En los últimos años se viene presentando una tendencia bastante particular a nivel internacional, motivada por una especie de redescubrimiento o reinterpretación del britpop. Para fines prácticos algo así podría denominarse “britpop revival” en la actualidad, darle la forma de un movimiento y venderlo como tal, pero siendo honestos todavía carece de la adhesión o cohesión necesarias para ser considerado un movimiento en toda la letra. De todos modos, una serie de bandas viene apareciendo últimamente movida por esas guitarras típicamente británicas de los años noventa, tal vez respondiendo a mucha de la música indie rock surgida en los 2000, pero al mismo tiempo (y de manera extraña, debo añadir) mostrándose como una lógica sucesión de esa nostalgia obsesiva que sobrevuela el mundo del entretenimiento.

En el estado actual de cosas este britpop revival tiene su punto de partida en el éxito de Catfish And The Bottlemen hace cuatro años con su debut ‘The Balcony’ y ha visto retroalimentación con la rapidez esperada en tiempos de Internet en grupos como Blossoms, The Bohicas, Circa Waves y los malogrados Viola Beach. Pero lo más intrigante es el desarrollo de una variante en Australia donde por el momento despuntan tres grupos: DMA’s, Green Buzzard, y nuestros recomendados, The Creases.

Este cuarteto de Brisbane surgió una tarde lluviosa de 2013 cuando el vocalista y guitarrista Joe Agius, y el guitarrista Jarrod Mahon se pusieron a tontear con sus instrumentos mientras esperaban una pizza. Pasada la noche, se terminaron la comida y tenían listas dos canciones: «Fun To Lose» y «I Won’t Wait». A las pocas semanas las grabaron profesionalmente bajo el nombre de The Creases, sin mayor pretensión que la de terminar lo que comenzó esa tarde como una forma de pasar el rato. El primer tema de hecho tuvo su respectivo vídeo, grabado de manera tan amateur como cabría esperar en esa clase de circunstancias.

https://www.youtube.com/watch?v=4ubV1lCHjKc

El vídeo llegó a un ejecutivo de Rough Trade Records llamado Tom Travis, quien contactó a la banda por correo para que grabaran con ellos. Sorprendidos, Agius y Mahon se dan cuenta que eso de la banda va muy en serio. Reclutan al bajista Aimon Clark y al baterista Bridie McQueen, firman el contrato y las presentaciones se suceden una tras otra mientras nuevas canciones van apareciendo. En 2014 lanzaron su grandioso EP ‘Gradient’, un claro ejercicio de estilo donde The Jesus And Mary Chain parecía el ejemplo a seguir para estos chicos. “Static Lines” y “How Long ‘Til I Know” pasaban tranquilamente por temas grabados en algún estudio de mala muerte de Londres en 1987 con la esperanza de que NME o Melody Maker le prestaran atención y tuviesen sus quince minutos de fama.

En esa primera experiencia en estudio se nota que desarrollaron varios elementos clave en su sonido, aun cuando fuese de manera precoz. La voz de Agius demuestra la versatilidad suficiente para pasar por el particular tono de Ian Brown, o bien enfocarse en un tono más melódico al estilo de Jim Reid. Las guitarras a cargo de él y Mahon son certeras, van directo al grano y saben lo que quieren en cada tema: detonar emociones en quien los escuche.

Pronto se comienza a gestar su debut en largo, Tremolow. Lanzado este año a principios de agosto, ratifica algunos puntos fundamentales en este britpop revival, particularmente en la variante australiana. Por ejemplo, se percibe una fijación con el indie pop que le da un giro decisivo tanto en actitud como en interpretación a su repertorio. La autoconfianza a veces rayando en la arrogancia propia del britpop cede en favor de algo más introspectivo que como puede provenir de The Smiths, Orange Juice, The Wedding Present y grupos por el estilo, puede tomar como punto de partida el trabajo de los primeros Coldplay. Pero el gran diferencial en su álbum debut está en que sus números guitarreros se alternan con momentos claramente deudores del madchester. Canciones como “It’s Alright” y el sencillo “Is It Love” beben directamente de The Charlatans, «Everybody Knows» se vale de algún truco propio de la versión más melódica de los Stone Roses, mientras en “At Last You Find”, “Something’s Gonna Break” y “Point” se dedican a rescatar por igual momentos de Oasis o del movimiento C86.

Escuchándolas y notando tanta referencia, tanta comparación, así como dándose cuenta que uno termina cantando esas canciones como si nada, resulta lógico que se produzca esa clase de optimismo frente a este debut. Tenemos entonces un grupo que evoluciona y madura con rapidez, que tiene la habilidad de hacer pastiches sólidos y de paso ratifica el surgimiento de toda una nueva tendencia en el panorama musical anglosajón. No sabemos si será sueño de un día o algo más duradero, pero esta banda por si sola merece nuestra atención como uno de los momentos más excitantes de este 2017.