Un disco que tiene mucho sentido cuando se piensa en la aflicción como un estado de hipnosis y desconexión con el entorno, pero también encuentra su fuerza en las explosiones triunfales que reconfortan y alientan a seguir adelante, hacia las fronteras de un agujero negro.
Desde que arranca el nuevo disco de God Is An Astronaut sabes que la experiencia será totalmente nueva. Estábamos acostumbrados a que el grupo irlandés generalmente iniciara sus odiseas con intros ambientales o crescendos moderados, pero en Embers se puede percibir un enfoque musical distinto desde su primer track, «Apparition».
A pesar de que parece más meticuloso su trabajo de cuerdas (sitar incluido), no pasa mucho tiempo para que los riffs voluminosos exploten y la intensidad cobre un nuevo volumen. Es post-rock mucho más pesado y explosivo, muy cerca de los límites del post-metal. Sin embargo, casi de manera inmediata, apenas en el segundo track surge un giro que nos regresa al estilo más luminoso y sofisticado que ya le conocíamos a GIAA, y por eso «Falling Leaves» se siente como un vuelo de regreso a casa.
Entonces vienen temas como «Oddyssey» y «Heart of Roots», con las mismas atmósferas surrealistas y de insinuaciones cósmicas. La primera representa un salto de las emociones contenidas a las desbordadas, con guitarra eléctrica y sitar protagonizando un duelo épico. En la segunda, más suave y melodramática, la guitarra cambia de adversario y ahora se enfrenta al piano que se quiere robar el protagonismo de la ocasión.
La rola que da nombre al disco parece devolvernos esa sensación del inicio del disco, pero esta vez con mucho más dinamismo y enjundia, subiendo los niveles de adrenalina al mismo tiempo que la incertidumbre se apodera de la mente. Es tenebrosa y siniestra a su manera, igual de compleja. Es, también, una gran sorpresa en el repertorio de la banda, que parece mostrar el rostro más psicodélico en su historia.
Después de la calma introspectiva de «Realms» llega «Oscillation», otra tiránica construcción que sigue con la misma fuerza demoledora que nos aproxima al post-metal. Los riffs son tan poderosos que penetran el tímpano de un solo golpe y se clavan agresivamente en la memoria afectiva. La sacudida es tal que la ocasión merece algo como «Prisms», que enseguida apaga las luces de los fuegos que se habían prendido y nos da un momento de calma para respirar.
El plato está servido para el último bocado del banquete. Todo cierra con «Hourglass», una canción de ritmos lentos que avanza poco a poco y luego asciende a un monte de sentimientos que se van acumulando. Las guitarras por fin cedieron y se esconden, entonces dejan que los violines se abracen con el piano para empaparlo todo de nostalgia, esperando un estallido que nunca llega.
Todo termina en un abrir y cerrar de ojos y esa maldita sensación de querer más ya está encima de nosotros. God Is An Astronaut nos llevó volando a su nuevo destino espacial a la velocidad de la luz, desintegró varios asteroides cruzados en el camino y se tomó el tiempo de contemplar los colores de la vía láctea como reyes de sus propias constelaciones. Allá arriba también se vivió un duelo, pues hay que recordar que hace no mucho tiempo atrás falleció Thomas Kinsella, padre de dos de los miembros del grupo (Niels y Torsten), que además era su manager hasta su último día. Por eso, muchos capítulos de esta obra se sienten como una despedida melancólica, un adiós con dolor.
Al decir verdad, Embers tiene mucho sentido cuando se piensa en la aflicción como un estado de hipnosis y desconexión con el entorno, pero también encuentra su fuerza en las explosiones triunfales que reconfortan y alientan a seguir adelante, hacia las fronteras de un agujero negro. Por eso puede llegar a ser el álbum más «diferente» de GIIA y, seguramente, uno de los más ambiciosos.
TRACKLIST:
Apparition
Falling Leaves
Odyssey
Heart Of Roots
Embers
Realms
Oscilliation
Prism
Hourglass
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