«Soy un perdedor y voy a matarme.» – Esta sutil frase me gustó como preámbulo introductorio de alguien tan inclasificable como lo es Beck. Y es que casi cualquier artista que la hubiera usado como carta de presentación para un disco nuevo invariablemente hubiera sido tachado de pretencioso, fracasado (irónicamente) o hasta de peligroso (es bien sabido que los estadounidenses tienen fama de paranoicos). Coincidentemente esta frase surgió a la par de otras tantas consignas que escandalizaban a las buenas conciencias, «Rape Me» de Nirvana, «Closer» de NIN, «Bad Habit“ de Offspring, etcétera; todo en aras de algo básico y primario: identidad propia. Fue así que «Loser» constituyó mi primer acercamiento a la música de Beck Hansen, por allá cuando el rock sonaba a rock y la Mtv era en verdad una Mtv.
Varios años y discos después Beck aún conserva su status de músico experimental habiendo abordado una cantidad tan diversa de géneros que siempre su siguiente disco es una experiencia altamente impredecible, como testimonio de ello están los saltos de un álbum a otro, donde va del country de saloon (cantina) y la bossa nova de Mutations a la sicodelia avant garde en Modern Guilt, o del hip hop ahogado en melodías alt-country y guiños jazzísticos de Odelay hasta el otro lado del espectro con la sobriedad instrumental y lírica en Sea Change.
Y es precisamente este último el que nos va a servir de hilo conductor hasta el actual Morning Phase, álbum que ve la luz este mes de febrero y del que se puede evidenciar que ambos discos se nutrieron del mismo cordón umbilical sin llegar a parecer gemelos, y es que en los dos prevalece una atmósfera esencialmente folk de melodías pausadas y con arreglos orquestales sobresalientes.
Sin embargo, a pesar de las similitudes que puedan guardar, esta nueva producción se percibe como el paso lógico en esta particular faceta del Beck reflexivo, ya que desde el instante en que comienza hay una sensación de que estamos frente a música que está por encima de cualquier categorización, dotada de esa vibra de universalidad en la cual todo proviene y regresa del mismo sitio. Otra peculiaridad es que el álbum bien podría partirse por mitad en los temas ideales para escucharse por la mañana y los que funcionan mejor de noche; se me vienen a la mente «Morning» y «Waking Light» (uno de los mejores temas de Beck en años) para un amanecer catatónico y por otro lado tener a «Wave» y «Unforgiven» (otra verdadera joya de canción) como soundtrack de cualquier pasaje de vida nocturna. Esta es música para echar a volar la imaginación y se agradece.
Mientras que «Say Goodbye» y «Blue Moon» se destacan por méritos propios, vemos cómo Morning Phase se erige dentro del catálogo del músico norteamericano como uno de sus trabajos mas cohesivos y envolventes, dejando a un lado los excesos estilísticos y la saturación de elementos musicales para sonar moderno, y en cambio nos regala un trabajo lleno de profundidad y simple belleza, el cual merecidamente será un digno testimonio de la brillante versatilidad del artista que hace 20 años se decía un «perdedor».
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Tracklist:
- Cycle
- Morning
- Heart Is a Drum
- Say Goodbye
- Blue Moon
- Unforgiven
- Wave
- Don’t Let It Go
- Blackbird Chain
- Phase
- Turn Away
- Country Down
- Waking Light
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Me suena a: Doves, Ryan Adams, Sufjan Stevens
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