunque suene sucia. Fue una de las melodías más llevadoras de su primer LP y engloba justamente la apuesta a la que esta joven tripleta se aferró. Para quienes se obsesionan con las etiquetas, debió haber sido muy difícil encasillar este estilo a primera escucha. Como les decíamos, se trataba de una fusión muy exótica aunque en primeras apariencias fuera primitiva. Por la época (finales de ochentas) se deduce que había cierta fascinación por el shoegazing, pero no lo era del todo.

 

2. Descomposing Trees

On Fire LP, 1989

Era tal la inercia con la que el grupo andaba en sus primeros pasos que On Fire, su segundo disco llegó rapidísimo, tan solo un año después de su carta de presentación. Acá se relajaron más, se mostraron introspectivos incluso, y así como sus baterías parecían influenciadas por el jazz también insertaron clásicos saxofones que, cuando decidían utilizarlos, adornaban todo aquello con mucha clase aunque el polvo nublara intencionalmente la percepción sonora. Y ese mood precisamente representa Decomposing Trees. Chulada de canción.

 

3. Fourth of July

This Is Our Music LP, 1990

Un clásico por donde quiera que se le mire, por donde sea que se le escuche. Dean Wareham, que nunca pudo librarse del todo de las críticas por sus «limitaciones» vocales, logra uno de sus mejores timbres aquí al lado de sus rasposas y cadenciosas guitarras. Él intercala su estilo narrativo con un canto simple y, vamos a llamarle, «adecuadamente desafinado», logrando que todo engrane a la perfección en esta, una de las estructuras instrumentales más ricas en el catalogo de los bostonianos. Ese banquete de cuerdas eléctricas intensificado por los pedales, a duelo abierto con las baterías en redoble ya hacia el final (una fórmula de la que se valieron tantas veces) pareciera todo junto el resultado de una de las improvisaciones más inspiradoras y divertidas que el grupo realizó en el estudio.

 

4. Spook

This Is Our Music LP, 1990

Una balada agridulce y melancólica. Aquí parece que el tiempo no transcurre, o pasa muy lento cuando menos, y lo dejan crecer emocionalmente todo en un melódico estribillo que si no fuera por ese coro aaaaah que acompaña suavemente, sería totalmente instrumental.

¡Qué chulas guitarras, caray!

 

5. Cold Night

On Fire LP, 1989

En la misma tónica de la selección anterior, solo que Cold Night llegó un año antes. Es de esas rolas no aptas para melómanos depresivos en días grises, y sí obligada para tirarte en la cama cuando necesitas tomar un poco de aire tras un momento bajo. Es como un receso necesario para respirar, fugaz por su corta duración pero con un riff tan afable que doma lo rasposo de sus guitarras y se envuelve en el eco de esas atmósferas tan distintivas.

 

6. Sorry

This Is Our Music LP, 1990

Otro capítulo nostálgico con un toque mucho más dreamy de lo que acostumbraban. Pero acá, a pesar de su sonido siempre tan orgánico, el grupo se las ingenia para jugar con la psicodelia en sus guitarras y luego construir efímeros crescendos instrumentales que se vuelven muy emotivos, justo como sucede poco antes del final. Temazo.

 

7. Melt Away

This Is Our Music LP, 1990

Es difícil no rendirse a Melt Away; es como si tuviera una energía que te debilita desde su primer instante. Hay tanta armonía y paz fundidas en esta composición que los altos decibeles de sus guitarras más que distraer nos llevan de la mano poco a poco, preparándonos para subir a un nuevo peldaño emocional más adelante, cuando las cosas se intensifican antes de una bonita catarsis para cerrar.

 

8. Leave the Planet

On Fire LP, 1989

No importa la razón por la que canten esta canción, solo sabemos que debemos irnos de aquí lo antes posible con ellos. Justo a este ritmo y con esa cadencia que nos proponen no deberíamos dudar ni un segundo en vestirnos, tomar nuestra billetera, traer nuestros discos predilectos y largarnos rápido. Por algo será de sus rolas más cautivadoras.

 

9. Tugboat

Single, 1988

He aquí su single debut, donde y con lo que todo inició formalmente. Hay que reconocer a Kramer que, como les decíamos, estuvo convencido en respetar la vibración especial que este joven grupo proyectaba desde sus primeros demos. Con esto se escribió la primera página de una corta pero inspiradora historia en la música alternativa de nuestros tiempos. Poco después de esto se concretó una gran firma con Rough Trade Records y la creatividad revolucionó a mil por hora. Tanto que rápido se desgastó.

Pero, decimos por aquí, en el corazón de cualquier melómano que se respete siempre habrá un lugar especial para Galaxie 500.