No hay plazo que no se cumpla; la cuenta regresiva que inició por allá del mes de febrero, terminó este fin de semana con show para la memoria. Fueron aproximadamente dos meses los que los fans aztecas de MONO tuvimos que esperar para verles regresar a nuestras tierras, después de casi cuatro años. En 2009 fue el estremecedor Hymn to the Immortal Wind, ahora en 2013 es el introspectivo For My Parents el bebé nuevo que nos trajeron a presentar.
El recinto no podía ser más ad hoc para la ocasión. Para quienes no lo conocíamos, el auditorio Charles Chaplin en la ciudad de Guadalajara resultó ser una grata sorpresa. Una sala de cine adecuada para un concierto íntimo de post rock es una idea muy congruente, y si agregamos que éste no se trataba de un concierto cualquiera por una banda cualquiera, sino un recital de música clásica contemporánea por una de las bandas rockers más virtuosas de los años recientes, entonces la acertada decisión de los organizadores por elegir este auditorio cobra mucho más sentido.
Movus fueron los privilegiados en abrir la noche y los encargados de preparar el terreno, y cumplieron. Varios temas instrumentales y otros dos en los que cantaban letras en inglés fueron los que sonaban -por momentos mal por las fallas técnicas- minuto a minuto, mientras se iban haciendo menos las sillas desocupadas del recinto. La clásica «Eloheim» y la que cerró, «La Fiesta del Tambor» con un variado juego de percusiones, fueron los mejores momentos de esta joven banda tapatía.
Entonces aparecieron sobre el escenario Tamaki, Yoda, Taka y Yasunori. Comenzaron a afinar sus instrumentos por casi 20 minutos, dejaron todo listo y desaparecieron brevemente. Cerca de las 22:40 horas se escuchó una pieza ambiental (desconocida para mí) como introducción, para darle entrada a «Legend», el tema más emblemático de más reciente producción y uno de los más expansivos en su catálogo.
Muchos recordarán la entrevista exclusiva que tuvimos con Takaakira Goto hace unos días, en la que le pedimos su opinión sobre la costumbre del público mexicano de no guardar silencio en esta clase de conciertos, ante lo que se mostró flexible con todo tipo de conductas pero sí dejó claro que prefiere a una audiencia atenta y concentrada en lo que pasa en el escenario; cosa que no ocurrió en por lo menos los primeros minutos del show. Sin embargo, se necesita de una banda del calibre de MONO para, de la más elegante manera, silenciar el auditorio en minutos y dejarle la boca abierta hasta el último de los presentes en una noche de penumbra y catarsis; en una noche de violencia y belleza.
Fue violenta la forma en que manipularon nuestros sentidos y demandaron nuestra total atención ante una gran entrega en el escenario. Violenta fue la manera en que nos encerraron entre esas sólidas paredes de ruido en las que las distorsiones eléctricas rebotan de un lado a otro, y terminan penetrando nuestros oídos, taladrando los tímpanos, para así alcanzar a tocar nuestras mismísimas almas, como sucedió en «Pure As Snow», por ejemplo. Igual de violentas las atmósferas oscuras que crean para obligarte a respirar un clima denso mientras el ruido se esconde entre suaves arpegios, y esperan pacientemente el mejor momento para noquearte, como pasó con «Halcyon» y «Unseen Harbor».
Por otro lado, fue bella la forma tan delicada en la que esos trémolos expandieron sus ondas sonoras en el aire, emanando las melodías más dulces y románticas aun en las canciones más intensas, como fue el caso de «Ashes in the Snow». Fue igual de bella la sensación de paz que generaba ese estridente piano mientras sus melodías invitaban a cerrar los ojos y soñar con días mejores, como ocurrió en «Dream Odyssey» y «Follow the Map». Fue hermosa la sensación de vivir la tristeza de una manera distinta, convirtiéndose luego en melancolía para así sentirnos como los seres humanos más vulnerables del planeta durante los minutos que duró «Nostalgia»; y de hecho fue aquí, terminando este tema cuando una atinada voz entre el público superó los aplausos para exclamar fuertemente: ¡Estamos vivos!
Eso es, precisamente, lo que debemos agradecerle a MONO mientras les aplaudimos de pie al finalizar sus conciertos. Las personas estamos hechas de emociones, tanto positivas como negativas para el alma, y experimentar intensamente cada una de ellas a tal grado de exponerlas a flor de piel es un acontecimiento que nos hace sentirnos cada vez más vivos. Hideki, Tamaki, Yasunori y Takaakira nos lo recuerdan a cada instante y en cada nota a través de su profesionalismo, pasión y sensibilidad extrema traducidas en piezas sinfónicas tan hermosas y viscerales.
Todo lo anterior pasó por la mente de quien les escribe hoy mientras no pudo detectar con exactitud en qué momento los gritos y murmullos fueron escondiéndose, los vendedores de cerveza entendieron que debían vender en silencio, el aire que se respiraba era cada vez más cálido y desaparecieron las fallas técnicas de sonido que amenazaban al inicio de la velada. Fue como si por arte de magia el entorno se hubiera adaptado a las necesidades del cuarteto nipón para brindarnos un momento que, me atrevo a asegurar, muchos no olvidarán durante un buen tiempo.
La cereza del pastel fue «Everlasting Light», con una introducción mucho más elaborada que en su versión de estudio. Esta nueva joya de la música clásica contemporánea fue la despedida más intensa posible que MONO pudo preparar (justo como lo hizo en 2009, de hecho), y es una muestra del virtuosismo y la excelente comunicación corporal con la que la agrupación se envuelve en sus interpretaciones en vivo.
Cualquier crítica se quedará corta al tratar de describir con palabras lo que se es capaz de experimentar al ver y escuchar a MONO en vivo. Este caso no es la excepción. Así que, para quienes no han tenido la fortuna de presenciar este tipo de eventos y por consecuencia esta nota les parezca fuera de contexto, quizás están en lo correcto. Habría que imaginar todas las ideas y expresiones mencionadas anteriormente y multiplicarlas las veces necesarias hasta que el cerebro no pueda más, y entonces entraríamos en contexto. Y para quienes ya estuvieron frente a estos genios artistas y no concibieron la experiencia como una casi mágica y espiritual, es porque seguramente no tienen corazón.
Setlist:
-Intro-
Legend
Nostalgia
Dream Odyssey
Pure As Snow
Follow The Map
Unseen Harbor
Ashes In The Snow
Halcyon (beautiful days)
Everlasting Light
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.fotografía por Jonathan Ochoa
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