Como menos «borracho» pero igual de irreverente y desaliñado; más soberbio y medio déspota. Es la personalidad artística con la que Elias Bender Rønnenfelt (Iceage) ha vuelto a crear arte con su proyecto alterno Marching Church. Por eso su segundo disco, Telling It Like It Is es una buena continuación de lo hecho en This World Is Not Enough el año pasado (que ofrecía una experiencia medio ‘bizarre’ en su escucha).
El mayor capricho de Elias para esta edición pudo haber sido el querer sonar un poco (solo un poco) más melódico de lo habitual, y lo cumplió. Hay un poco (solo un poco) de más luz y colores en sus composiciones debido a los pianos y las guitarras más vivas, así que se percibe un ambiente un poco (solo un poco) más optimista. Pero esas sensaciones no perduran mucho al escuchar el tracklist en su totalidad ya que su música sigue siendo desgarradora en el fondo, como para soportar las peores noticias con un buen y largo trago de la botella de vino que sostienes mientras caes. Bajas pasiones y crudas realidades son expuestas también en sus narrativas, y la soledad escucha.
Por eso este equilibrio se siente como evolución temprana en el (relativamente) nuevo proyecto denominado Marching Church. Algunos podrían pensar que Elias no tiene muy claro o definido su sonido en esta vertiente aún, pero podrían estar equivocados. Lo que pasa es que su cosmovisión musical es muy diferente (por no decir rara). En otras palabras, es original. Y es cierto que no hay una etiqueta definitiva para su sonido pero eso no es algo malo, por el contrario propone una prueba real a sus fans que tratarán de descifrar con placer su extraña meta conceptual. Estamos hablando, sin lugar a dudas, de un ejemplar muy exótico de lo que muchos llaman «música alternativa» con cualquier cantidad de elementos matizados y fusionados entre destellos de luz que apenas se asoman en la oscuridad.
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