Warners, 2012


Aun a estas alturas, con 11 años de carrera y seis álbumes de estudio en su haber, sigue siendo difícil descifrar con exactitud a qué juega The Mars Volta cuando hace música. Sin duda alguna su esencia es un soberbio y loable rock progresivo… pero muchas veces ese término se queda demasiado corto.

A eso debemos agregar que para esta ocasión contaron por primera vez con los servicios de su nuevo baterista Deantoni Parks, y –lo más importante- que esta nueva producción, la primera en cuatro años, le debe su éxito a la gran brecha en el tiempo que existe con su antecesora, pues eso permitió que tanto Cedric Brixler-Zavala como Omar Rodríguez-López se dieran el lujo de concretar proyectos alternos individuales; trabajos que han venido a servir de influencia para hacer del Noctourniquet lo que es.

Y todavía cuando el álbum a algunos les pueda parecer el más simple de todos, no se puede negar que a este par de genios les incomoda la comodidad y siempre logran hacer de lo más ordinario algo extraordinario. Así que ahora, aun con momentos predecibles o cliché, estamos hablando de temas complejísimos en construcción y sonido, con una buena cantidad de juguetes nuevos y experimentos de laboratorio con fuego y ácido, creando momentos sonoros tan bizarros como ensoñadores.

Entonces, ¿hay más o menos rock que antes? La respuesta depende de la percepción de cada quien. Están los que podrán argumentar que las cajas de sonido, los elementos computarizados, los sintetizadores y demás no son vías para llegar a dicho género. Pero por otro lado, habrá quienes piensen que la tecnología nos ha alcanzado (o rebasado) a todos, a tal grado de ser imposible no contar con ella para crear música, así que cuando es utilizada sólo como un lujo pero la médula espinal de cada pieza siguen siendo la excelente ejecución de las guitarras eléctricas y sus requintos esquizofrénicos, las baterías poderosas con sus ritmos agresivos y los cantos llenos de energía en medio de la locura, entonces no habrá decepción de por medio. Así que The Mars Volta han publicado por primera vez en su carrera un álbum que podríamos terminar odiando, o bien, podríamos terminar idolatrando.

Son nada más y nada menos que 13 tracks; unos conservadores y otros sin ataduras. Por ejemplo, tenemos la industrial “The Whip Hand” con sus baterías a destiempo y sus sintetizadores insistentes; no es lo más atrevido que han hecho pero sí llega a ser una sorpresa muy temprana en el álbum. Luego “Aegis” que tiene una estructura mucho más clásica, con dinámicas baterías, el bajo liderando la orquesta y estribillos rockers llenos de poder y rebeldía. Después se escucha la sublime “Empty Vessels Make Loudest Sound” con elegantes arpegios eléctricos muy post-rockeros, puentes hipnotizantes, coros digeribles pero llenos de ruido que someten en la oscuridad, y al final llega a ser caótica, letal como un torbellino destruyendo lo que se encuentra a su alrededor. Así pasamos a “The Malkin Jewel”, la primer canción de la placa que se dio a conocer oficialmente: irreverente, con atmósferas sombrías y ciclos divertidos (también de lo más clásico de la agrupación).

Y qué decir de “In Absentia”; surrealista, cósmica, llena de espirales sonoros, como ir flotando en la vía láctea dentro de una burbuja que nos protege mientras afuera el mundo se cae a pedazos. Enseguida llega “Imago”, elegantemente psicodélica y tranquila como balada. Más adelante nos encontramos con “Trinckets Pale Of Moon”, la más acústica, la más relajada y hasta la más romántica si quieren.

También levitamos a través de “Vedamalady” con momentos verdaderamente inspiradores; cuenta con sublimes melodías y unos inteligentes redobles en su batería marcando inesperados cambios de ritmo que parecen no coinciden con los coros, sin embargo ahí, en ese choque, es donde se da el hechizo; es uno de los temas más emocionales del álbum sin lugar a dudas, sólo comparable con “Noctourniquet” que además de llevar su nombre, resume en casi seis minutos lo que la producción a grandes rasgos es: luminosidad y oscuridad a su vez; un trabajo tan experimental como orgánico, tan clásico como futurista. Y no podríamos dejar de mencionar la que cierra y te despide: “Zed And Two Naughts”, agitada con un coro cargado de adrenalina; momentos arriesgados y fulminantes con sobresaltos en sus secuencias sin perder su esencia rocker que te invita a jugar con guitarras y micrófonos invisibles.

La producción termina siendo densa; culmina con gritos de creatividad innegable, sed de experimentación envidiable y una dosis de demencia en cada nota. Concluye también con acertijos en medio de sus primeras entregas y esta nueva que nos saca de lo que la misma banda nos había acostumbrado durante muchos años; como si nos estuvieran poniendo a prueba, como si nos estuvieran retando.

En este álbum –sobre todo en las primeras escuchadas que le daremos- probablemente no entenderemos qué es lo que está pasando, pero no es necesario hacerlo. The Mars Volta no espera que lo hagamos. No tienen nada que demostrar, así que hoy pueden presumir de haber producido una obra conceptual que no debe entenderse, sino sentirse; que no dará lugar a ninguna comparación con sus trabajos anteriores y que no pretende convencer, seducir, ni comprar a nadie.

Entonces, ¿tú odiarás o amarás el Noctourniquet?

Tracklist:

1. The Whip Hand
2. Aegis
3. Dyslexicon
4. Empty Vessels Make the Loudest Sound
5. The Malkin Jewel
6. Lapochka
7. In Absentia
8. Imago
9. Molochwalker
10. Trinkets Pale of Moon
11. Vedamalady
12. Noctourniquet
13. Zed and Two Naughts

Me suena a: Led Zeppelin, These Arms are Snakes, Porcupine Tree

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