ADVERTENCIA: Si vienen esperando leer un review concienzudo y lleno de referencias técnicas con palabras rimbombantes sobre la nueva producción de Foxygen, están en el lugar equivocado. Yo no haré eso. En cambio, y para el mayor entendimiento posible de esta compleja obra, les propongo estimular la mente y expandir su imaginación, prepararse para transportarnos a un lejano, oscuro y estupefaciente rincón en un universo paralelo que sólo existe en las mentes bizarras de Jonathan Rado y Sam France; ahí donde este capítulo de una cruda caricatura de ciencia ficción fue engendrado. Les garantizo que si no llegan a comprenderlo, al menos se divertirán en el intento.
…And Star Power no es un (doble) álbum. Es un concepto. Pero no sólo un concepto. Es, más bien, una aventura conceptual, cinemática de un momento; de una fiesta improvisada que no debía suceder. Es la narración musical que nos lleva fuera de órbita, a una noche en la cantina astral de mala muerte que no tiene precisamente la mejor reputación de su sistema planetario cuyo nombre es impronunciable. Una pequeña y deteriorada pocilga de paso que ofrece bebidas baratas, música en vivo y platillos con comida a veces caducada, pero dicen los viajeros celestes que cuenta con el mejor ambiente de este rincón del universo. Las noches ahí huelen a alcohol, se miran tras el humo, se recuerdan con los besos, se estimulan con químicos y se sonorizan con música folk-psych tridimensional.
Ahí están entonces los presentes reunidos; cada personaje extravagante: humanos, no humanos e híbridos sentados en sus mesas. Algunos solitarios, otros acompañados. Unos fumando cigarrillos eléctricos y otros posando en la barra donde toman sus bebidas flamantes. Entre la algarabía se escuchan charlas sobre agujeros de gusano, los ríos del tiempo y una que otra decepción amorosa de algún pobre reptiliano. De repente, el ruido comienza a retumbar en unas viejas bocinas oxidadas con los cables enredados al descubierto y lanzando chispas cada vez que una nota alta surge de un instrumento barato, parece que explotarán en cualquier momento («Star Power Airlines»). Aparece una banda de eximios músicos mitad humanos-mitad lagartos sobre un escenario improvisado con tablas apolilladas y unas cortinas medio rotas y colgadas como telón de fondo; tocan alegóricos teclados y trompetas sonorizando una bonita melodía que hace que la audiencia, perdida en sí, comience a moverse de un lado a otro («How Can You Really»).
Hay cuatro meseras trigueñas, cada una con tres senos y otra más, cíclope, con tentáculos detrás de sus brazos que le facilitan la tarea de atender varios clientes al mismo tiempo. Las cinco sonríen, coquetean con algunos humanoides cargados de testosterona cuando les sirven sensualmente sus platillos de bichos raros vivos, algunos azucarados y otros bañados con vinagre de hongo ácido; ellas reciben culposamente algunas monedas como propina en medio del flirteo en un ambiente que se erotiza entre miradas seductoras («Cosmic Vibrations»). Mientras afuera, a través de las ventanas rotas se puede observar el choque de dos nébulas multicolores, justo al lado de una nave de transporte público que pasa con algunos turistas que toman fotos al espectacular acontecimiento. Acá adentro las luces fluorescentes en focos ovalados iluminan el lugar que apesta a sudor y sangre, a punto de caerse y cuyo polvo en el piso y las grietas en sus paredes le dan una imagen anticuada. Caracoles vivos son acariciados al unísono de las batacas para volver al clima ameno y cálido («Overture»). Inesperadamente inicia una riña cerca de los baños, los insultos se gritan y los cristales de las botellas vuelan por todas partes («Star Power Nite»); se asoman algunas armas de láser para intimidar pero afortunadamente no pasa a mayores gracias a la oportuna intervención de un par de cabareteras maduras con cuernos y colmillos afilados, que suben a la barra presumiendo sus extravagantes movimientos de baile para dejar a más de uno con la boca abierta y tratando de imitarles; todos terminan saltando alegremente y comienzan a estrecharse las manos para concluir el acto con los abrazos fraternos («What Are We Good For»). Luego, no hay uno solo que no mire al otro como si fueran hermanos y tomándose de los hombros como una gran y heterogénea familia, y con sus vasos apuntando al techo repleto de telarañas, dan canto a una optimista balada que surge de un piano sucio y desafinado («Ooh Ooh»).
La temperatura comienza a subir, esto debido al fuego abierto a unos kilómetros de una nave oficial hacia un flota rebelde que trata de escapar después de ejecutar un ataque terrorista al planeta vecino como declaratoria de guerra al imperio opresor. Nada de eso importa ni sacude conciencias dentro. Más vale pensársela dos veces antes de emitir un juicio; «venimos a pasarla bien, a distraernos de tanta mierda del día a día», diría alguien si esto ocurriera («Mattress Warehouse»). Entonces llega el número espectacular de la casa; esto se sabe desde el instante en que la rockola se enciende y de inmediato resuena un divertido y glamoroso country que un grupo de vaqueros galácticos vistiendo pieles escamosas baila a ritmo apresurado («666»); aplausos y carcajadas se escuchan y esto advierte al cantinero que es tiempo de preparar una nueva ronda de bebidas y veneno. Terminando el acto, las luces bajan de intensidad y hay un breve receso en el que los vendedores ambulantes ofrecen incesantemente productos medicinales para la juventud eterna y algunos accesorios electrónicos robados, los clientes los ignoran y sacan unos extraños juegos de mesa de hologramas caleidoscópicos para empezar con las intensas apuestas, mientras que el conserje y su ayudante robot limpian el desastre mirando con desdén («Flowers» y «Wally’s Farm»).
Ya se respira cierta calma. Casi todas las especies comienzan a perder al menos uno de sus sentidos («Cannibal Holocaust»), pero sí alcanzan a distinguir la música de fondo que propone una danza psicodélica y el agasajo de píldoras de los desequilibrados mentales que buscan encontrarle la razón a su existencia cuando sus rostros son iluminados desde afuera, a través de la puerta, por la actividad cósmica que emana del paso acelerado de meteoros y cometas fugaces («Hot Summer»). Hay quienes perdiendo sus fuerzas y el control de sus piernas, reposan en el piso adormilados convirtiéndose así en peligrosos obstáculos que hacen tropezar a los que pretenden irse a sus casas («Can’t Contextualize My Mind»).
Ya pasó la media noche y un segundo aire de energía revive a los pocos que quedan. Unas parejas suben a la pista de baile e intercambian el PH de sus salivas al mismo tiempo que algunos rufianes identificados como peligrosos criminales, son esposados y resguardados por la autoridad que hace su trabajo con inseguridad y miedo a las represalias («Brooklyn Police Station»). Minutos más tarde, entra en escena una nueva banda de escarabajos rockeros tocando un blues eléctrico con letras que invocan a los dioses en un idioma antiguo que muy pocos pueden comprender («Freedom II» y «Talk»). Una sutil lluvia de estrellas abraza el bar pero nadie la observa, si apenas pueden observar incrédulos las cuentas de lo que consumieron. Comienzan a despedirse de sus viejas y nuevas amistades y abandonan lentamente el lugar contemplando allá afuera la actividad eléctrica de los átomos del universo que resplandece en sus siluetas. Quien encuentra su transporte cual chatarra de hojalata pretende reposar algunas horas en ella hasta que los primeros rayos de la mañana lo despierte, otros hacen escala en algún satélite espacial abandonado para platicar con la soledad, esperando que en pocas horas más comience otro capítulo de sus aburridas, vacías y monótonas vidas.
Ellos saben que mañana, y cualquier día, estará ahí su cantina espacial favorita con las puertas abiertas; esa en la que se sienten en casa y pueden olvidarlo todo en peligrosos juegos de noche que los llevan a perderse en los límites de la locura, a los mismos extremos antes de la intoxicación y a la bendición de la despreocupación. …And Star Power es la fiesta más divertida e insana en la cueva de perdición más extraña y deprimente del cosmos; esa en la que Ariel Pink y Bradford Cox (Deerhunter) morirían por ser anfitriones, Syd Barret se caería de la envidia y Jim Morrison aplaudiría hasta cansarse.
Tracklist:
- Star Power Airlines
- How Can You Really
- Coulda Been My Love
- Cosmic Vibrations
- You & I
- Star Power I: Overture
- Star Power II: Star Power Nite
- Star Power III: What Are We Good For
- Star Power IV: Ooh Ooh
- I Don’t Have Anything/The Gate
- Mattress Warehouse
- 666
- Flowers
- Wally’s Farm
- Cannibal Holocaust
- Hot Summer
- Cold Winter/Freedom
- Can’t Contextualize My Mind
- Brooklyn Police Station
- The Game
- Freedom II
- Talk
- Everyone Needs Love
- Hang
Me suena a: Pink Floyd, Ariel Pink, The Doors
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