Parlophone, 2015


La reinvención del sonido es un proceso bastante natural en muchos artistas, esto con el fin de evitar la repetición o los clichés y además diversificar su estilo. El éxito de David Bowie por ejemplo, se basa en reinventarse tanto estética como musicalmente, lo que le ha permitido mantenerse con vigencia desde los 70’s hasta la fecha. Sin embargo, no todos lo hacen de forma efectiva o al menos sin causar polémica en el público. Por eso ejemplos como el protagonista de esta reseña son tan interesantes.

Reseña: The Magic Whip de Blur

Blur no tuvo miedo de avanzar o de buscar fronteras nuevas; siempre asumió las consecuencias de ello (que principalmente se tradujeron en peleas entre Damon Albarn y Graham Coxon) y vio recompensada su valentía con un público que con el paso de los años trascendió el circulo britpop. Ese hecho por sí solo ya disparaba continuamente los rumores de un nuevo álbum de la banda de Colchester.

 

El antecedente más claro para hablar de su octava placa, The Magic Whip, es sin duda el sencillo de 2012 “Under The Westway”. Aunque ese tema tenía más parentesco con su clásica “The Universal” que con lo que terminaría siendo este álbum, puede que en perspectiva haya evidenciado dos cosas: que el acople seguía ahí, ahora con más años pero la misma capacidad de conquistar; y la importancia de los elementos sinfónicos.

 

Días después de su lanzamiento, leí críticas algo duras hacia este álbum por parte de varias personas, principalmente por el hecho de que era un trabajo más sinfónico y menos guitarrero. Eso me lleva a preguntarme, ¿alguna de esas personas escuchó completo Parklife o Modern Life Is Rubbish? Si uno lo mira bien, los temas realmente radiables de Blur en sus discos no suelen ser más de cuatro o cinco (tal vez The Great Escape tenga unos cuantos más). El cuarteto siempre buscó moverse entre esas dos líneas para mostrar que podían hablar con ambos discursos: el comercial y el experimental. Este disco viene siendo la octava demostración de que esta cualidad nunca será lo suficientemente valorada.

 

“Lonesome Street” (ver video) abre el álbum mostrando una línea que va entre los momentos sinfónicos que suele mostrar la banda en su discografía de los noventa, y lo que ya venían anticipando con “Under The Westway” hace unos años. Por ese motivo no sorprende demasiado que lo eligieran como segundo sencillo. Después llega el turno de “New World Towers” que da un giro de 180 grados con respecto a “Lonesome Street” con ritmos orientales que a la vez tienen ese elemento british que los caracteriza, como el resultado de un tema para una película de James Bond adaptada en Bollywood. De inmediato nos encontramos con el primer sencillo de esta producción, “Go Out”, que entre un buen riff de Coxon y la siempre carismática voz de Damon Albarn nos recuerdan a ratos los tiempos de “Coffee & TV” o “Song 2”.

 

De ahí en adelante vamos a encontrar que siempre alternan entre momentos que pueden ser fuertes o sinfónicos, para retomar el aura exótica y oriental. Es así como luego de una “Ice Cream Man” relajante donde encontramos un trabajo notable de Coxon en la acústica, volvemos a los ecos orientales de la mano con “Thought I Was A Spaceman” y “I Broadcast”. Se anima nuevamente el ambiente en “My Terracota Heart” y se conserva algo de la fuerza de las guitarras para darle vida a “There Are Too Many Of Us”, que ya se ganó casi que por unanimidad ser la mejor canción de esta producción.

 

Turno de “Ghost Ship”. Es sin duda la más cercana al sonido clásico de Blur, con esos susurros de Damon, una guitarra elemental de Graham y una base rítmica infalible pero relajada a cargo de Alex James y Dave Rowntree. Va a medio camino entre lo que hacían en The Great Escape y el homónimo. Por su parte, “Pyongyang” es con seguridad mi canción favorita de The Magic Whip; captura el ambiente sinfónico de “Lonesome Street” y le suma una citara china para darle una mística fuera de serie. Lo más increíble es que a raíz de esa combinación, la métrica a ratos evoca el estilo hawaiano. Para el final “Ong Ong” mantiene esa tónica alegre en la guitarra, mientras que “Mirror Ball” le da espacio a los sintetizadores que le dan una onda que a ratos pareciera del estilo de Depeche Mode, y en otros pareciera meterse en terreno de Nine Inch Nails o Radiohead. Así, de forma un tanto bizarra pero reafirmando su valía como músicos, concluye el disco.

 

The Magic Whip viene siendo tomar las cosas por donde las dejaron en Think Tank. En ese disco que grabaron sin Coxon había electrónica, coqueteos con el dub y cierta mística a medio camino entre Gorillaz y Radiohead. Lo que ocurre ahora es que esos logros de aquél disco, se pasan por el filtro de las guitarras de Coxon, que no necesitan ser las de “Song 2” o “Sunday Sunday” para hacerse notar y dominar la situación.

 

Ese detalle resulta interesante porque a la par que su acople permanece intacto, mostrando las cualidades que los hicieron destacarse por encima del resto en primer lugar, plasman las experiencias de sus miembros en otras bandas o proyectos. Claramente en ese aspecto domina el criterio de Damon Albarn, pero eso en sí mismo no es un obstáculo para permitir cierta libertad a los otros miembros. Es un gran regreso a la vida, a pesar de la natural suspicacia de sus seguidores y la critica a meterse con una discografía que hasta Think Tank era impecable.

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Tracklist:

  1. Lonesome Street
  2. New World Towers
  3. Go Out
  4. Ice Cream Man
  5. Thought I Was a Spaceman
  6. I Broadcast
  7. My Terracotta Heart
  8. There Are Too Many of Us
  9. Ghost Ship
  10. Pyongyang
  11. Ong Ong
  12. Mirrorball

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Me suena a: Gorillaz, Radiohead, Jimi Goodwin