Personajes en la música y la poesía como Leonard Cohen nunca mueren. La propia obra del cantautor canadiense debería bastar para inmortalizarlo, ya no digamos los incontables covers de sus canciones por varios músicos -de diferentes generaciones- que de alguna u otra manera han extendido más su legado y con ello demostrado por qué es uno de los músicos más influyentes de la historia. Pero también ha habido otro tipo de manifestaciones de sus colegas que han ayudado a que sea así, específicamente hablamos de las referencias directas en canciones de autoría por otros cantantes que han dejado en sus carreras la marca de la influencia que le reconocen.

Si hacemos una lista de estos casos a través de los años no terminaríamos. Basta mencionar tan solo algunos de ellos como los de Nancy White («Leonard Cohen’s never gonna bring my groceries in»), Rick Shapiro («The Leonard Cohen of dick whippers»), Enrique Búnbury («Los restos del naufragio»), David Blue («Marianne») o Nirvana con «Pennyroyal Tea». Y de este último hablaremos un poco.

Cuando Kurt Cobain escribió la letra de esta canción (número nueve del tracklist en el álbum In Utero, 1993), hoy sabemos en retrospectiva que pasaba por momentos personales muy difíciles en medio de una una enfermedad crónica y rara en su estómago, una adicción brutal a las drogas y una profunda depresión que lo llevó a un trágico desenlace que ya todo el mundo conoce. En varias entrevistas, como en la otorgada al medio Impact en el ’93, el músico grungero reconoció que la música y las letras de Cohen funcionaban hasta cierto punto como una terapia para vivir a tope su dolor;

 

Esa era mi terapia cuando me sentía deprimido y enfermo. Había estado leyendo Malloy Dies (la novela Malone Dies) de Samuel Beckett, o escuchaba a Leonard Cohen, lo que de hecho lo hacía todo aun peor.

 

Cuando a inicios de abril de 1994 la muerte de Kurt Cobain conmocionó al mundo del rock, Leonard Cohen reconoció públicamente que no lo conocía ni había escuchado mucho de su música antes, pero en ese momento estaba enterado del guiño que el de Seattle le había dedicado en una línea que se leía «Give me a Leonard Cohen afterworld, so I can sigh eternally…». Y su reacción fue la siguiente:

 

Lamento no haber podido hablar con este joven. He visto a mucha gente en el Centro Zen (de rehabilitación y meditación budista) que ha pasado por las drogas y encontrado una manera de salir. Siempre hay alternativas, y quizás pude ser capaz de haber hecho algo por él.

 

 

 

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