Una de las cosas que viene ocurriendo de manera más y más perceptible hoy es una especie de «revival 90s» en la cultura popular. Vemos el regreso de Expedientes X en televisión, la fijación con lo sucio y podrido del rock en la serie de HBO, Vinyl (situada en los 70s, la década que sirvió de espejo para los 90s), y la reunión de la gran mayoría de bandas emblemáticas de ese tiempo; ¡hasta NWA volvió a reunirse!

A eso se le une el hecho de que muchas bandas que han aparecido en los últimos tiempos buscan recapturar ese sonido, ese espíritu, como devolviéndole al rock algo de ese voltaje que lo hizo irresistible incluso para la música pop de entonces. Es muy diciente eso en una época donde la mayoría de bandas solo buscan entrar al zeitgeist de lo reconocido sin importar si eso es coherente con lo que transmiten a su público o no. Ahora mismo solo se me ocurre Catfish And The Bottlemen como representantes de esa tendencia, pero no es el único caso de reacción frente a ese panorama.

Hace varios meses viendo el streaming del Festival de Coachella conocí a DMA’s, un trío de Sídney, Australia. Cuesta creerlo porque su sonido es la cosa más british que se me pueda ocurrir. Tommy O’Dell, Matt Mason y Johnny Took son los encargados de darle vida a himnos que se sitúan en un punto convergente entre R.E.M., The Smiths, The La’s, The Replacements, y la versión más melódica de The Stone Roses. Se habla mucho de un sonido britpop en ellos, pero eso se traslada principalmente a su imagen, influida de alguna forma por movimientos como el baggy o los casuals. En ese sentido son un poco como The Ocean Blue: un grupo de foráneos enamorados de Inglaterra, haciendo el sonido más inglés posible.

El año pasado lanzaron un EP titulado como la banda que en cinco canciones capturó las intenciones de O’Dell y compañía desde un principio: himnos contundentes y directos al hígado, inspirados en las maneras de estas bandas que siguen retumbando en nuestras cabezas. Pero su debut en largo, Hills End, va mucho más en serio cuando se trata de capturar la nostalgia de época que transmite su música (muy ligada al indie pop y el college rock ochenteros) en canciones como «Feels Like 37» o «Lay Down», aunque también dejan ver cierta versatilidad en canciones como «Melbourne» donde si bien no pierden esas melodías brit, encuentran la forma de hacer algo distinto con ellas. El éxito emergente ha llegado al extremo de que su canción “Play It Out” hará parte del FIFA 17.

Pero sobre todo, la esperanza queda ahí por demostrar que pueden configurar un sonido propio, como en «Blown Away». Ahora mismo están cumpliendo con el primer paso que es armar canciones que motiven a la gente a cantarlas. El siguiente paso, el del «sonido DMA’s», todavía tendrá que esperar un poco más. Pero por lo que son hoy, dan muchos motivos para seguirles la pista.