Si piensas que Liam y Noel Gallagher son la pareja de hermanos más problemas entre sí en el mundo de la música, deberías conocer (o recordar) el caso de los hermanos gemelos Jay y Michael Aston de Gene Loves Jezebel: desde 1997 que rompieron filas, no se hablan, se demandaron mutuamente por los derechos de la banda y luego de llegar a un acuerdo, cada quien compone y lanza discos por su lado pero sin renunciar al nombre del grupo. Uno lo hace como Michael Aston’s Genes Loves Jezebel (con shows en el Reino Unido) y el otro como Jay Aston’s Gene Loves Jezebel (con shows en Estados Unidos).
Y es Jay el que ha lanzando en este 2017 un nuevo álbum de estudio, Dance Underwater, el primero en exactamente 20 años (desde el VII). Y a pesar de que su espectacular portada promete ritos góticos del rock o al menos de la era rockera en el post-punk de los originales GLZ (cuando los hermanos Aston eran uno mismo, vaya), la apuesta es más bien por el pop-rock (más pop que rock). Y no lo decimos como algo, pero sí estamos seguros que no es lo que sus viejos fans esperaban.
Ahora bien, punto a favor para Jay es que, evidentemente, no está estancado en el pasado. El disco no aburre al menos con la nostalgia ochentera que muchos no pueden quitarse de encima y, lo mejor, no se siente en ningún momento que esté compitiendo con su hermano Michael. Por el contrario, en sus 10 tracks se siente libre, con música ligera y fresca. Es, hasta cierto punto, un álbum autocomplaciente en ese sentido.
Baladas de pop y canciones un poco más enérgicas de un suave rock, teclados por todos lados, un bajo discreto, batería suelta que no corre riesgos y una voz que, eso sí, parece que se rehúsa a envejecer. Son fórmulas convencionales que no fallan. Quizás para algún despistado que no tenía ni idea de quiénes son los hermanos Aston, este puede pasar por un trabajo incluso moderno de una banda que deberían comenzar a estudiar. Pero si vienen de años (y décadas) atrás siguiendo sus pasos, seguro esto no es lo que estaban buscando, aunque debe reconocerse el esfuerzo por dejar atrás los obstáculos y mirar hacia adelante por parte de Jay (y Michael) Aston.
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